Dios es la fuente de la comunicación

XXIII DOMINGO ORDINARIO. CICLO B

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Pbro. José Manuel Suazo Reyes

El evangelio que escucharemos este domingo (Mc 7, 31-37) nos presenta la curación de Jesús de un sordomudo. Se trata de un acontecimiento prodigioso que favorece la comunicación. A través de Jesús, Dios se acerca al hombre para entrar en contacto con él. Aquel sordo y mudo nos representa cuando encerrados en nuestro propio mundo somos incapaces de comunicarnos bien con los demás.

La descripción de la curación hay que ubicarla en su contexto cultural. La imposición de manos era un gesto ritual judío que se usaba en las curaciones; los gestos de tocar los oídos y poner saliva eran también habituales. Desde luego había expresiones como la que hoy escuchamos “effetá”, (“ábrete”) que expresaban el objetivo de la curación. En todos estos signos se reconoce la pedagogía de Dios, es decir, estos gestos hablan del comportamiento de Jesús de adaptarse a los procedimientos humanos y son un acto de condescendencia.

A través de esta curación Jesús se revela como el enviado de Dios, como el mesías esperado que anunciaron los profetas. El hecho de que este milagro suceda en tierra extranjera, en la región de la Decápolis, expresa que la salvación que ha traído Jesús tiene alcances universales, es decir es para todos, no solo para un determinado pueblo o cultura.

En el comentario que hacen los que fueron testigos de aquel milagro: “QUE BIEN LO HACE TODO” se puede ver una resonancia de aquella expresión que encontramos también en las primeras páginas del libro del Génesis al final de cada una de las obras de la creación que Dios va haciendo: y vio Dios que todo era bueno. Esto manifiesta que existe una continuidad entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Existe una continuidad entre lo que Dios hizo en el pasado y lo que ahora realiza por medio de Jesús. El mismo Dios que ha hecho al ser humano, que liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto y de Babilonia, es el mismo que en la persona de Jesús libera a las personas de todo aquello que los esclaviza.

Así como Dios hizo bien toda la obra de la creación, de igual manera Jesús hace bien todas las cosas e inicia una nueva creación. En el milagro de la curación del sordomudo, Dios mismo toma entre sus manos el destino de la persona y de todo lo creado, Dios cura al ser humano y a la creación.

Por lo tanto, en este relato de curación del sordomudo, Jesús se manifiesta como la presencia viva y verdadera de Dios en el mundo del hombre. La buena noticia que el evangelio de San Marcos nos presenta con esta curación es que En Cristo Dios libera al hombre de toda esclavitud, y de toda cerrazón, porque por medio de él nos llega la salvación.

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Párroco en San Miguel Arcángel, Perote, Veracruz.
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