El evangelio de este domingo nos presenta a Jesús que va de camino y uno de sus discípulos le cuenta que vieron a un hombre que arrojaba demonios en su nombre y se lo prohibieron porque no pertenecía al grupo. Jesús aprovecha el momento y es tajante al decirles, “No se lo prohíban. Quien no está contra nosotros, -es decir, quien no ataca directamente a Jesús y sus enseñanzas y libera al hombre del maligno y de su obra destructiva- está con nosotros”.
Esto quiere decir que Dios actúa más allá de mi grupo, de mi iglesia, de mis esquemas mentales o culturales en los que a veces lo quiero aprisionar, de hecho hay gente fuera de la iglesia que es mucho más servicial abnegada y entregada a sus hermanos que nosotros que estamos dentro y debemos reconocer que también en ellos actúa Dios y lejos de oponernos a las acciones que hacen en favor de los demás, deberíamos preguntarnos por qué nosotros, que somos del grupo de Jesús, no somos sensibles y generosos como ellos.
Después, Jesús pasa a dar una advertencia, “Mucho cuidado con corromper y escandalizar a los niños, quien lo haga más le valdría ponerse una piedra de molino y ser arrojado al mar”. No sólo debemos cuidarnos del mal, de ser arrastrados por él, sino también debemos cuidarnos de no corromper o pervertir a los demás.
Es el momento para preguntarte: ¿Yo he ayudado a convertirse a alguien a Jesús? ¿Lo he edificado con mi ejemplo y mis palabras? ¿He sido un instrumento y un medio para acercarlo a Dios? O, por el contrario, ¿he escandalizado a alguien, lo he conducido por el mal camino, he sido ocasión de pecado y de perdición para él?
Jesús da un paso más cuando advierte con mucha severidad: “Si tu mano o tu pie o ojo es ocasión de pecado, córtatelo antes de que entres entero en el lugar de la perdición”. Con esto Jesús no quiere decir que nos mutilamos físicamente, sino que, ante el mal, debemos tomar medidas radicales, debemos cortar de tajo ya, sin miramientos, con aquello que es ocasión para que peques. Con el mal, con la tentación no se dialoga, se corta de tajo, de lleno, pues si no lo haces así, acabarás sucumbiendo al mal y al pecado.
“Señor Jesús, ayúdame a cortar de lleno con aquello que me hace pecar sean personas, cosas o conductas. Sabes que estoy apegado al pecado y me duele dejar una vida de pecado contraria a ti que, aparentemente, me hace feliz. Te imploro que me des la fuerza y el valor para cortar de lleno con aquello que me conduce a la perdición eterna. Tú eres misericordioso, escucha mi súplica y ven en mi auxilio, líbrame de la esclavitud del pecado, dame la libertad y la alegría de estar de nuevo en tu gracia y tu amistad”. Feliz domingo. ¡Dios te bendiga!