Nos quieren acostumbrar a no sentirnos deudores de un pasado, haciéndonos creer que todo empieza con nosotros, y menos mal que hemos aparecido por la esquina de este universo, pues de lo contrario los males no tendrían remedio. El adanismo se filtra de muchas formas para hacernos creer semidioses de la nada en realidad. Está muy bien la actitud que nos ayuda a vivir en el presente con todas sus posibilidades, aprovechándolas en lo posible, pero nada nos va evitar la propia realidad histórica, nuestra dependencia de acontecimientos pasados, una trasmisión de legados, que de no producirse, creará un vacío traumático. Al final nos damos cuenta, que no somos tan originales y llevamos un amplio capítulo o cargo en el debe de nuestra contabilidad. La solución no viene de la realidad virtual, que en realidad está creada, aunque el individuo se crea el artífice de la misma. La visión virtual es una forma de la “nada” o del vacío. La Fe no parte de la nada o del vacío: DIOS se fue revelando a los hombres con siglos de antigüedad. La revelación de DIOS habla del futuro, y abre los corazones a la Esperanza. El DIOS vivo está siempre por venir, aunque lo haya hecho y manifestado. El Reino de DIOS está cerca, presente, o en medio de nosotros; y al mismo tiempo su plena manifestación está en el futuro, hasta que llegue la Segunda Venida del SEÑOR. La revelación cristiana abarca este amplio cómputo de tiempo: los tiempos que anuncian la aparición del MESÍAS, el tiempo de su manifestación, y el cielo abierto desde la Pascua hasta la Segunda Venida del SEÑOR. La Revelación en sus primeros pasos habla para el presente en el que es manifestada, hace referencia al MESÍAS, y mantiene su apertura hasta el cumplimiento de todo en la Segunda Venida del SEÑOR que cerrará la historia de los hombres. Nuestra singularidad en el planeta y en todo el Universo tiene razón cumplida en la Biblia, auque haya quien lo cuestione. Nadie, excepto el hombre, en este planeta es el receptor de la Revelación en toda su extensión, compromiso moral y espiritual. La Biblia recoge la herencia espiritual del pasado y la proyecta hacia el futuro, de manera que vivimos en deuda con nuestros padres y encargados de transmitir esta herencia enriquecida a los que vendrán. En el momento presente hay que resaltar: somos depositarios de una Revelación que está concluida o cerrada, a la que no podemos añadir cosecha de nuestra cuenta; La Revelación recibida en una y DIOS se manifiesta en ella con unos rasgos singulares, que bajo ningún concepto se pueden alterar; el hombre -varón y mujer- es el destinatario de la Revelación y no existe ningún otro ser en este planeta al que se le haya dado la dignidad de “hijo adoptivo de DIOS” (Cf. Ef 1,5). El único que va a escribir la última página de la Revelación es el propio SEÑOR en su Segunda Venida, pues en ese momento se transformará el cosmos y aparecerán los nuevos cielos y la nueva tierra (Cf. Ap 21,1-2). El evangelio de este domingo marca el tema en el que debemos fijar la consideración, y éste no es otro que la Segunda Venida del SEÑOR con un tiempo de espera, en el que nos encontramos, que está protagonizado por el crecimiento del “trigo y la cizaña”, que simbolizan las grandes y graves tensiones entre los hijos de la Luz y los hijos de las tinieblas. En ningún momento JESUCRISTO, el SEÑOR de la historia, pierde el control del escenario complejo y controvertido, que se establece, y trasmite calma a su servidores más resolutivos.
El ejemplo de los tesalonicenses
La comunidad de Tesalónica fue motivo de alegría apostólica para san Pablo y sus colaboradores, pues acogieron bien el Mensaje, pero mostraron algunos en el seno de las comunidades una apreciación imprecisa sobre la Segunda Venida del SEÑOR. Pudo contribuir a una cierta confusión nada esencial, la misma urgencia con la que se predicaba el Mensaje incidiendo en esa próxima manifestación del SEÑOR. Los tiempos de DIOS no son los nuestros como nos decía el profeta Isaías (Cf. Is 55,8). Parecía en aquella época que el mundo se agotaba en la Cuenca Mediterránea y poco más, por tanto en breves años se cumpliría el mandato de JESÚS: “id, y haced discípulos de todos los pueblos” (Cf. Mt 28,18). Al darse esta circunstancia y cumplir con el objetivo, nada impedía que el SEÑOR cerrase la historia con su segunda Venida. Pero como bien constatamos las cosas no siguieron esa previsión. España se consideraba el extremo occidental del mundo conocido, y san Pablo pensaba venir después de su paso por Roma, para que los hermanos de aquellas comunidades proveyesen de lo necesario para la travesía (Cf. Rm 15,24). La dimensión carismática de las comunidades paulinas no es una cuestión menor a la hora de reconocer las motivaciones de aquellos cristianos para desear ardientemente la Segunda Venida del SEÑOR. Para la mayoría, la vida en este mundo no era un Edén idílico, sino un lugar de lucha recia por la supervivencia diaria. El Mensaje de otro mundo y otra vida era intensamente deseado. También para el conocimiento de lo anunciado se requiere algo de tiempo y la Segunda Venida encierra otra vertiente particular además de la manifestación última y universal, que pone fin a la historia de la humanidad en este mundo.
Acompañado de sus Ángeles
Los cristianos de Tesalónica son un ejemplo de Fe y Caridad: “damos gracias a DIOS en todo tiempo, hermanos, porque vuestra Fe está progresando mucho y se manifiesta la muta Caridad de cada uno de vosotros” (Cf. 2Tes 1,3) La unión con el SEÑOR mediante la Fe establece relaciones mutuas de Caridad entre los hermanos. La Caridad prepara la presencia del Reino de DIOS en este mundo, porque algo del Amor de DIOS actúa entre los hombres. El Amor de DIOS atestigua que el SEÑOR está vivo en medio de los cristianos, por tanto el SEÑOR se está manifestando como “el que viene” (Cf. Ap 1,4.8). La Caridad pone orden en las relaciones fraternas, y realiza por anticipado una labor de juicio, discernimiento y retribución. La Caridad fortalece a los hermanos en la tribulación: por un lado les da fuerzas para soportar la prueba, y por otro el Amor de DIOS habla en el fondo de la espera permanente del SEÑOR a cada uno de sus hijos para estar eternamente con ÉL. El juicio de DIOS se va realizando en la vida de cada uno y en el conjunto de la comunidad cuando se mantiene el objetivo de la -Caridad- como fuente de todos los otros bienes espirituales. Las tribulaciones presentes tienen como resultado la Paz del SEÑOR: es propio de la Justicia de DIOS pagar a los atribulados con el descanso cuando el SEÑOR JESÚS se revele desde el Cielo con sus poderosos Ángeles” (Cf. 2Tes 1,7). Los Ángeles que se van a manifestar en la Segunda Venida del SEÑOR están entre nosotros favoreciendo la preparación adecuada de ese momento. El día y la hora de tal acontecimiento no consta, pues DIOS se mueve dentro de las pautas establecidas en el juego de libertades entre ÉL mismo, los hombres y los Ángeles que sirven a DIOS en todo momento. Los Ángeles están encargados de preparar la Segunda Venida del SEÑOR, y eso significa que en momento alguno actúan con imprevisión. Las oraciones de los cristianos militantes, los pequeños o grandes sacrificios particulares, las manifestaciones cristianas que unánimes elevan un clamor al Cielo, pueden modificar de forma positiva numerosos acontecimientos que habían sido anunciados por el SEÑOR o la VIRGEN en lugares de apariciones o manifestaciones privadas. La contienda espiritual es permanente, y los Ángeles están al frente de la misma. Del éxito de la actuación de los Ángeles depende nuestra vida presente: “ellos están para servir a los que han de heredar la Salvación” (Cf. Hb 1,14). Lo que les ocupa a los Ángeles son todas las actividades que favorezcan la Salvación de los hombres.
DIOS es la última instancia
El libro de la Sabiduría es el último libro del canon de nuestra Biblia. A lo largo de este Libro Sagrado aparecen las cuestiones permanentes, que nos afectan en cualquier época. Se trata de esclarecer la utilización de la Justicia o la Misericordia por parte de DIOS con respecto a la conducta manifestada por el hombre. Este libro refleja sentimientos y actitudes del corazón humano, que lo presentan poco dócil a las inspiraciones y directrices dadas por DIOS. El hombre es para DIOS su principal objeto de atención, por eso emplea todos los medios para educarlo y conducirlo por una vía de Sabiduría. También en este libro queda señala la idolatría como el gran mal de la humanidad. En los versículos siguientes, que corresponden a la primera lectura de este domingo, recogen algo de esta importante cuestión. El hombre es educable con la finalidad de reproducir la imagen de JESÚS, “el HIJO de DIOS “(Cf. Ef 4,13). El autor sagrado del libro de la Sabiduría declara a DIOS la última instancia a la que podemos apelar, y su pronunciamiento estará siempre dentro de la bondad, el bien y la belleza. “Fuera de ti no hay un DIOS que cuide de todas las cosas, a quien tengas que dar cuenta de la Justicia de tus juicios.” (Cf. Sb 12,13). El autor sagrado habla del único DIOS posible, pues los ídolos son invenciones humanas, que usurpan el lugar de DIOS, esclavizando al mismo hombre que les ofrece un culto que puede llegar hasta la ofrenda del sacrificio humano. La desviación del culto al único DIOS alcanza los grados más altos de deshumanización; sin embargo, el culto al único y verdadero DIOS representa lo más beneficioso y saludable para el hombre, que es reconocido como hijo suyo. DIOS cuida de todas las cosas, y de forma especial de todos los hombres, haciendo valer su Providencia. DIOS pone su mirada en los hombres y nos pide colaboración en su misma obra. ÉL establece su Amor en los corazones para llegar con su atención a los hijos más necesitados. Un mal muy grande se produce cuando se apaga el Amor de DIOS en los corazones de aquellos que han de ser los canales idóneos de la Providencia divina. En las manos de estas personas los escasos recursos se multiplican para que todos reciban lo básico en lo material y el debido alimento espiritual. La Divina Providencia provee en muchas ocasiones con la entrega heroica de sus hijos, que intentan llegar a todos los lugares posibles.
Poder de DIOS y debilidad humana
“Tu Fuerza es el principio de tu Justicia y el señorío sobre todos los seres te hace indulgente con todos ellos” (Cf. Sb 12,16) La condescendencia de DIOS con sus hijos no es debida a su debilidad, sino todo lo contrario. La Fuerza de DIOS o el Poder de DIOS no tiene proporción con el ostentado por cualquiera de los seres creados, tanto Ángeles como los que habitamos este planeta y dentro del cosmos en general, si en el resto del universo hubiera algún tipo de creación inteligente. Las criaturas inteligentes somos un pálido reflejo de DIOS mismo. El Amor, la Bondad y la Verdad de DIOS se manifiestan con Poder, que en ocasiones se reviste de anonimato o silencio. Nada más poderoso que el hecho de la Encarnación del VERBO en las entrañas de la VIRGEN MARÍA, y los planetas del sistema solar siguieron girando de la misma forma; la ley de la gravedad no se alteró y el hecho quedó sólo visible para los Ángeles, que a la entrada del VERBO en el mundo recibieron la orden de adorarlo: “adórenlo todos los Ángeles de DIOS” (Cf. Hb 1,6). San Pablo se refiere a la debilidad de DIOS, que es más fuerte que el poder de los hombres cuando habla de la eficacia de la Cruz (Cf. 1Cor 1,25).
DIOS se manifiesta Poderoso
“Ostentas tu Fuerza a los que no creen en la plenitud de poder; y confundes la audacia de los que la conocen” (Cf. Sb 12,17). Es una gracia especial el asombro por el reconocimiento directo o inmediato de la inmensidad de lo creado como manifestación del Poder de DIOS. Entra en este apartado lo que dicen las palabras de JESÚS: “nadie conoce al PADRE, sino el HIJO, y aquel a quien el HIJO se lo quiera revelar” (Cf. Mt 11,27). Muchas personas inteligentes y con grandes conocimientos pasan de largo ante la conciencia real de la obra que contemplan. Pocos son los científicos que confiesan su Fe, al tiempo que muestran su competencia. DIOS puede sorprender todos los cálculos humanos que hagamos sobre ÉL y su actividad. Fue un gran milagro la multiplicación de los panes y los peces (Cf. Jn 6,1-13); y lo sigue siendo cuando se reedita a lo largo de los siglos, pero palidece absolutamente frente al milagro eucarístico: un poco de pan y una pequeña cantidad de vino, después de las palabras del sacerdote, ungido por el ESPÍRITU SANTO, hacen posible que esas especies se conviertan en la Presencia viva de JESUCRISTO, en la EUCARISTÍA. “Vuelves perplejos a los que conocen la grandeza de los que conocen tu Poder”. Así también fue para los Apóstoles la Resurrección del SEÑOR, al que habían seguido y siendo testigos de poderosos milagros; sin embargo quedaba la experiencia de la Resurrección.
La infinita delicadeza de DIOS
“Dueño de tu Fuerza nos juzgas con moderación, y gobiernas con mucha indulgencia, porque con solo quererlo lo puedes todo” (Cf. Sb 12,18). DIOS no es un niño caprichoso cuyas fantasías desearía que fueran realidad. Tampoco DIOS crea metaversos imaginarios para dar rienda suelta a su Poder total. DIOS ejerce el Poder para crear algo que refleje el Bien, la Verdad y la Belleza. “A los hombres el SEÑOR nos juzga con moderación”: el poder de DIOS no descarga los correctivos de forma aplastante; y todavía pudiera dar lugar a pensar que ante determinados acontecimientos, DIOS se desentiende del curso de ellos, al ser desencadenados por la decisión de los hombres. Algunas personas creyentes pueden echar de menos la intervención directa de DIOS en circunstancias o acontecimientos de gran impacto, como puede ser una guerra, una gran epidemia o una lacra social como la droga producida y comercializada clandestinamente por todo el mundo.
DIOS es amigo del hombre
“Obrando así, enseñaste a tu Pueblo que el justo debe ser amigo del hombre, y diste a tus hijos la buena esperanza de que en el pecado das lugar al arrepentimiento” (Cf. Sb 12,19). El hombre justo es el que sigue la Sabiduría que viene de DIOS. Para el que está en el seguimiento de JESÚS su justificación viene por la unión con JESÚS que lo justifica. El mensaje del libro de la Sabiduría en este caso está muy próximo al tiempo espiritual que se inicia con JESÚS: “en el pecado, DIOS da lugar al arrepentimiento”. El paso previo a la superación personal, si la causa es el pecado, está en el arrepentimiento. El hombre se arrepiente ante DIOS en primer lugar si es consciente de haber alterado alguno de sus preceptos, y el arrepentimiento, o la petición de perdón, también debe producirse con el prójimo perjudicado. El mal en este mundo tiene arreglo, empezando por el arrepentimiento. Este término es uno de los que se hacen intentos decididos para que desaparezca del diccionario particular. Después de una vida que llega a la edad adulta, y de algunos contratiempos, se oye con frecuencia: “yo no me arrepiento de nada”. Un santo jamás diría una cosa así, pero da la impresión que la nueva psicología prescribe como un dogma, que cualquier cosa antes de arrepentirse de algo. Resulta que DIOS pone el arrepentimiento como medicina espiritual para el alma del hombre, y éste la tira al cubo de la basura. Sin arrepentimiento los espíritus no mejoran, porque no se da lugar a la corrección. La vida del hombre, en principio, es perfectible y mejorable. No estamos concluidos, o acabados sin necesidad de corrección, el mal en su amplia gama nos puede afectar, en un momento o a lo largo del tiempo. No dejamos de recibir nuevas gracias o dones de DIOS, si se lo pedimos con un corazón arrepentido: “un corazón quebrantado y humillado, TÚ, SEÑOR no lo desprecias” (Cf. Slm 50,19).
Parábolas del Reino de DIOS
El domingo anterior estábamos con JESÚS a la orilla del Lago de Galilea, en el momento que ÉL enseñaba a una multitud en parábolas. Con este motivo el evangelista san Mateo aclara la razón por la que JESÚS expone a la gente en general el Mensaje en parábolas. Después de proponer la parábola de “El trigo y la cizaña”, la parábola de “El grano de mostaza” y la de “La levadura”; JESÚS entonces vuelve a su casa, previsiblemente era la casa de Pedro en Cafarnaún. “Todo esto dijo JESÚS en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliera el oráculo del profeta: abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la fundación del mundo. Entonces despidió a la multitud y se marchó a casa” (Cf. Mt 13,36). Las parábolas de JESÚS dicen lo que DIOS pensó, y tiene decidido realizar con sus hijos. Después de haber sido creados nos interesa saber cuál va a ser nuestro destino según DIOS. Las parábolas de JESÚS encierran las claves del modo de actuar que DIOS tiene en la vida de los hombres, y nos transmiten un firme mensaje de Esperanza, porque en el conjunto de las parábolas está previsto el destino eterno de los hijos de DIOS. Cada parábola, nos acerca a las distintas formas de manifestarse el SEÑOR en medio de nosotros, haciendo concreto su Reinado. El Reino de los Cielos es ya en este mundo un modo de Reinado por parte de DIOS, que se deja percibir con rasgos propios a través de sus hijos. En este mundo el Reino de los cielos tiene en frente al reino del mal y la mentira. Los Ángeles de DIOS podrían erradicar el mal del mundo con sus mentiras, pero parece ser que se corre el riesgo de estropear el crecimiento de los partidarios de DIOS.
Trigo y cizaña
(Mt 13,24-30)
El Reino de los Cielos viene a los hombres por la PALABRA, y esta PALABRA se hace verbo humano, que se expresa mediante la predicación de diversas maneras. El privilegio de los coetáneos de JESÚS fue, entre otras cosas, escuchar al VERBO de DIOS en palabras humanas usando comparaciones inteligibles para su auditorio. Ahora la parábola o comparación sobre el Reino de los Cielos se establece mediante una imagen agrícola, que todos entienden. JESÚS les dice: “el Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo” (v.24). DIOS cuando hizo surgir la Creación lo hizo todo bueno como nos reitera el primer relato de la Creación (Cf. Gen 1,1ss).Siglos después otro autor sagrado insistirá sobre esta misma verdad: “no existe nada que TÚ no hayas querido. Amas a todas las criaturas y no desprecias nada de lo que has creado” (Cf. Sb 11,22-25). La parábola continúa: “mientras su gente dormía, el enemigo vino y sembró encima cizaña entre el trigo y se fue” (v.25). Un mismo terreno es disputado por el SEMBRADOR y el enemigo del SEMBRADOR. La semilla de uno y de otro transforma el campo, que lo hace un recinto de oposición y pierde el carácter apacible. La buena semilla forma hijos de DIOS, y la mala semilla consigue otra cosa bien distinta. En la interpretación que da JESÚS descubrimos que el campo fue contaminado y una parte de los hijos de DIOS cambiaron su orientación y se volvieron contra DIOS. “Los siervos del amo se acercaron a decirle, ¿no sembraste semilla buena en tu campo, cómo es que tiene cizaña?” (v.26) Los siervos no preveían que pudiera haber enemigos del amo -el SEMBRADOR- y no montaron turnos de vigilancia para evitar al sembrador furtivo –el enemigo-, que vendría a perjudicar la siembra y la cosecha. Los siervos no calcularon las intenciones viles de los enemigos del amo. Jugamos aquí con las imágenes que nos aporta la misma parábola, haciendo en cierta medida una aplicación analógica. ¿Se trata en el fondo de decir, que los Ángeles no tenían una idea exacta de la capacidad maléfica de Satanás? ¿Constituye también para los Ángeles un aprendizaje lo que está sucediendo de la infiltración del Mal en el mundo, y el modo en el que el mismo DIOS lo está abordando? ¿Tienen los Ángeles todas las claves de la Divina Misericordia? Continúa la parábola: “algún enemigo ha hecho esto; dícenle los siervos, ¿quieres que vayamos a recoger la cizaña? dice el amo: no; no sea que al recoger la cizaña arranquéis también el trigo (v.28-29). No resulta fácil distinguir, en un primer momento, la buena de la mala semilla; y el amo prefiere correr el riesgo y crezca la mala semilla antes que arrancar la buena. La buena semilla crecida y desarrollada tiene más valor para él, que las malas plantas crecidas de la cizaña. La mentalidad del amo no es la de sus siervos. Ellos plantean las cosas con buena voluntad, desde su percepción, y siempre en un espíritu de total obediencia. A los servidores no se les ocurrió actuar por su cuenta, y no ceden a sus impulsos iniciales, que no son tampoco vagas impresiones, sino hechos perfectamente constatables. Lo que los siervos plantean tiene su momento: “dejad que el trigo y la cizaña crezcan juntos hasta el momento de la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero (v.30). Los siervos no quedan desairados, pues su opinión está acorde con el amo, pero éste tiene su tiempo según la dicta la prudencia. Llegará un momento en el que se verá con claridad lo que en verdad es trigo y lo que constituye la cizaña. Esta espera de DIOS debiera hacernos pensar con gran preocupación. DIOS espera que el mal o la cizaña, que aparece mostrando sus señales sea rechazado voluntariamente por el hombre. Lo dramático de estos tiempos resulta cuando se cierra los ojos ante los efectos de medidas que siembran de cizaña la vida social, y parece que es preciso esperar a que los resultados sean abrumadores y hayan aplastado a una gran mayoría. La soberbia humana que se niega a corregir lo que se vislumbra en el horizonte, se puede encontrar con los resultados apabullantes más pronto que tarde.
La interpretación de JESÚS
“JESÚS despidió a la multitud y se fue a casa; entonces los discípulos se le acercaron y le dijeron: explícanos la parábola de “La cizaña en el campo” (v.36). Aunque no se mencione, la casa de Pedro era el lugar utilizado por JESÚS cuando estaba en Cafarnaún (Cf. Mc 1,29). Es apropiado considerar la casa de Pedro como un signo de la Iglesia donde también nosotros debemos estar para recibir la enseñanza conforme a los signos de los tiempos. El escenario mundial nos ha cambiado y el panorama de la misma Iglesia preocupa a muchas personas; pero tenemos veinte siglos de tradición y Magisterio, que no se pueden ir por el desagüe. Cualquier cambio o mejora tiene que darse sobre un sólido fundamento doctrinal, en el que no tienen lugar ni progresistas ni tradicionalistas. Negar la validez del Concilio Vaticano II es muy mal precedente, y apelar al espíritu del Concilio para traicionar su doctrina no se puede admitir. La Iglesia tiene que ser la “Casa de Pedro” en la que se escuche la voz de JESÚS que nos ilumine en los tiempos presentes.
Explicación de JESÚS
“El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre” (v.37). JESÚS, el Hijo del hombre, está predicando, y su Palabra es transformadora. Aquellos que escuchan la voz del SEMBRADOR -el Hijo del hombre- pueden llegar a ser hijos de DIOS (Cf. Jn 1,12) Por tanto, esta Palabra transformadora es la que JESÚS trae al mundo, para que la escuchen los hombres, se conviertan y vuelvan sus vidas hacia DIOS. Continuó JESÚS diciendo: ”el campo es el mundo, el trigo son los hijos del Reino, la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que sembró la cizaña es el diablo; la siega es el fin del mundo; y los segadores son los Ángeles” (v.38-39). El campo donde se siembra la Palabra y viven los hijos transformados por ella es el mundo. DIOS quiere recuperar lo que el hombre mismo entregó irresponsablemente a su enemigo principal, que es el mismo enemigo de toda la obra de DIOS. Satanás le dice a JESÚS: “todo esto te puedo dar, porque a mí me lo han dado, si postrado ante mí me adoras” ( Cf. Mt 4,9). Un instante de adoración para Satanás lo hace un simulacro de dios con lo que su soberbia queda satisfecha. Pero lo anterior que expresa en la tentación tiene su importancia: Satanás no crea nada, no tiene nada propio, sino aquellos que otros le entregan, y entonces él se hace poseedor. El mundo puede presentar muchas parcelas dominadas por Satanás, porque la negligencia humana se las ha entregado. Cuanto más vicio, mayor es el poder de Satanás; y en sentido contrario, si crece la virtud las fuerzas presentes en el Reino de DIOS se harán cada vez más patentes. Los que decidimos en este campo dónde se inclina el fiel de la balanza somos los hombres con nuestras decisiones. Parece una contradicción: Satanás perfecciona el mal que inicia el hombre. Dicen los santos de acuerdo con el mismo evangelio: “Satanás no puede hacer nada contra la inocencia de un niño”. ¿Qué es lo que estamos asistiendo?, a la destrucción decidida de la inocencia de los niños mediante legislaciones perversas. Presentadas estas leyes para salvaguardar los derechos de los niños, tratan de sacarlos de la protección familiar, de la tutela de los padres y dejarlos a merced del adoctrinamiento más pernicioso. La explicación señala un drama en acción: “la cizaña son los hijos del Maligno”. En un primer momento, la cizaña era la semilla o palabra sembrada, pero esa palabra -ideología- asumida por el hombre lo transforma en el sentido de la misma, pues con todas sus energías se pone a su servicio por los motivos que sean. Satanás es servido por sus sicarios, y siempre actuarán en contra del Bien, la Verdad y la Belleza. El falso lenguaje es su arma principal. Cuando hablan de nuevos derechos, en realidad imponen nuevas esclavitudes; cuando hablan de salud sexual y reproductiva, en realidad se refieren a esterilidad y muerte sin paliativos; cuando hablan de educación en valores hay que echarse a temblar y comprobar el vaciamiento de contenidos; cuando hablan del nuevo orden mundial, hay que indagar algo para ver los modos previstos para un nuevo control de la población a nivel mundial. La nueva religión del clima y del medio ambiente persigue que la naturaleza siga su curso sin la intervención del hombre, al que se lo culpara mediante sanciones por liberar al ambiente una cantidad indebida de CO-2. Queda abolido el mandato del Génesis: “llenad y dominad la tierra” (Cf. Gen 1,28). Aquí nos encontramos con los nuevos pecados y la nueva moral. Con la Iglesia Católica, la gente era libre para pecar y gratuitamente se le absolvía; pero la nueva religión ideológica viene con la tarifa sancionadora, que irá avanzando en la medida de nuestra desidia por presentar batalla.
Sobre el fin del mundo
Intuimos que el “fin del mundo” es un momento de total revelación y las cosas llegarán a su perfección y todo quedará perfectamente claro. Los coetáneos de JESÚS tenían una ardiente curiosidad por saber cuándo y cómo se iba a producir el tiempo final; a las comunidades del Nuevo Testamento también les ocurrió algo parecido; a lo largo de los siglos se mantiene la expectación. Se asocia el fin del mundo a una gran destrucción cuando en realidad se trata de una transformación de dimensiones cósmicas, que nos resulta misteriosa, a pesar de estar señalada mediante imágenes en los discursos de JESÚS sobre el acontecimiento. Esta parábola habla del fin del mundo, sin entrar en detalles, y da entrada a los Ángeles en el acontecimiento cósmico con la función de “arrojar la cizaña en el horno encendido” y llevar a los hijos de DIOS al Cielo simbolizado en el “granero” preparado a tal efecto. El Mal se viene manifestando con gran fuerza pero la victoria es de JESÚS por lo que todavía a la historia humana le quedan algunas etapas. Cuentan que el papa León XIII (1878-1904) tuvo una visión premonitoria en la que Satanás retó al SEÑOR para que le concediese cien años para destruir su Iglesia, y el SEÑOR aceptó el reto. A raíz de aquella visión, León XIII redactó una breve oración al Arcángel san Miguel para rezarla después de la celebración de cada Santa Misa. Así se hizo hasta el Concilio Vaticano II. La desacralización de la sociedad ya había comenzado años atrás, si queremos con la Ilustración y la Revolución Francesa por poner una fecha (1789). Recordamos por aquellos tiempo el primer genocidio de católicos en las guerras de la Vendée por la región francesa en que se produjeron. Fue una guerra civil de gran crueldad, de la que en general se sabe muy poco, y cuyos motivos de fondo fueron los dictados por un laicismo rabioso. Casi cien años después León XIII tiene esta visión profética, que en realidad constata lo que se estaba produciendo en la Iglesia y la sociedad en general. Han pasado los cien años, y podemos considerar que vivimos una prórroga de aquella visión con aspectos agravantes y manifestaciones alentadoras. Mientras tanto la historia sigue con riesgos que ponen al límite la vida del hombre en el planeta, al tiempo que pareciera que se tambalean los cimientos de la Iglesia como nunca se había producido: ni en el Cisma de occidente (1378-1417), ni en la mal llamada Reforma Protestante iniciada por Lutero (1517). Lo que parece por llegar no tiene precedentes. Sin embargo, la promesa del SEÑOR está por encima de progresistas y tradicionalistas. La Iglesia de JESUCRISTO salió adelante enfrentándose a la herejía arriana que duró varios siglos, y en realidad no ha desaparecido, porque los destructores de la Iglesia la necesitan envuelta en alguna nueva versión. Después de proponer estas cuestiones con el ánimo de llevarnos a la reflexión, ¿está próximo el fin del mundo como clausura del Plan de DIOS? No parece que la cosa sea así, pues el Evangelio no ha llegado a todos los hombres; y por lo menos en un solo momento de la historia esa meta ha de materializarse. Aún en una iluminación planetaria de las conciencias, como acción extraordinaria del ESPÍRITU SANTO, no sería suficiente para dar por hecha la extensión del Evangelio a todas las naciones. DIOS tiene que estar estupefacto contemplando los delirios de una humanidad que no acepta su bondad y sabiduría; hundiéndose cada vez más en el lodo de sus insensateces. No podemos seguir llamando progreso a la muerte, ni verdad a la mentira, ni derechos a lo que constituyen verdaderas esclavitudes, ni dando a lo creado culto divino.
Otras parábolas
“El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y sembró en su campo. Es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es mayor que las hortalizas y árbol, hasta el punto que las aves del cielo hacen nidos en sus ramas” (v.31-32). La acción oculta o discreta del Reino de DIOS es una constante en la predicación de JESÚS, que la expresa de distintas formas. Ahora se trata de la pequeña semilla, que puede simbolizar el grupo de los doce, que en su mínima relevancia religiosa y social van a constituir el inicio de un gigantesco árbol, y a lo largo de los siglos construirán su provisional morada muchas personas y comunidades.
La otra parábola se entiende también: “el Reino de los Cielos se asemeja a la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina hasta que todo fermenta” (v.33). Podría ser un panadero el que trabaja la levadura mezclándola con la harina, pero aparece una mujer en la parábola como instrumento que pone en marcha el dinamismo del Reino de DIOS en el mundo. La fuerza principal de la mujer es la maternidad que realiza la aparición de la vida humana en este mundo. Otra aberración de la ideología dominante en este momento consiste en erradicar la dimensión maternal de la mujer, pues, dicen, de lo contrario la mujer no consigue su igualdad con el varón. La mujer -MUJER- es pieza clave en el Reino de los cielos. La profecía que recoge el protoevangelio cuenta con la Mujer: “la descendencia de la mujer te pisará la cabeza cuando tú intentes morder su calcañar” (Cf. Gen 3,15). La descendencia va en un doble sentido: la DESCENDENCIA es JESÚS, y la descendencia somos los hijos de DIOS, bautizados, que en el desierto sufrimos la persecución de la serpiente (Cf. Ap 12,17). La MUJER tiene desde entonces un cometido por parte de DIOS para instaurar el Reino de los cielos en este mundo: “mi Inmaculado Corazón triunfará”, reveló la VIRGEN MARÍA, a pesar de lo que estamos viendo, y lo que está por venir, la victoria es de DIOS y la está preparando.
San Pablo, carta a los Romanos 8,26-27
Los dones de DIOS que nos son dado mediante la Fe son para este mundo y la preparación para la Vida Eterna. La vida del cristiano es una vida en Esperanza: “la Salvación es en Esperanza, y una Esperanza que se ve ya no es Esperanza, pues cómo es posible esperar una cosa que se ve. Pero esperar lo que no vemos es esperar con paciencia” (v.24-25). La oración cristiana entra en la vivencia de la Esperanza que abre su contenido más denso cuando miramos hacia la Vida Eterna. Allí encontramos quiénes nos esperan, porque nos han precedido, y anhelamos el reencuentro. Aquí en esta vida es posible tener encuentros espirituales de diversa intensidad con el SEÑOR, pues para eso están los sacramentos, la Palabra revelada y la Santa Misa de modo especial; pero la vida cristiana va disponiendo los ánimos para encontrarnos definitivamente con el SEÑOR al que ahora reconocemos. Nos espera el PADRE, que envió a su HIJO a salvarnos y lo vio morir en la Cruz por cada uno en particular. Nos espera JESÚS, que prometió prepararnos un sitio, para que donde ÉL estuviera también estemos cada uno de sus seguidores (Cf. Jn 14,2-3). Nos espera el ESPÍRITU SANTO, que al mismo tiempo no deja de modelarnos durante esta vida. Nos espera la VIRGEN MARÍA que recibimos en multitud de advocaciones y devociones, haciéndose una muestra palpable de la infinita Gracia de DIOS dispensada para nosotros. Nos esperan los Ángeles, de forma especial nuestro Ángel de la Guarda, que no se separa un instante dándonos buenas inspiraciones, pero siempre en libertad y discreción, porque ese es su encargo, y lo cumple fielmente. La hermandad entre el Ángel y el hombre se vive en el camino de relación que tenemos en esta vida con él, manteniendo esta relación por toda la eternidad: los Cielos y la tierra hacen las paces por la sangre de JESUCRISTO (Cf. Col 1,20). Nos esperan los Santos, los confesores de la Fe y los mártires por CRISTO, porque se ha de completar el número de los redimidos (Cf. Ap 6,11). Nos espera nuestro santo patrono al que solicitamos su intercesión cuantas veces consideramos necesaria. Entre los santos nos espera san José, el Custodio del Redentor, patrono de la Iglesia y abogado para tener una buena muerte. Él sostuvo la familia de Nazaret y a ella nos incorporamos todos los bautizados. Nos esperan nuestros familiares y amigos con los que forjamos lazos de verdadera fraternidad cristiana. La Esperanza cristiana no es una espera en el vacío, pues tiene la plenitud de DIOS mismo y de todos los que están con ÉL. La Esperanza cristiana no es un recurso desesperado por el dramatismo de la muerte, pues sería un sucedáneo con escaso valor real.
La oración cristiana
“El ESPÍRITU SANTO viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; pero el ESPÍRITU SANTO mismo intercede por nosotros con gemidos inefables” (v.26) el ESPÍRITU SANTO viene a nuestros corazones y pone en él el mismo Amor de DIOS que nos hace pregustar lo que está en la Vida Eterna. La pobreza personal alcanza hasta el punto de desconocer lo que es importante para nuestra vida en orden a la otra. Esta indigencia o pobreza el ESPÍRITU SANTO la quiere paliar recurriendo a los “gemidos inefables”. La oración personal que surge de esta oración está en la línea de lo que recoge el mismo san Pablo, en el capítulo catorce de la primera carta a los de Corinto. La oración realizada es muy simple, pero exponerla por escrito puede resultar ininteligible. Si alguien tiene más interés léase algún libro sobre glosolalia, o busque en “youtube” algún video. Pero lo mejor sería que participase en algún momento en un grupo de oración de alabanza donde aparezca este don con naturalidad. San Pablo dice a los de Corinto, “oro en lenguas más que todos vosotros” (Cf. 1Cor 14).
Un misterioso lenguaje
“El que escruta los corazones escruta cuál es la aspiración del ESPÍRITU, y su intercesión a favor de lo santos es según DIOS” (v.27) En un lenguaje preconceptual propio de la glosolalia, el espíritu humano ora al PADRE ungido por la presencia del ESPÍRITU SANTO, y es inmediatamente entendido por el PADRE que reconoce la inspiración dada por el mismo ESPÍRITU que mora en el corazón del cristiano. Es una gran pérdida la ausencia de la oración en lenguas o glosolalia en nuestra vida particular y en la Iglesia en sus liturgias y reuniones comunitarias. DIOS escucha siempre el clamor de su Pueblo.