“DESCÚBRENOS SEÑOR TUS CAMINOS”, Salmo 24.

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  1. GUÍANOS CON LA VERDAD DE TU DOCTRINA:

 

En una sociedad donde se imponen ideologías falsas como criterios de actuar, tenemos que hacer un sano discernimiento para no caer en el mar de incertidumbres y el terreno confuso donde son sembradas ideas que matan la vida, destruyen la verdad e impiden el crecimiento del bien.

 

Hoy, parece ser que la verdad no tiene ningún valor y a lo más tiene un valor relativo, es decir, cada quien tiene derecho a tener su versión sobre la realidad y aunque sean contradictorias, ambas se tienen que aceptar por respeto a la persona, sin seguir los principios del conocimiento analítico (conocimiento que llega a las últimas causas de los cosas) ni del principio de no contradicción (dos juicios contradictorios entre si no pueden ser verdaderos los dos).

 

La verdad es lo que es (lo que no es, es mentira), es una adecuación del pensamiento a la realidad (no viceversa). La verdad no es una opinión o un juicio subjetivo sino que se fundamenta en la realidad del ser, ni siquiera en el pensamiento o idea. La verdad de la doctrina son los mandamientos de Dios, dejarnos conducir por su Palabra, por su Espíritu. La verdad es Jesucristo (Jn 14,6): Él es Dios, es Amor, es Salvador, es Mesías, es Redentor, es Hijo, es Amigo (Jn 15,13)

 

  1. TENEMOS EN TI NUESTRA ESPERANZA

 

En la situación actual de pandemia, donde se pierde la fe, el amor, los cuidados hacia los hermanos, donde se ponen en juego valores humanos como la solidaridad, la caridad y la justicia ¿qué nos queda? Jesucristo. Jesucristo es nuestra esperanza, nuestro anhelo de felicidad, nuestra certeza y seguridad, nuestra convicción de que no estamos solos y que Él marcha a nuestro lado. La esperanza es una virtud que exige confianza, creatividad y anhelo de una situación mejor, de una realidad cambiada, de un mundo diferente, de un futuro prometedor.

 

  1. TU AMOR Y TU TERNURA SON ETERNOS

 

Dios nunca cambia en su ser: siempre será bueno, siempre será amoroso, siempre será justo, siempre será santo. Los caminos de Dios nos llevan a la vida, por eso, debemos aceptar su llamada  al arrepentimiento y la conversión. Seguir los caminos de Dios implica renovar nuestros pensamientos y actitudes, seguir sus planes, escuchar su palabra y ponerla en práctica.

Pbro.  Cirspín Hernández Mateos.

Diócesis de Tuxpan.

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