La Santa Sede ha hecho público este medio día la nueva exhortación apostólica del Papa Francisco: Laudate deum, que pretende ser la continuación de Laudato si.
Grandes son los problemas que afectan en estos momentos a la Iglesia, pero para Francisco su gran preocupación es «la crisis climática». Con este nuevo documento papal, que bien podría haber sido escrito por Greta Thumberg, Francisco compra todos los mantras ideológicos de la ‘religión climática’ que promueve el globalismo.
A pesar de que la cuestión climática es algo muy discutido dentro de la comunidad científica, por mucho que los poderes globales hagan grandes esfuerzos por imponer una única visión sobre este tema, el Papa afirma en esta exhortación que «los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes».
El cambio climático es una evidencia, según Francisco
El Papa lamenta que «en los últimos años no han faltado personas que pretendieron burlarse de esta constatación» y lanza una severa afirmación al decir que «ya no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio climático». Para defender esta posición, elabora toda una teoría aportando datos históricos sobre la emisión de gases y el mínimo aumento de la temperatura del planeta.
El Pontífice sostiene en Laudato deum que «una abrumadora mayoría de científicos especializados en clima sostienen esta correlación y sólo un ínfimo porcentaje de ellos intenta negar esta evidencia».
«Lamentablemente la crisis climática no es precisamente un asunto que interese a los grandes poderes económicos, preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda», se lamenta Francisco.
El Obispo de Roma escribe que se ve «obligado a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica».
Para Francisco, algunas manifestaciones de esta «crisis climática ya son irreversibles al menos por cientos de años, como el aumento de la temperatura global de los océanos, su acidificación y disminución de oxígeno».
Fomento del multilateralismo entre Estados
Francisco defiende que «para que haya avances sólidos y duraderos, me permito insistir que «deben ser favorecidos los acuerdos multilaterales entre los Estados». Hablemos sobre todo de «organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales». La cuestión es que deben estar dotadas de autoridad real de manera que se pueda “asegurar” el cumplimiento de algunos objetivos irrenunciables. De este modo se daría lugar a un multilateralismo que no dependa de las circunstancias políticas cambiantes o de los intereses de unos pocos y que tenga una eficacia estable».
El Obispo de Roma escribe que «el mundo se vuelve tan multipolar y a la vez tan complejo que se requiere un marco diferente de cooperación efectiva». Para Francisco, ya «no basta pensar en los equilibrios de poder sino también en la necesidad de dar respuesta a los nuevos desafíos y de reaccionar con mecanismos globales ante los retos ambientales, sanitarios, culturales y sociales, especialmente para consolidar el respeto a los derechos humanos más elementales, a los derechos sociales y al cuidado de la casa común. Se trata de establecer reglas globales y eficientes que permitan “asegurar” esta tutela mundial». Con esta última afirmación, el Papa se muestra partidario de destruir la soberanía nacional de los países en pro de un poder supremo que establezca políticas comunes para todos los países.
En defensa de los ultras climáticos
«Los Emiratos Árabes Unidos hospedarán la próxima Conferencia de las Partes (COP28). Es un país del Golfo Pérsico que se caracteriza por ser un gran exportador de energías fósiles, si bien ha hecho importantes inversiones en energías renovables. Mientras tanto, las empresas de gas y petróleo ambicionan nuevos proyectos allí para ampliar más aún la producción. Decir que no hay nada que esperar sería un acto suicida, porque implicaría exponer a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los peores impactos del cambio climático», escribe el Pontífice.
En esta exhortación, Francisco pide que «terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, “verde”, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos. Aceptemos finalmente que es un problema humano y social en un variado arco de sentidos. Por eso se requiere un acompañamiento de todos».
El Papa Francisco escribe que «suelen llamar la atención en las Conferencias sobre el clima las acciones de grupos que son criticados como “radicalizados”. Pero en realidad ellos cubren un vacío de la sociedad entera, que debería ejercer una sana “presión”, porque a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos». El Papa, con esta última afirmación, parece defender y legitimar las acciones violentas de los grupos ultraecologistas que cortan carreteras, se pegan con las manos a las obras de arte en museos o pintan y vandalizan fachadas de tiendas y empresas.