El proceso judicial del Vaticano contra el cardenal Giovanni Angelo Becciu, tuvo su origen en un grupo de espías que susurraban mentiras al oído de Francisco, se confirma este martes en Roma.
EWl cardenal Becciu estuvo durante mucho tiempo en el punto de mira de L’Espresso (propiedad del oligarca Donato Ammaturo). Y en octubre de 2019, L’Espresso reveló negociaciones entre la Secretaría de Estado vaticana y el financiero Raffaele Mincione para la compra de un palacio en Londres, intentando arrojar sombras sobre la gestión financiera del Vaticano.
Al mismo tiempo, en el Vaticano, algunos miembros del círculo mágico de Francisco convencieron al Papa de que el cardenal Becciu estaba «robando el dinero del Vaticano».
Así que, el jueves 24 de septiembre de 2020, Francisco convocó a Becciu y le llamó ladrón, mientras sostenía un ejemplar de L’Espresso que aún no estaba a la venta.
Esta es la historia de lo que realmente pasó:
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Que el proceso del siglo tuvo su origen en un grupo de espías que susurraron falsedades al oído del Papa, está documentado en las propias actas de ese proceso. Y hay una fecha, que se convierte en la piedra angular del complot contra el cardenal: el 24 de septiembre de 2020.
En ese momento Becciu llevaba algún tiempo en el punto de mira de L’Espresso, que en octubre de 2019 había revelado la negociación entre la Secretaría de Estado y el financiero Raffaele Mincione para la compra de un edificio en Londres, con un artículo acompañado de un «documento muy secreto», con el fin de ensombrecer la gestión de los fondos del Peter’s Pence.
Una investigación que ahora sabemos nació a raíz de las intrusiones ilegales en las bases de datos realizadas, meses antes de la exclusividad, por el financiero Pasquale Striano sobre los principales protagonistas de la negociación, pero no sobre Becciu.
El cardenal se convierte en objeto del ataque mediático del semanario, mientras, al otro lado del Tíber, un grupo de personas cercanas al Pontífice convence a Bergoglio de que Becciu robó dinero del Vaticano, hasta el punto de que el Papa, el jueves 24 de septiembre de 2020, convoca a sus más fieles y le lanza a la cara y le acusa de ladrón, mientras sostiene en sus manos un ejemplar en primicia de L’Espresso, que saldría a la venta en los quioscos hasta el domingo siguiente.
El Papa dice abiertamente al cardenal que no se trata del asunto del palacio de Londres, del que Becciu no habría sido responsable, y sólo le acusa de la falsa acusación de haberse embolsado 100.000 euros del Óbolo de San Pedro. Una historia basada en dos mentiras, que el propio Papa sacó a la luz sin saberlo.
- La primer mentira se refiere precisamente a la sustracción de esos 100 mil euros, transferidos por la Secretaría de Estado a las cooperativas Spes, destinados a la construcción de la Ciudad de la Caridad, fuertemente apoyada por la diócesis de Ozieri para los pobres.
Los espías dijeron a Bergoglio que un financiero descubrió que el dinero había sido retirado para asuntos personales por el hermano de Becciu, que podía operar en las cuentas de la cooperativa.
Una burda falsedad, que se manifestó con todo su dramatismo durante el juicio, en el que se demostró que había hasta 500 mil euros en la cuenta de la cooperativa y el propio obispo de Ozieri garantizó que los 100 mil euros no habían sido robados en absoluto. pero estaban regularmente en el banco.
- A la primera gran mentira le sigue la segunda: que el Departamento de Finanzas verificó la retirada e informó a la justicia vaticana. Sin embargo, no hay ninguna investigación oficial por parte de la Fiamme Gialle sobre las cuentas ni ninguna carta rogatoria de los magistrados vaticanos para obtener los resultados de la investigación fantasma.
¿Quiénes son entonces los financieros a los que se refiere el Papa que accedieron ilegalmente a las bases de datos para espiar a Becciu?
Un enigma que ahora podrían resolver los investigadores que investigan el expediente antimafia y que, desde hace unos días, cooperan con el Vaticano.
Por otra parte, la investigación del fiscal de Perugia, Raffaele Cantone, ha certificado ahora que en Italia un grupo de espías, entre ellos financieros, magistrados y periodistas, utilizaron información de cuentas bancarias para realizar supuestos expedientes.
Sin mencionar que los nuevos hallazgos de la investigación han rastreado los contactos de Striano en el Vaticano, que tenía una tarjeta para acceder a la Santa Sede y se puso a disposición de agentes de servicio que pedían SOS a religiosos influyentes, como lo demuestran las intrusiones ilícitas a monseñor.
Giovanni Ermes Viale, realizado a petición del 007 Silvio Adami en un momento de tensiones entre el Papa y Viale, que también fue defenestrado tras el espionaje de Striano.
Tanto más cuanto que de la actividad ilícita del propio Striano surgió el juicio del siglo contra Becciu y los demás en cuestión. Y que nuevamente gracias a oscuros espías, que resultaron ser mentiras, el Papa quedó convencido de que Becciu había robado el dinero del Óbolo.
Por RITA CAVALLARO.
MARTES 24 DE SEPTIEMBRE DE 2024.
IL TEMPO/FARO DI ROMA