…‘De veras este hombre era Hijo de Dios’…

Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo
Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo
  • Pasión  de Nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (forma breve*): 15, 1 – 39

*Forma breve, omitiendo en esta transcripción lo que se narra de Barrabás: versículos 6-15

¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?

Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el sanedrín en pleno, para deliberar. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Éste le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Él respondió: “Sí lo  soy”. Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: “¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan”. Jesús ya no le contestó nada, de modo que Pilato estaba muy extrañado.

(Se omiten versículos 6 – 15) … les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.

Le pusieron una corona de espinas     

Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron a todo el batallón. Lo vistieron con un manto de color púrpura, le pusieron una corona de espinas que habían trenzado, y comenzaron a burlarse de él, dirigiéndole este saludo: “¡Viva el rey de los judíos!”. Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminadas las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo.

Llevaron a Jesús al Gólgota

Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí de regreso del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y llevaron a Jesús al Gòlgota (que  quiere decir “lugar de la Calavera”). Le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver qué le tocaba a cada uno.

Fue contado entre los malhechores

Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: “El rey de los judíos”. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la escritura que dice: Fue contado entre los  malhechores.

Ha salvado a otros  y a sí mismo no se puede salvar

Los que pasaban por ahí lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole: “¡Anda! Tú que destruías  el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz”. Los sumos sacerdotes se burlaban también de él y le decían: “Ha salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos”. Hasta los que estaban crucificados con él también  lo insultaban.

Y dando un fuerte grito, Jesús expiró

Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente: “Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?” (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: “Miren, está llamando a Elías”. Uno corrió a empapar una esponja  en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: “Vamos a ver si viene  Elías a bajarlo”. Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes.  

Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El oficial romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: “De veras este hombre era Hijo de Dios”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

COMENTARIO: 

  1. Con el domingo de Ramos de la Pasión del Señor, iniciamos las celebraciones de la Semana Santa, de la Semana Mayor. Y ello señala una clara división entre la preparación de cuaresma y la celebración del misterio pascual de Cristo. En la cuaresma, durante 40 días desde el miércoles de ceniza hasta llegar al domingo de Ramos, nos hemos preparado espiritualmente para celebrar el misterio pascual de Cristo, consistente en su pasión, muerte y resurrección.
  1. Todas las veces que celebramos la Misa, celebramos este misterio pascual del Señor, por ello, después de las palabras de la institución (de la consagración), aclamamos diciendo:  ¡Anunciamos tu muerte Señor, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús! Y desde nuestro bautismo hemos participado espiritualmente en la muerte y resurrección del Señor.
  1. Pero, siguiendo una tradición de dos mil años, una vez al año, en las mismas fechas de la pascua judía en las que se ofreció Cristo como cordero pascual, significando con ello que Él era el mesías esperado y el redentor, la Iglesia, el “nuevo Israel”celebra el triunfo de Cristo. Y lo celebra con toda solemnidad, y con todo detalle de historicidad, conmemorando lo que sucedió en cada uno de los días del Triduo pascual (jueves, viernes, sábado santos y domingo de resurrección), precedidos por la celebración -el domingo de ramos- de la entrada triunfal del Señor en Jerusalén.
  1. Herencia hermosa de esa celebración bimilenaria del misterio pascual del Señor, es la tradición de celebrar cada año en la Vigilia Pascual, los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo, confirmación y Eucaristía), que hasta el día de hoy está vigente, teniendo dichos sacramentos en el misterio pascual del Señor, todo su sentido y profundidad.
  1. Tomemos conciencia de que en la semana santa se llevan a cabo las celebraciones más profundas e importantes de la fe cristiana. Son días primordialmente para celebrar la fe, para vivir espiritualmente el misterio de Cristo, para vivir nuestra fe en Él. Si logramos además descansar y estar con la familia, está bien, pero el fin principal es la celebración de la fe, es más, esta celebración debe ser en familia. Si hacemos así, nuestra familia estará especialmente bendecida, y tendremos la alegría de compartir de verdad la fe.
  1. En este domingo de ramos de la Pasión del Señor (al igual que el viernes santo) se proclama el evangelio de la Pasión del Señor. Todos los grandes santos han meditado la Pasión de Cristo, simbolizado ello, en muchas imágenes de los santos con un crucifijo en sus manos o ante sus ojos. Y es que la Pasión del Señor es un misterio tan grande, profundo y lleno de amor divino, que en dos mil años de meditación sobre la Pasión entre todos los santos juntos, no han logrado agotar dicho misterio, ni nadie nunca lo logrará. En este breve espacio, sólo haremos algunas reflexiones, siendo muy provechoso que cada uno, en casa, repase el texto completo de la Pasión del Señor, y medite un aspecto de la Pasión cada día, e igualmente se ayude de tanto en tanto con la devoción del rezo del Santo ‘Via Crucis’.

7. ALGUNAS  REFLEXIONES SOBRE EL TEXTO  DE LA  PASIÓN:

a) “Pilato…les soltóa Barrabás, y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregópara que lo crucificarán”: aparece así como Jesús, el cordero inmaculado, muere en lugar del hombre lleno de pecado; el justo sufre por los pecadores, y sufre la crucifixión. Cada uno de nosotros, en cierta forma, hemos sido Barrabás, por quien Jesús ha muerto.

b) “Lo vistieron con un manto de color púrpura, le pusieron una corona de espinas que habían trenzado…Le golpeaban la cabeza con una caña…”: Jesús verdaderamente es Rey, pero el mundo no lo conoce, y por ello las burlas llenas de incredulidad: falsamente le otorgan una púrpura de Rey,  le ponen una corona de espinas y golpean su cabeza, haciéndolo sufrir. En verdad, como Jesús dijo: “no saben lo que hacen”, de saberlo morirían de puro terror, golpear al Dios todopoderoso, al único justo, atraerse el castigo divino… Nosotros también, cuando pecamos y ofendemos al Señor, en verdad no sabemos lo que hacemos, no tenemos idea de la trascendencia negativa de nuestros actos; sólo por la misericordia de Cristo que clama a su Padre intercediendo por nosotros, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”(Lc 23,34), es que podemos esperar salvación y misericordia.

c) “Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Asíse cumplióla Escritura que dice: ‘Fue contado entre los malhechores’”: Efectivamente, Cristo sufrió en lugar nuestro, para redimirnos de nuestros pecados, por ello tomó el lugar de un malhechor, o mejor dicho, de todos nosotros, pecadores. Ante el crucifijo, debemos sentirnos motivados por la manifestación del incondicional amor de Cristo, motivados para reconocer nuestros pecados, para tener propósitos de enmienda, para estar eternamente agradecidos con Cristo, para también ser misericordiosos con los demás, como Cristo lo ha sido con nosotros.

d) “Ha salvado a otros, pero a símismo no se puede salvar”: esta burla de los sumos sacerdotes está llena de crueldad, de insensatez y de incredulidad; de crueldad, pues ellos sabían que Jesús no había hecho nada para merecer ser crucificado, y ellos a sabiendas habían buscado su muerte, y ahora se regocijaban al ver su obra culminada. Algo muy deplorable, cuántos seres humanos hay que se regocijan en la muerte del prójimo, aunque sea inocente; en ello hayan realización, ¿no será que ellos necesitan totalmente a Dios para no ser así?; pero el hombre, libre e increíblemente rechaza la ayuda y la misericordia de Dios, labrándose un horrible destino eterno. De insensatez y de incredulidad: la incredulidad es una insensatez, Dios te da todo para llegar a la verdad y creer profundamente en él, pero el hombre rechaza a Dios. Los judíos habían visto todo para creer en Jesús, su persona, su doctrina, sus milagros, el cumplimiento en Él de las profecías, etc. Pero prevalece su insensatez y por tanto su incredulidad, negando hasta lo evidente, al grado que decidieron matar a Jesús por haber hecho el milagro de la resurrección de Lázaro (cf. Jn 11,53). Su insensatez la evidencian ellos mismos, pues reconocen que Jesús ha podido salvar a otros, se refieren a los milagros que han demostrado que Jesús es Dios. De ese poder omnipotente mostrado por Cristo, deducen insensatamente una conclusión, que Jesús no se puede salvar a sí mismo, conclusión del todo ilógica, si Jesús ha podido antes mostrar su poder salvador ¿por qué ahora no podría? Para ellos permanecía oculta la voluntad de Cristo de entregar voluntariamente su vida en redención de todos. La resurrección de Cristo, prueba absoluta de su divinidad y poder, también será rechazada por ellos, mostrando la insensatez profetizada por Cristo: “Y le dijo: si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se dejarán persuadir si un muerto resucita” (Lc 16,31). Líbrenos Dios de llegar a la insensatez de pensar que Cristo no está presente y actuante en medio de nosotros, sólo por que no lo vemos mostrarse como a nosotros nos gustaría. Líbrenos Dios de la insensatez que nos lleva a la insolencia de un supuesto conocimiento que nos sitúa arriba de sus designios. También aquellos sumos sacerdotes pensaban que Jesús era un derrotado, y que ellos eran los triunfadores. Pobres insensatos, su propia muerte acabó de verificarles todo lo contrario.

e) “Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró”: momento contundente en la historia de la humanidad; hemos logrado con todos nuestros pecados, nuestra soberbia y podredumbre dar muerte al Mesías que nos fue enviado; la humanidad lo ha logrado, esa humanidad inducida por el demonio, aquel que piensa que ha triunfado sobre Cristo. Ha logrado dar muerte al Mesías, lo que no sabe ni la humanidad pecadora ni el demonio es que la muerte en la cruz es la absoluta victoria del Señor. El momento es tan contundente que en nuestra liturgia de este domingo de ramos y en la del viernes santo, se nos pide ponernos de rodillas, para reconocer la derrota de la humanidad, el triunfo del amor y obediencia de Cristo, e implorar misericordia. Por haber obedecido hasta la muerte, triunfando sobre todo el pecado de la humanidad, sobre el demonio y sobre el mundo, enemigo de Dios, el Padre otorga a Cristo “el Nombre sobre todo nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”(Flp 2,9-11).

f) “El oficial romano…dijo: ‘De veras este hombre era Hijo de Dios’”: Jesús es signo de contradicción según la profecía que se hizo sobre Él cuando fue presentado de pequeño en el Templo. Junto a la soberbia de los sumos sacerdotes, está la conversión de un oficial romano, pagano él, que confiesa lo que es evidente a un hombre de corazón abierto a Dios: ‘De veras este hombre era Hijo de Dios’. Si tenemos un corazón que se abre a la gracia de Dios, llegaremos al puerto de la salvación, reconociendo a Cristo como nuestro Salvador. Como el oficial romano, ante Jesús crucificado, que siempre podamos reafirmarnos en nuestra fe: Jesús, que ha muerto por mí, verdaderamente es el Hijo de Dios. Si no me separo de él, jamás perderé mi alma.

8. Que por intercesión de la Virgen Santísima, que supo estar con Cristo hasta el final, siempre al pie de la cruz, y con la firme esperanza en la resurrección del Señor, participemos con fruto en todas las celebraciones de la Semana Santa, y mejor si es en familia; que la Virgen Santísima nos obtenga en esta semana santa la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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