De la arquidiócesis de Xalapa.»Vida digna, un derecho humano para todos»

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

Se debe anteponer, con la fuerza del alma, el interés común a los intereses personales. Solo así los problemas de inseguridad, pobreza y corrupción de la sociedad actual podrán encaminarse por los caminos que conducen a la justicia y la paz. La perseverancia en la búsqueda del interés común para configurar una sociedad solidaria ayudará a evitar los pretextos personales e institucionales que justifican la falta de compromiso y solidaridad con los más desposeídos. La búsqueda del bien común, con su correlativo compromiso personal e institucional, irá acrecentando el anhelo de una sociedad justa y solidaria que pueda integrar, en el desarrollo integral, a los que han sido marginados y empobrecidos por la indiferencia e insensibilidad de los que pueden ayudarlos a superar todo tipo de pobreza.

La propuesta del Evangelio de Jesucristo tiene una dimensión social que implica ser solidarios y justos con los más necesitados, para liberarlos de todo tipo de esclavitud. El Evangelio de Cristo recuerda y advierte a todos, especialmente a los que quieren poner en práctica el amor a los demás, que la condición para vivir las enseñanzas de Cristo es la confianza intensa en el amor de Dios. El Evangelio de San Mateo expresa en estos términos dicha confianza: “No teman a los que solo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. ¿Acaso un par de pájaros no se venden por unos centavos? Pero ni uno de ellos cae en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a ustedes, hasta sus cabellos están contados. Por lo tanto, no tengan miedo” (Mt 10,28.30.31). Dios, Padre rico en misericordia, es quien nos invita a confiarle nuestra vida para tener la fuerza y la valentía de aspirar a vivir dignamente como ciudadanos.

El capítulo 10 de San Mateo nos ha señalado la fuente de inspiración para vivir en favor de los más necesitados y, ahora de manera puntual, los obispos mexicanos nos indican, en su Carta Del Encuentro con Cristo a la solidaridad con todos, la dirección luminosa para incidir y promover un cambio concreto para nuestra sociedad mexicana: “Una vida digna es derecho de todo ser humano. En México, el tema reviste particular urgencia por la situación deplorable en la que viven millones de hermanos, excluidos del desarrollo y sin probabilidades reales de ingresar a él. Quienes han detentado el poder económico y político no han logrado crear las condiciones adecuadas y suficientes para superar la pobreza: De hecho, los pobres son cada vez más numerosos, víctimas de determinadas políticas y de estructuras frecuentemente injustas” (Número 307). La vida digna como derecho humano será una realidad en nuestra patria, en Veracruz y en Xalapa, sólo con la condición de que vivamos la fuerza del Evangelio en cada situación en la que vivimos cotidianamente.

Pbro. Juan Beristain de los Santos

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