De la arquidiócesis de Xalapa. «El compromiso social de la fe»

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

La Iglesia es de Cristo. Ella es alimentada por Él con la sagrada escritura y con vida de los sacramentos.

Cada día se cree en Cristo. La fe en Cristo es dinámica para cada día. Esta fe nos lleva a vivir como personas redimidas para transformar las condiciones culturales y políticas que nos rodean. El Papa Francisco nos recuerda y nos deja claro, en su Exhortación Apostólica sobre el llamado a la santidad en el mundo actual, el criterio fundamental y verdadero del creyente en Cristo: “Gracias a Dios, a lo largo de la historia de la Iglesia quedó muy claro que lo que mide la perfección de las personas es su grado de caridad, no la cantidad de datos y conocimientos que acumulen”. (Núm. 37). Esta caridad es dada a cada cristiano por medio del Espíritu Santo para vivir siempre comprometidos en todos los asuntos temporales y espirituales que competen a la comunidad de hombres y mujeres.

Los bautizados en Cristo, muerto y resucitado por amor, no pueden vivir en la superficialidad de la vida humana. El creyente, al ser transformado por el amor de Cristo resucitado, debe buscar como tarea fundamental permanecer unido al Resucitado, para poder innovar y encontrar caminos que lo conduzcan a la plenitud de la vida mediante el servicio a los demás, hasta conformar una nueva sociedad más solidaria y fraterna.

La meta primera de la existencia del creyente será vivir de la oración en Cristo. Con la vida de oración, el creyente tendrá la sabiduría y sensibilidad para transformar todas las circunstancias y contextos que le toquen vivir. La vida no cesa de presentarnos dificultades y problemas. Hoy no hemos podido superar la violencia, la pobreza, la corrupción, la inseguridad y tantos rezagos que siguen pendientes. Vivamos siempre de la oración de Cristo hasta que nuestra esperanza sea fuerte y podamos construir la unidad nacional, donde todos, sin excepción alguna, participemos en la solución de los problemas hasta que México tenga vida digna.

Pbro. Juan Beristain de los Santos

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