«El Cártel Médico» lo integran las aseguradoras, las grandes farmacéiticas, cadenas hospitalarias y organismos reguladores.
En dos reciente entrevistas, el candidato independiente a la presidencia Robert F. Kennedy Jr. continuó exponiendo argumentos convincentes de que las enfermedades crónicas son quizá el mayor problema -aunque pasado por alto e ignorado- al que se enfrenta Estados Unidos, y que es probable que se produzcan por diseño.
Echó toda la culpa a lo que él denomina «el cártel médico«, formado por las grandes farmacéuticas, los organismos reguladores gubernamentales, los hospitales (que, según dijo, «son todos propiedad de fondos especulativos») y las aseguradoras.
«El más enfermo nosotros obtener, más rico ellos conseguir», dijo Kennedy, quien explicó además que los Institutos Nacionales de Salud (NIH) han cambiado silenciosamente su enfoque de ayudar a los estadounidenses a prevenir y recuperarse de enfermedades a encontrar formas de «monetizar la ciencia para la industria farmacéutica».
Kennedy respaldó sus afirmaciones con algunas estadísticas asombrosas.
«El seis por ciento de los chavales tenía una enfermedad crónica cuando mi tío era presidente», dijo RFK Jr. refiriéndose a su tío, John F. Kennedy, que fue presidente de 1961 a 1963. Ese porcentaje se ha multiplicado por 10 y ahora asciende al 60% de los jóvenes.
«Uno de cada 10.000 de mi generación tiene autismo«, señaló, haciendo hincapié en que hablaba de un autismo «en toda regla», caracterizado por «no hablar, no ir al baño, golpearse la cabeza, estimularse, caminar con los dedos de los pies, agitar las manos… sensibilidades táctiles y lumínicas».
«Uno de cada 34 de la generación de mis hijos» está diagnosticado de autismo, dijo Kennedy. «Uno de cada 22 chicos».
Dijo que hoy es difícil encontrar a un joven que no padezca algún tipo de enfermedad crónica.
Las enfermedades crónicas nos están llevando a la quiebra
«El 4% de nuestro PIB (Producto Interior Bruto) se destinaba a sanidad cuando mi tío era Presidente», dijo Kennedy. «Hoy lo hace el 20 por ciento».
«El 93% de las solicitudes de Medicare se refieren a enfermedades crónicas», dijo al tiempo que señalaba que el país gasta en sanidad más del triple que en defensa.
«Los militares ya no pueden reclutar jóvenes. Están muy dañados».
Las enfermedades crónicas «están llevando a nuestro país a la bancarrota y aumentando exponencialmente, y nadie lo menciona», afirmó.
Estamos envenenando en masa a esta generación de niños.
Lo más inquietante es la descripción que hace Kennedy del espectacular aumento de las enfermedades crónicas entre los niños de Estados Unidos, una trayectoria cada vez más pronunciada que, según él, comenzó en 1989.
«Estamos envenenando en masa a esta generación de niños».
Vimos esta explosión de trastornos del neurodesarrollo. TDA, TDAH, retraso del habla, retraso del lenguaje, tics, trastornos del sueño, síndrome de Tourette, narcolepsia, TEA/autismo, todas estas enfermedades de las que, antes de 1989, nunca habíamos oído hablar. No conocíamos a nadie que las padeciera.
Y entonces, todas las enfermedades autoinmunes explotaron de repente ese año. Diabetes juvenil, artritis reumatoide, enfermedades exóticas como la enfermedad de Crohn y el lupus. De repente, todos estos niños las contrajeron (y) están enfermos.
Y las enfermedades alérgicas aparecen de repente… en 1989.
«¿Por qué hay Epipens en todas las aulas?», preguntó. Porque las alergias a los cacahuetes entre los niños empezaron a proliferar a principios de la década de 1990.
«¿Por qué hay inhaladores de Albuterol en las aulas? Porque los casos de asma infantil empezaron a aumentar en ese mismo periodo de tiempo. Uno de cada ocho niños negros tiene ahora asma, señaló.
«El Congreso pidió a la EPA que estudiara en qué año comenzó la epidemia de autismo», dijo Kennedy, y la agencia «volvió con un estudio real, y lo que dijeron en ese estudio es que 1989 era una línea roja. Ese es el año en que empezó».
Por Doug Mainwaring.
Life Site News.