La verdad es que Hamás y Netanyahu se alimentan mutuamente. Para existir se necesitan unos a otros.
Para existir y fortalecerse, el odio siempre necesita un enemigo capaz de odiarse al menos tanto como a sí mismo.
Las políticas opresivas de los gobiernos israelíes contra la prisión al aire libre de Gaza constituyen el combustible para el reclutamiento masivo de terroristas y sus acciones son el tesoro del paquete electoral de Netanyahu. Y en estas condiciones es un ejercicio infantil inútil preguntar quién empezó primero, señalar con el dedo, repartir licencias de verdugo. Parece que todo el mundo lo estaba esperando.
Es trágico que tanto Hamás como Netanyahu presten lo peor de sus servicios a sus respectivos pueblos. Sólo logran garantizar miedo, sufrimiento, duelo y destrucción. Y que quede claro que estas consideraciones no están dictadas por la oportunidad diplomática políticamente correcta de la equidistancia, así como una cercanía absoluta con las poblaciones israelí y palestina. Por más trágico que parezca, estos días se está sembrando la brutalidad que se producirá mañana.
La esperanza es siempre que alguien pueda encontrar el coraje de renunciar a la violencia de la represalia, de la venganza, de la violencia, sorprendiendo al prójimo y barajando las cartas.
Por TONIO DELL’OLIO.
Martes 10 de octubre de 2023.
Roma, Italia.