Las razones por las que el cristiano debe ejercitar la virtud de la paciencia son al menos cuatro:
1) el deber de conformarse a la voluntad de Dios ;
2) el recuerdo de los sufrimientos de Jesús y María ;
3) la necesidad de enmendar los propios pecados ;
4) la necesidad de cooperar con Cristo en la obra de la redención.
Primera razón: el deber de conformarse a la voluntad de Dios.
Dios sabe mejor que nosotros lo que necesitamos y por eso nos envía pruebas y sufrimientos. Por eso, debemos abandonarnos a Dios, aceptando con confianza todo lo que Él permite en nuestra vida. El Salmo 54 dice: “ Echa tu ansiedad en el seno del Señor, y él te sustentará”.
Segunda razón: el recuerdo de los sufrimientos de Jesús y María, modelos de perfecta paciencia.
A todo cristiano se le exige “cristificarse”, es decir, tomar a Cristo como modelo (obviamente no totalmente alcanzable).
En cierto modo, también los cristianos están llamados a “marianizarse”, en el sentido de que, siendo la Inmaculada Concepción la mayor idealización del género humano, también todos están llamados a emular a la Virgen. Bueno
¿Cómo fue la vida de Jesús y María aquí en la tierra? Una vida marcada por pruebas y sufrimientos, todo vivido con la máxima paciencia. Así pues, el cristiano debe conformarse con todo esto y debe también ejercitar la virtud de la paciencia.
Tercera razón: la necesidad de reparar los propios pecados con una aceptación voluntaria y serena de las pruebas.
Cristo salvó con su Pasión y Muerte. El cristiano también debe enmendar y compensar a la justicia divina los pecados cometidos aceptando con paciencia todas las pruebas que la Divina Providencia permita en su vida.
Cuarta razón: la necesidad de cooperar con Cristo en la obra de la redención.
San Pablo dice en Colosenses 1,24 que es necesario completar lo que falta a la Pasión de Cristo . Es evidente que en sí misma a la Pasión de Cristo no le falta nada ontológicamente, pues Jesús es Dios, y por tanto cada una de sus acciones tiene en sí misma un valor infinito; Pero al cristiano se le exige todavía participar en esta Pasión, como unido a Cristo y miembro del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia.

Por CORRADO GNERRE.