La Iglesia en Mozambique lleva meses denunciando la extrema violencia con la que Estado Islámico está sellando sus avances en el norte del país, situado en el sureste de África.
El 24 de marzo los yihadistas atacaron Palma, al sur de la frontera con Tanzania, una localidad de cincuenta mil habitantes convertida ahora en una ciudad fantasma de la que llegan informaciones alarmantes, como el hallazgo de doce ciudadanos extranjeros, que se habían refugiado en un hotel, maniatados y decapitados. Algo que no es una excepción, sino la norma en la actuación de los islamistas.
Denuncian la pasividad del mundo
Recientemente, el padre Antonio Chamboco, que se encontraba fuera de Palma cuando comenzó el ataque, manifestó a Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés) su «dolor y tristeza» por lo que le haya podido pasar a sus parroquianos, con quienes ha convivido un año: «Pude comunicar con dos coordinadores de la comunidad católica durante la primera fase el ataque. Mientras las redes funcionaron, me informaron de los tiroteos, pero cinco minutos después se cortó la comunicación«. No sabe si los fieles han sido asaltados o la iglesia destruida, pero toda la información que llega hace temer lo peor.
«Hemos recibido imágenes de vídeo impresionantes» de personas decapitadas y cuerpos mutilados, confiesa Ulrich Kny, director de los proyectos de ACN en el país, «que no podemos compartir porque dañarían la dignidad humana por su brutalidad. Los terroristas parecen querer causar el mayor daño posible y siembran el mayor horror en su delirio de destrucción. Nos preguntamos cuántas muertes más tiene que haber antes de que el mundo haga algo para detener esta violencia. Estas vidas parece que no importan».
Eduardo Roca, misionero español en el norte de Mozambique en una zona de mayoría musulmana, junto a algunos de sus feligreses.
El jueves, presidentes de países miembros de la Comunidad de Desarrollo de África Austral pidieron también “una respuesta regional proporcionada” ante el terrorismo islámico en el norte de Mozambique y sus atentados «contra civiles inocentes”.
Ayuda para los refugiados
Por su parte, ACN pide ayuda para las Iglesias locales que están acogiendo miles de refugiados: «Recemos por la gente, por quienes lo han perdido todo y por quienes están desaparecidos o escondidos. El mundo no puede ignorar este drama«.
El padre Chamboco ha consagrado particularmente el tiempo de Pasión a orar por los cristianos en peligro: «Durante esta Semana Santa hemos pedido que Cristo, con su sufrimiento, muerte y resurrección, alivie a quienes sufren ahora. Tenemos que rezar y confiar en Dios para ayudar y resolver estos problemas en la provincia de Cabo Delgado», a la que pertenece Palma y que sufre de la violencia islamista desde 2017, con más de 670.000 desplazados y 2500 muertos contabilizados a finales de 2020.
ReL.