Critican Obispos que SEP abriera nuevo ciclo escolar sin dotar de elementos clave para un efectivo aprendizaje del estudiante

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Obispos mexicanos exigieron a la Secretaría de Educación Pública (SEP), conformar una política de Estado que beneficie tanto de los padres de familia, como a maestros y directivos de escuelas públicas y privadas, quienes a lo largo de estos cuatro meses han sido abandonados y no han tenido un óptimo acompañamiento institucional.

En un comunicado de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), lanzaron estas interrogantes que, consideraron, se deben tomar en cuenta para un máximo aprovechamiento del alumno: ¿cómo resolver dudas en casa?, ¿cómo lograr que las brechas de conectividad no lo sean de aprendizaje, que afecten precisamente a los más desfavorecidos?, Y, ¿cómo el magisterio va a ser apoyado, de forma tal que cada maestra y maestro sean protagonistas, y no receptores pasivos, de lo que se logre con los libros de texto y la programación de televisión, radio o medios digitales?

Asimismo, instaron a las autoridades civiles, asociaciones de escuelas y padres de familia, investigadores y académicos de la educación, sindicatos y gremios magisteriales, así como la sociedad civil, iglesias, empresarios y todo los sectores en general, “a voltear a cada escuela, reconociendo en todas ellas un bien público al que tenemos que promover y apoyar corresponsablemente”.

Sobre la labor de los padres de familia, reconocieron que “saben valorar mucho más el servicio educativo de las instituciones escolares”; sin embargo, “les pedimos que no las vean más como aquellas que les eximen de su derecho y deber, ni de ser los primeros responsables de la educación de sus hijos”.

Señalaron que el Sistema Educativo Nacional está frente a un nuevo ciclo escolar, a través de los medios de comunicación y los digitales, del que confiaron en cada persona y en la comunidad educativa en su conjunto, para volver a clases a distancia, y en el futuro en una presencia escalonada con todos los cuidados y medidas precautorias posibles.

“Esto implica tiempo, preparación, cambiar hacia esa cultura del cuidado y, por supuesto, un esfuerzo de enorme generosidad por parte de todos. ante este desafío, no podemos correr, sino ser sumamente prudentes”, agregaron.

Alertaron que en nuestro País son muchos los niños que corren el riesgo de quedarse fuera de las aulas y, con ello, no sólo interrumpir su desarrollo en el futuro, sino sumergirse en un presente de ocio negativo, de descuido y abandono, de riesgo frente a otros males sociales.

Por lo anterior, señalaron que “es tiempo de pensar: ¿Cómo regresar? Y, ¿Para qué regresar?, Pero sobre todo, ¿Qué es lo que necesitamos cambiar?, Pues hoy las circunstancias nos exigen una educación muy focalizada, que deje la ambición de cubrir los enormes temarios y, en contraste, nos centremos en los aprendizajes esenciales: desarrollar la civilidad, la atención solidaria y creativa para enfrentar el arduo presente, así como el futuro que se nos avecina”.

Tras definir a los maestros como los actores principales de la educación formal, llamaron a que renueven sus criterios de servicio y redoblen su compromiso por la educación. “Sabemos que lo virtual es útil, pero profundamente insuficiente. Los procesos educativos requieren de diálogo y encuentro, de compartir la vida, no sólo de recibir información”.

El documento está firmado por Mons. Enrique Díaz Díaz, Obispo de Irapuato
y Responsable de la Dimensión Episcopal de Pastoral Educativa y Cultura de la CEM,  Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey, y Presidente de la CEM, así como por Afonso G. Miranda Guardiola, Obispo Auxiliar de Monterrey, y Secretario General de la CEM.

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