Contra todo pronóstico, tal como David vs Goliat, ‘Sound of Freedom’ de Eduardo Verástegui conquista la taquilla: Todo un éxito

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Las grandes corporaciones cinematográficas de Estados Unidos, visiblemente interesadas en el adoctrinamiento sodomítico de los niños a través de la incrustación de personajes y argumentos pro LGBTIQ en sus películas, parecen operar en favor de las mafias dedicadas a la explotación sexual de menores, al boicotear la exhibición de films que exhiben las crueldades que se cometen con los preadolescentes.

El desinterés en exhibir una película que narra los entretelones del tráfico sexual infantil, –«Sound of Freedom«, terminada desde 2018– es una demostración del silencio cómplice que practican las grandes corporaciones, pero también es una muestra del divorcio cada vez más profundo entre dichas empresas y la sociedad.

En efecto, desgarrada por la violencia global contra los niños a través los secuestros de menores, la violación y prostitución de infantes, la sodomización ideológica en las escuelas, y la promoción de mutilaciones genitales para «el cambio se sexo» sin consentimiento paterno…la sociedad ha dado la espalda a las películas de historietas animadas y acción con personajes homosexuales, bisexuales y transexuales, para mejor enfrentar un tópico real y lacerante: el tráfico sexual con los impúberes.

Los hechos, así lo demuestran.

En las salas cinematográficas de Estados Unidos, la película más vista fue Sound of Freedom, que narra un hecho de la vida real: el tráfico sexual con niños. Con ello, en su primer día se exhibición, el pasado día 4, recaudó 14 millones de dólares y desbancó películas de grandes gigantes cinematográficos, como Disney con Indiana Jones.

Las grandes corporaciones cinematográficas de Estados Unidos, así como los consorcios de exhibición, mantienen la estrategia de impulsar y difundir películas en las que tanto los personajes principales como la temática, defienden y legitiman la sodomía. Esta estrategia no ha resultado del agrado un amplio segmento de la población, que ha venido dando la espalda a bebidas, empresas, candidatos y obras cinematográficas insistentes en tratar de legitimar la agenda LGBTIQ.

Dentro de tal contexto es que la película producida y dirigida por mexicanos, Sound of Freedom, basada en hechos de la vida real sobre el tráfico sexual infantil, ha ganado las preferencias de la sociedad estadounidense, que demuestra estar más preocupada por lo que hay detrás de hechos de la vida real que lastiman a las personas más vulnerables, que de «entretenerse» con aventuras ideologizadas.

¿Cuáles son esos hechos que hay detrás?

Detrás de la película están dos fenómenos: el de la «trata» de niños y el del «tráfico sexual» de niños. El primero de ellos, fundamentalmente orientado al secuestro para la venta de menores, y el segundo expresamente orientado al mercadeo de pequeños con fines de explotación sexual.

El productor de la película, el mexicano Eduardo Verástegui, da cuenta que no se trata de una obra cinematográfica «de aventuras», de ficción, sino que está sustentada en hechos de la vida real: el cotidiano empleo de menores de hasta los 10 años de edad, literalmente «usados» para su explotación sexual, y que una vez «exprimidos», «agotados» en su empleo por parte de los perversos, son entonces destinados a un nuevo negocio: su asesinato para la venta de sus órganos.

La película empieza a ser concebida desde que especialistas estadounidenses, dedicados a la localización de niños secuestrados en todo el mundo, comparten sus experiencias con Verástegui, quien no queriendo ser cómplice con su silencio, copartícipe de ese brutal daño a la niñez, propone la creación de una película, que cobra vida en 2018, pero que no se exhibe sino hasta 2023, debido al significativo boicot que sufre de las grandes productoras, distribuidoras y exhibidoras que controlan el mercado cinematográfico y ahora están especialmente orientadas a la sodomización, pero especialmente de los niños, a través de personajes y narrativas primordialmente homosexuales, bisexuales y transexuales.

Así, tanto Netflix como Disney, Amazon y Lionsgate se negaron a poner en su catálogo a Sound of Freedom. Por ello es que la obra quedó cinco años congelada, hasta que los directivos de la firma Angel Studios decidieron lanzarla al mercado… hoy es un éxito.

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