Contra la Iglesia, se lanzan los protestantes y el Presidente de Italia; defienden el culto a la Agenda LGBTIQ.

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De las reacciones a la protesta -tímida e informal- del Vaticano contra la liberticida Ley Zan, quizá la más importante sea la del primer ministro italiano, Mario Draghi, alegando que Italia es un país laico. Pero, ¿lo es?

El primer ministro italiano, Mario Draghi, recordó ayer en una intervención ante el Senado de su país, que Italia “es un Estado laico, no confesional”, en respuesta oblicua, pero evidente, a la protesta vertida por la Santa Sede contra ciertos puntos de la ley contra la homofobia y la transfobia ahora en el Senado, conocida como Ley Zan.

Se impone la pregunta: ¿es realmente Italia un Estado laico? ¿Lo es alguno de los estados occidentales? En teoría, la laicidad postula que el poder político debe ser exquisitamente neutral ante las cosmovisiones, creencias y formas de culto que puedan tener los ciudadanos. Esto es estrictamente imposible, pero concedamos por un momento que sea bueno aproximarse a ese ideal.

Italia, como todo Occidente, es cristiana en origen y cultura. Por eso, la reacción refleja de cualquiera que haga referencia al carácter laico del Estado tiende a referirse a que no es confesionalmente cristiano. Pero eso no es ni de lejos lo mismo.

Les invito a un experimento: imaginen a un extraterrestre, o a un tipo que salga de un coma de siglos, aterrizando de golpe anoche en Bruselas y viendo la magnífica Grande Place totalmente iluminada con los colores del arcoiris (salvo el azul Inmaculada). Suponga que entra en redes sociales y ve el logo de todas las instituciones políticas y todas las grandes empresas y fundaciones adornados con el mismo motivo multicolor. Véanle ahora pasando ante las legaciones y embajadas nacionales y observando cómo en muchas, junto a la bandera del país, se despliega esta omnipresente bandera. ¿No sería lo más normal del mundo que dedujera que está ante un símbolo reverenciado por toda esa sociedad, por la marca de un culto de obligado cumplimiento?

Ursula von der Layen, la presidente de la todopoderosa Comisión Europea que no ha necesitado los votos de ningún electorado para llegar a ese puesto, ha tuiteado sobre la legislación húngara que prohíbe la propaganda LGTBI dirigida a menores de edad: “Esta ley húngara es una vergüenza. Discrimina a la gente por su orientación sexual y va contra los valores fundamentales de la UE. No transigiremos. Usaré todos los poderes legales de la @EU_Commission para asegurar que se garantizan los derechos de todos los ciudadanos de la UE”.

Es decir, uno de los valores fundamentales de la UE consiste en adoctrinar a los niños sobre las bondades del sexo homosexual. Porque la ley no coarta en absoluto la libertad de los homosexuales para hacer de su capa un sayo y vivir como les apetezca. Lo que dice es esto: “La pornografía y el contenido que retrata la sexualidad para sus propios fines o que promueve la desviación de la identidad de género, el cambio de sexo y la homosexualidad no pueden estar disponibles para personas menores de 18 años.

¿No puede un país soberano legislar eso? ¿Ni con menores? Y, ¿es tan grave como para que la presidente de la Comisión salga al paso, recurra a redes sociales y amenace al país en cuestión? ¿Hay o no razones para concluir que estamos ante un nuevo culto, con sus dogmas, sus herejes y sus anatemas? Mario, ¿de qué laicismo me estás hablando?

 

Infovaticana.

 

ANTE LA PETICIÓN DE LA SANTA SEDE A ITALIA PARA QUE CAMBIE LA LEY ZAN.

Draghi y los protestantes italianos espetan al Vaticano que Italia es un país laico, no confesional

Tanto Mario Draghi, presidente del gobierno de Italia, como Luca Maria Negro, presidente de la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia (FCEI), han criticado la petición del Vaticano de que se cambie la redacción de la ley Zan contra la homofobia y la transfobia. Ambos han usado el mismo argumento: Italia es un país laico.

«Estamos sorprendidos y preocupados por la iniciativa de la Secretaría de Estado del Vaticano, que, a través de la Embajada de Italia ante la Santa Sede, solicitaría formalmente la revisión del proyecto de ley Zan sobre la homotransfobia, porque el texto que está estudiando el Senado violaría el acuerdo de revisión del Concordato». Así lo afirmó el pastor Luca Maria Negro, presidente de la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia (FCEI).

«Como evangélicos italianos -continúa el presidente de la FCEI- expresamos nuestra firme crítica a esta iniciativa, que se configura como una verdadera injerencia del Vaticano contra la libre determinación del Parlamento italiano y es en sí misma una violación del artículo 7 de la Constitución, que establece que el Estado y la Iglesia católica son, cada uno en su orden, independientes y soberanos».

Según el presidente de la FCEI, «el proyecto de ley de Zan no limita en absoluto la posibilidad de que la Iglesia católica u otros impartan libremente su enseñanza moral, sino que se limita a castigar a quienes propagan o incitan a cometer o cometen actos de discriminación por razón de sexo, género, orientación sexual, identidad de género o discapacidad. De hecho, la disposición no limita ni castiga la enseñanza, los preceptos o las ideas, sino la propaganda o la instigación de un acto de discriminación. Se trata de una distinción esencial y por ello, con la máxima fraternidad ecuménica, nos tomamos la libertad de invitar a los responsables del Vaticano a considerar esta norma con un espíritu protector y amoroso hacia las víctimas de la discriminación por orientación sexual o discapacidad».

«Por nuestra parte, sentimos que debemos expresar todo nuestro apoyo pastoral y humano a quienes, por su orientación sexual o sus discapacidades, sufren cada día ataques, burlas y violencia. Esperamos que el Parlamento, con el espíritu laico que debe guiarlo», concluyó el Presidente Negro, «evalúe el texto en discusión con sentido de responsabilidad y discernimiento y delibere con la urgencia que impone la gravedad del asunto».

La Iglesia sí teme que se anule su libertad de enseñanza

El argumento del líder de los protestantes italianos es opuesto precisamente a la postura de la Iglesia sobre el contenido de la Ley Zan.

«Algunos contenidos actuales de la propuesta legislativa que se está examinando en el Senado reducen la libertad garantizada a la Iglesia Católica por el artículo 2, párrafos 1 y 3 del acuerdo de revisión del Concordato», se lee en el texto que envió la Santa Sede a la embajada de Italia en el Vaticano.

Los párrafos mencionados se refieren a la «libertad de organización, de público ejercicio de culto, de ejercicio de magisterio y del ministerio episcopal» y a la garantía «a los católicos y sus asociaciones y organizaciones la plena libertad de reunión y manifestación del pensamiento con la palabra, los escritos y cualquier otro medio de difusión».

Entre las cuestiones planteadas figura que las escuelas católicas privadas no estarían exentas de organizar actividades durante la futura Jornada Nacional contra la Homofobia, pero también temor por la «libertad de pensamiento» de los católicos y por las posibles consecuencias judiciales. «Pedimos que se tengan en cuenta nuestras preocupaciones»

Draghi: Italia, estado laico, no confesional

El primer ministro italiano, Mario Draghi, recordó ayer en una intervención ante el Senado de su país, que Italia «es un Estado laico, no confesional» y que el poder legislativo es «libre de debatir y legislar»

Draghi indicó que el sistema italiano «es capaz de dar todas las garantías para verificar que nuestras leyes siempre respeten los principios constitucionales y los compromisos internacionales, incluido el Concordato con la Iglesia».

El presidente del gobierno del país transalpino indicó que «el laicismo no es la indiferencia del Estado hacia el fenómeno religioso, sino la protección del pluralismo y la diversidad cultural» y recordó que su país ha firmado la iniciativa en contra de la ley de Hungría que impide la propaganda de la homosexualidad y la transexualidad a menores de edad.

 

Agencias/InfoCatólica.

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