El encuentro con los operadores de la caridad fue la última actividad oficial del Papa en Mongolia. Desde la «Casa de la Misericordia», Francisco viajó directamente al aeropuerto internacional de Ulán Bator.
La ceremonia de despedida tuvo lugar en una sala interior del aeropuerto, ante la presencia de la misma representante gubernamental que recibió al Pontífice a su llegada, la ministra de Asuntos Exteriores, Batmunkh Battsetseg.
Tras una breve conversación, el Papa se despidió de la comitiva local y de la delegación mongola y fue el último en embarcar en el avión A330 de ITA Airways que despegó a las 12:03.
Está previsto que el viaje a Roma dure once horas y veinte minutos, tras recorrer 8.230 kilómetros. Al llegar al aeropuerto internacional de Fiumicino, Francisco se dirigirá directamente a la Ciudad Vaticano.
El Papa con la ministra de Asuntos Exteriores de Mongolia
Paz, diálogo y fe
El Pontífice pronunció un total de cinco discursos a lo largo de tres días en Ulán Bator. El Papa se reunió con las autoridades civiles, eclesiásticas y religiosas y presidió la celebración de una misa.
En estas ocasiones, reafirmó su llamamiento a la paz y habló de la responsabilidad de las religiones en la pacificación de los conflictos y de la importancia de la coherencia en el testimonio.
Francisco animó a la pequeña comunidad católica a no temer su pequeñez e indicó el mejor camino de todos: la cruz de Cristo; al fin y al cabo, todos somos «nómadas de Dios», peregrinos en busca de felicidad sedientos de amor. Y sólo la fe cristiana es la respuesta, dijo.
Destacan dos momentos especiales de este viaje pontificio: el encuentro del Papa en el interior de un «ger», la vivienda tradicional de los pueblos nómadas, con la señora Tsetsege, madre de once hijos, quien encontró una imagen de la Virgen en un vertedero. El 8 de diciembre del 2022, la estatua de la Virgen María, «Madre del Cielo», fue entronizada en la catedral de Ulán Bator y bendecida por el Santo Padre durante su encuentro con los obispos y personas consagradas.
Otro momento significativo fue al final de la misa en el gimnasio de la capital, cuando el Papa Francisco tomó de la mano a los obispos emérito y al actual de Hong Kong para enviar un caluroso saludo al «noble pueblo chino».
Ahora regresa a casa con la «misión cumplida», haciendo historia al convertirse en el primer Papa que visita Mongolia.