* Estos son los frutos sabrosos del alma mortificada: comprensión y transigencia para las miserias ajenas; intransigencia para las propias. (Camino 198)
Penitencia es tratar siempre con la máxima caridad a los otros, empezando por los tuyos.
- Es atender con la mayor delicadeza a los que sufren, a los enfermos, a los que padecen.
- Es contestar con paciencia a los cargantes e inoportunos.
- Es interrumpir o modificar nuestros programas, cuando las circunstancias –los intereses buenos y justos de los demás, sobre todo– así lo requieran.
La penitencia consiste en soportar con buen humor las mil pequeñas contrariedades de la jornada;
- en no abandonar la ocupación, aunque de momento se te haya pasado la ilusión con que la comenzaste;
- en comer con agradecimiento lo que nos sirven, sin importunar con caprichos.
(Amigos de Dios, 138)
Por SAN JOSEMARÍA.