Sabemos muy poco sobre cómo serán los cuerpos de los resucitados. Pero ¡cuidado!, lo sabemos. En resumen, todo lo que necesitamos saber, lo sabemos.
En primer lugar sabemos que se producirá la resurrección del cuerpo. ¿Por qué estará allí? Por una razón sencilla y lógica, porque habrá que restaurarlo todo. Pensemos un poco. Si no hubiera ocurrido el pecado original, no habría habido muerte. En el sentido de que cada uno de nosotros no habría pasado por la tragedia de la muerte, por lo tanto no habríamos sufrido la separación del alma del cuerpo. La muerte es consecuencia del pecado original. Con la muerte el alma seguirá viviendo para ser juzgada por Dios; mientras que el cuerpo permanecerá aquí en esta tierra para corromperse:… polvo eras y polvo volverás a ser (Génesis 3).
Dijimos: si no hubiera habido pecado original, cada uno de nosotros habría ascendido al cielo en cuerpo, tal como le sucedió a María Santa que fue asunta al Cielo al ser preservada del pecado original.
Pero la Redención lo reparó todo. Y entonces habrá que restaurar todo.
Al final de los tiempos, Jesús regresará a la tierra nuevamente y resucitará a todos los muertos para luego asegurarse de que sean juzgados ante todos. De hecho, el juicio universal -como dice el catecismo de San Pío X–, entra dentro de la lógica de recuperar toda la justicia. El juicio universal no dará veredictos diferentes del juicio particular, sino que asegurará que el alma que en el juicio particular fue juzgada sola ante Dios, será luego juzgada ante todos. Porque el Bien debe triunfar universalmente y el Mal debe ser igualmente condenado universalmente.
Pero volvamos a la resurrección de los cuerpos. Por lo tanto, el cuerpo debe ser devuelto al alma, esto se debe a que el cuerpo es parte integrante de la persona humana; y sólo por una razón contingente (pecado original precisamente) se vio obligado a separarse. Abramos un paréntesis: por eso el cristianismo no puede admitir la reencarnación, porque -repetimos- el cuerpo es parte integrante de la persona humana. Dios quería al hombre alma y cuerpo, no sólo alma, ni sólo cuerpo.
Atención: los cuerpos de todos resucitarán: los buenos y los malos, los bienaventurados y los condenados. Para los primeros el cuerpo será hermoso y glorificado; para estos últimos será muy feo y reprobado. Pensemos en todos aquellos que, en estos tiempos de corporeísmo un tanto paranoico , piensan sólo en el cuerpo y no en el alma. Bueno, podrían encontrarse con un cuerpo brutalizado; mientras que otros, que con razón pensaron primero en la salvación del alma y luego en la del cuerpo, se encontrarán con un cuerpo hermoso.
Habría que parafrasear el conocido dicho: veremos algunas cosas buenas … No: …. Veremos algunas cosas buenas y otras malas.
Por CORRADO GNERRE.
itresentieri.