¿Cómo podremos ser testigos del Resucitado en un mundo como el nuestro?

Mons. Cristobal Ascencio García
Mons. Cristobal Ascencio García

Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el III Domingo de Pascua.

Hoy escuchamos una aparición del resucitado narrada por san Lucas, cuenta con muchos elementos. Seguimos reflexionando en lo difícil de comprender la Resurrección.

En el fondo este texto evangélico muestra cómo los eventos de la Pasión no han podido ser asimilados suficientemente por los discípulos, todavía no logran establecer la relación entre el Jesús con quien ellos convivieron y el Jesús Resucitado y no logran tampoco abrir su conciencia a la misión que les espera. Se preguntarían: ¿Es realmente el Señor el que está presente entre nosotros?, no será pura ilusión y hasta un fantasma?; su reacción externa es tal, que el mismo Jesús se asombra y corrige: “¿Por qué se turban, por qué suben esos pensamientos a sus corazones?”.

Escuchamos la tónica del domingo anterior, aquellos discípulos están a puerta cerrada; se encuentran escuchando la experiencia que tuvieron con el Resucitado los caminantes de Emaús y en ese momento se aparece Jesús diciendoLa paz esté con ustedes”San Lucas describe con mucha claridad los estados de ánimo de aquellos discípulos: “están desconcertados”, “llenos de temor”, “creían ver un fantasma”, “no acaban de creer de pura alegría”. Ante aquella confusión de sentimientos y de miedos, ya que el temor se reflejaba en sus rostros, porque pensaban que era un fantasma, Jesús les dice: No teman soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos…” Como seguían sin dar fe a lo que veían, Jesús da un paso más firme: “¿Tienen aquí algo decomer?”.

Hay dos elementos que no podemos olvidar del Evangelio:

1- Para que comprendieran el hecho de la Resurrección, Jesús les abre elentendimiento”.

2- No basta comprender el hecho, sino que tiene una finalidad, para que sean testigos de la Resurrección”.

El Evangelio nos lo deja claro con los caminantes de Emaús, que cuando lo reconocen al partir el pan, regresan a compartir con sus compañeros aquella experiencia; salen corriendo para ser testigos del Resucitado. Es de noche y no les importa el cansancio, los peligros que se pueden encontrar en el camino, la distancia que tienen que recorrer, aproximadamente 11 Km.; desean compartir con sus amigos, cuanto antes, que Jesús está vivo. Me atrevo a decir que, el encontrarse con el Resucitado, es una experiencia que no se puede callar, no se puede guardar para sí mismo; quien ha experimentado a Jesús lleno de vida, siente la necesidad de contarlo a otros.

No podemos olvidar que ser testigo de Jesús, es comunicar la propia experiencia que se ha tenido de Él; no es creer teóricamente cosas sobre Jesús; se cree en Él, en su persona, porque se le siente lleno de vida. El testigo comunica lo que vive, habla de lo que le ha pasado en el camino, como los discípulos de Emaús, dice lo que ha visto cuando se le han abierto los ojos. El testigo ofrece una experiencia, no una doctrina; irradia y contagia vida, no un sumario de doctrina que tenga que aprenderse de memoria para después recitarse.

Nuestro mundo que poco a poco se ha ido deshumanizando y prefiere vivir en una indiferencia religiosa, no tanto necesita más discursos, teorías o doctrinas, sino más bien necesita maestros de vida, personas que vivan en la esperanza, personas que practiquen el amor a los demás. Hacen falta más testigos que defensores de la fe. Se necesitan más creyentes que puedan enseñar a vivir de otra manera, ya que ellos mismos están aprendiendo a vivir de una manera distinta al lado de Jesús. No podemos olvidar que, para ser testigos, primero se necesita el encuentro con el Resucitado, que sea Él, el que nos abra el entendimiento, para así poder testificar una experiencia. En todos los grupos y movimientos que tenemos en las parroquias, lo esencial ha de ser el encuentro con Jesús, el dar testimonio, es una consecuencia de lo vivido.

Hermanos, si no somos testigos de Jesús Resucitado, quiere decir que no hemos tenido un verdadero encuentro con Él y nuestro testimonio no puede ser verdadero; si nuestros grupos y movimientos, no llevan a ser testigos del Resucitado, si no llevan a Jesús Eucaristía, si no conducen a arrodillarnos frente al sagrario, pueden ser grupos que comparten discursos o doctrinas, pero no son grupos vivos que tengan a Jesús en el centro. Pudiéramos llamarles más bien grupos de amigos, de conocidos, de apoyo humano, pero faltaría mucho para que sean grupos cristianos.

Hermanos, ¿cómo sería una Iglesia que ha experimentado a Jesús Resucitado? ¿Cómo podremos ser testigos del Resucitado en un mundo como el nuestro?. Como Agentes de Pastoral, preguntémonos con mucha sinceridad: ¿Somos testigos del Resucitado? Echemos una mirada a nuestras parroquias: ¿Se vive con la alegría de que Jesús está en el centro? ¿No será que hemos perdido de vista al Resucitado? ¿Qué nos toca hacer en un mundo como el nuestro? ¿Cómo podremos conducir a los demás para que tengan un encuentro con el Resucitado? Si perteneces a un grupo o movimiento de Iglesia, pregúntate: ¿Jesús está en el centro? o ¿Jesús sólo es un pretexto para reunirse?

Si somos Agentes de Pastoral, debemos conducir a los demás para que tengan un encuentro con Jesús; recordemos que Jesús es el único que puede cambiar nuestras vidas. No critiquemos a los alejados, si están lejos o viven de manera errónea, tal vez sea, porque no hemos sabido conducirlos a un encuentro con Jesús.

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan