¿Cómo es posible que los cristianos podamos afirmar que Jesús es Dios?

Pbro. Hugo Valdemar Romero
Pbro. Hugo Valdemar Romero

¡El Señor ha resucitado! Esta afirmación que hoy, Domingo de Pascua, hace la Iglesia es la noticia más grandiosa que ha cambiado el curso de la historia, que ha transformado nuestra vida y nuestro destino final.

Los cristianos no creemos en Jesús porque fue un hombre bueno y compasivo que hizo el bien, tampoco creemos en él porque vino a anunciar el amor y la fraternidad entre todos los hombres, ni creemos en él porque fue un gran profeta, un maestro iluminado que enseñó un camino espiritual. No, nosotros no creemos en Jesús por esas razones. La única razón por la que los cristianos creemos en Jesús es porque resucitó, porque Jesús venció la muerte, porque está vivo, porque reina por los siglos de los siglos.

Creemos en él porque nos hizo una promesa: “El que cree en mí, no morirá para siempre, yo lo resucitaré el último día”. Si Jesús tuvo el poder de resucitar es porque es Dios y no un simple hombre. Y tiene un poder ilimitado sobre la vida y la muerte, nadie fue capaz de vencerlo, ni el odio, ni la violencia, ni la muerte. ¿Cómo es posible que los cristianos podamos afirmar que Jesús es Dios? Porque resucitó. No hay día más grande para los cristianos que este, no hay día más alegre y glorioso que el domingo en que el Señor resucitó.

El mismo cuerpo del Señor que fue brutalmente golpeado humillado y crucificado, es el mismo que ha resucitado, es el mismo que ha vuelto a la vida, pero ¡atención!, la resurrección no es un reavivamiento, sino que es una transformación, es decir, Jesús resucita con su mismo cuerpo que fue crucificado y sepultado, pero ahora está glorificado, es un cuerpo transformado que ya no sufrirá el deterioro del paso del tiempo, es un cuerpo hermoso luminoso, perfecto, es prenda de nuestro propio cuerpo que también será glorificado como el suyo cuando resucitemos en el último día.

“Señor Jesús, verdaderamente has resucitado, verdaderamente has vencido a la muerte porque eres el hijo de Dios, porque tú eres Dios verdadero, Señor de la vida y de la muerte y, desde ahora, vives inmortal por los siglos de los siglos. Yo, Señor resucitado, aún estoy atado por los lazos de la muerte y del pecado, pero no desespero porque al verte a ti, resurgido de la muerte, me das esperanza de que yo, tomado de tu mano, también resucite. No me dejes en el país de la muerte, no me abandones en las tinieblas del pecado, irrumpe en mi vida, levántame del sepulcro, iluminame con tu luz potente y llévame a vivir contigo eternamente, ¡Oh Señor resucitado, fuente de toda hermosura y felicidad!”

¡Felices Pascuas a todos! ¡Dios los bendiga!

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