El régimen dictatorial comunista de China tendrá a partir del 1 de mayo una nueva regulación de toda actividad religiosa. La misma consiste en un control aún más exhaustivo y axfisiante por parte de las autoridades, que no deja margen alguno a una verdadera libertad religiosa.
El portal Bitter Winter acaba de publicar la traducción al inglés de gran parte de la nueva normativa y queda claro que la dictadura aplicará toda su capacidad para impedir que ninguna actividad religiosa quede fuera de su supervisión. Dicho portal lo explica así:
«Crean un sistema orwelliano de vigilancia y refuerzan el ya estricto control sobre todo el clero. La herramienta es una base de datos nacional del clero autorizado, es decir, del clero formado y reconocido por las cinco religiones autorizadas. Existe un complicado sistema para entrar en la base de datos, pero aquellos que estén fuera de ella y pretendan ser clérigos cometerán un delito. Esto incluye a los pastores de las iglesias domésticas protestantes, a los objetores de conciencia católicos que rechazan el acuerdo entre el Vaticano y China de 2018 y se niegan a unirse a la Asociación Católica Patriótica China, a los profesores y al clero de las mezquitas independientes y de los templos budistas y taoístas, a los rabinos judíos (ya que el judaísmo no es una de las cinco religiones autorizadas) y al personal religioso de los nuevos movimientos religiosos. Ahora serán identificados inmediatamente: no tendrán tarjeta de clérigo y no serán incluidos en la base de datos nacional».
Y añade:
Para estar registrado en la base de datos, no basta con ser competente en una de las religiones autorizadas. Los clérigos deben demostrar que «apoyan la dirección del Partido Comunista Chino y apoyan el sistema socialista» (artículo 3: este artículo se menciona repetidamente en las Medidas como la clave de todo el reglamento), y cooperar en la lucha contra el xie jiao y otras religiones ilegales o «extremistas» (artículo 6E).
Las reglas ponen especial énfasis en el «alto clero» de las comunidades eclesiales, especialmente en el caso de los budistas tibetanos y los católicos romanos. El artículo 15 recuerda a los budistas tibetanos que deben respetar el principio de que toda reencarnación de un lama debe ser autorizada por el PCC. Y en lo que supone un claro desprecio a la autoridad del Papa, a los católicos se les dice en el artículo 16 (*) que los obispos en China deben ser elegidos democráticamente a través de la Asociación Católica Patriótica China, es decir, nombrados por el PCCh, y consagrados a través de la Conferencia Episcopal Católica China. No se menciona al Vaticano ni al Papa, que en teoría debería nombrar a los obispos en virtud de lo poco que la Santa Sede ha filtrado sobre el acuerdo con China de 2018, renovado en 2020. Además, el artículo 43 proclama el principio socialista de que los que enseñan en una comunidad religiosa deben someterse a la «guía de enseñanza religiosa» de la comunidad y no al revés.
(*) Artículo 16
Artículo XVI
Los obispos católicos son aprobados y consagrados por la Conferencia Episcopal Católica China. La Asociación Patriótica Católica China y la Conferencia Episcopal Católica China, dentro de los veinte días siguientes a la consagración del obispo, rellenarán un formulario de informe de obispos católicos y lo comunicarán a la Administración Estatal de Asuntos Religiosos para que quede constancia, y presentarán los siguientes materiales.
InfoCatólica.