Hace algunas semanas, el sitio de información Infovaticana, publicó un artículo titulado: “El hombre ranalizado”, cuyas reflexiones propongo a continuación.
Es conocida aquella anécdota de la rana que si es echada en agua hirviendo, de manera súbita dará un salto para evitar morir quemada, pero si la misma rana la ponemos en agua tibia, se sentirá relajada, no percibirá a tiempo el aumento de la temperatura, de tal forma cuando quiera salir, será demasiado tarde, no tendrá ya la capacidad de hacerlo y morirá hervida.
El autor del artículo propone un especie de test, con una lista de veinte actitudes, para hacer una revisión de cuán ranalizados estamos los cristianos debido a nuestra instalación cómoda, falta de amor a la verdad y compromiso con Dios y con los demás. A continuación la lista:
“Miramos con avidez gran cantidad de cosas, pero no vemos lo evidente. Abrazamos acríticamente las modas pero rechazamos las tradiciones. Nos gusta parecer solidarios, pero rechazamos el sacrificio. Buscamos con afán lo viral, pero huimos de lo trascendente. La apatía contumaz nos impide pensar en nuestro destino final que puede ser la salvación o condenación eternas. Adoramos la tecnología mientras rechazamos a Dios.
Buscamos el placer, pero olvidamos los Diez Mandamientos. Decimos ser ateos, pero maldecimos o reclamamos a Dios cuando las cosas se tuercen. Tenemos tiempo para chatear, pero no para dialogar o rezar.
Somos egocéntricos y solitarios, aunque simulamos lo contrario. Jamás pensamos en la muerte para evadirnos
de ella, cuando puede venir sin esperarla. Somos narcisistas, cuidamos demasiado el cuerpo, pero olvidamos el alma inmortal. Nos quejamos de las injusticias, pero no hacemos nada para remediarlas. Tenemos inteligencia y medios para discernir, pero somos manipulados por los populistas. Nos encantan los derechos y los exigimos, pero declinamos las obligaciones. Aceptamos consejos de amigos, pero ignoramos los de los familiares. Rechazamos casarnos argumentando los costos, pero nos vamos a vivir juntos. Alegamos que es caro tener un hijo, pero tenemos un perro y dos vicios. Nos preocupamos de la educación de nuestros hijos, pero olvidamos educarlos en la fe. Firmamos un contrato, pero no queremos compromisos”.
¿Te identificas con alguna de las situaciones anteriormente expuestas? Continúa el autor del artículo. Si tienes una o dos, tu temperatura es tibia y vives en la apatía. Si tienes tres o cuatro, tu temperatura es templada y estás en un estado de somnolencia, si tienes cinco o seis tu temperatura es caliente y estás ranalizado, si tienes siete o más, estás hirviendo y ya estás muerto espiritualmente.
Con información de: Contra Replica/P Hugo Valdemar