Carla Toscano: «Según los cánones feministas de Errejón, debe ir a la cárcel, aunque fuese inocente»

Carla Toscano analiza a fondo el caso Errejón, símbolo del cinismo y podedumbre moral de la izquierda. Según ella se ha demostrado la gran mentira del feminismo, y paradójicamente, es cuando más feministas se han puesto muchos políticos. El sistema feminista es un sistema injusto, despiadado e hipócrita que hay que cambiar. Y la manera de cambiarlo no es siendo como ellos.

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Carla Toscano de Balbín. Católica practicante y madre de 2 hijos. Concejal y Portavoz Adjunta de Vox en el Ayuntamiento de Madrid. Diputada nacional en las XIII y XIV legislaturas. Fue portavoz de la comisión de Igualdad y de la Comisión de Violencia de Género. Antes de la política fue activista desde la sociedad civil por la defensa de la vida, la familia y contra la ideología de género.

¿Cómo valora el reciente escándalo de Errejón y qué consecuencias puede tener?

Es un circo, un despropósito, desde todos los puntos de vista. La versión española y cutre del “Me too”. Un político aliado que es acusado de agresión sexual por varias mujeres. Un partido feminista, el suyo, que teniendo sobre la mesa las acusaciones de las supuestas agredidas mira para otro lado. Los demás partidos haciendo leña del árbol caído y sacando pecho a ver quién es más feminista. Ni una prueba de nada. Declaraciones de dos rombos de las supuestas víctimas sobre prácticas sexuales degeneradas. Una de las supuestas amantes que después de ser supuestamente agredida se va con él a seguir la fiesta dejando a su hija de un año con 40 de fiebre. Una periodista loquísima siendo el paño de lágrimas de las agredidas. Instagram como lugar para declarar. La presunción de inocencia pisoteada por enésima vez… Lo dicho; un circo.

Y las consecuencias de este circo son políticas y afectan sobre todo a la izquierda: dimisión del interfecto y cierto desprestigio de Más Madrid ante sus votantes con el correspondiente beneficio para Podemos. Muchos huelen elecciones cerca y hay que sacar los cuchillos ya.

¿Por qué deja en evidencia la hipocresía absoluta de la izquierda y del feminismo oficial?

El hecho de que el partido Sumar supiera de estas acusaciones y lo hayan tapado, aunque ahora digan que no lo sabían; que lo supieran periodistas requetefeministas y callaran, demuestra, una vez más, que al feminismo no le importa nada la mujer. Llevo varios años diciendo que el feminismo odia a la mujer porque odia todo lo que es esencial en ella: el don de la maternidad, la feminidad, la belleza, la capacidad de amar y de cuidar… La odian tanto que han aprobado leyes que anulan la identidad de la mujer: la ley Trans; la odian tanto que promueven leyes que rebajan las penas a sus agresores: la ley de Libertad Sexual; la odian tanto que promueven leyes que castigan y convierten en un infierno las vidas de nuestros compañeros y de nuestros hijos: la ley contra la Violencia de género y la Ley de Libertad Sexual. 

La odian tanto que promueven que aborte, que acabe con su hijo y sufra toda la vida la carga de la culpa. Odian tanto a la mujer que la consideran un ser débil y pusilánime que necesita la tutela del feminismo, las cuotas y la paridad para que pueda salir adelante. La odian tanto que miran para otro lado cuando el que agrede a la mujer es africano, o cuando la mujer agredida es de derechas, o cuando el supuesto agresor es de izquierdas, que es lo que ha pasado con Errejón. 

Me recuerda a la escena de “Casablanca” en la que el Capitán Renault, después de que se canta la Marsellesa, quiere cerrar el local y le dice a Rick: “¡Estoy escandalizado de saber que aquí se juega!” y acto seguido aparece el crupier con un fajo de billetes y le dice “sus ganancias, señor”.

Errejón que ha reconocido su culpabilidad y la mentira de su vida. ¿Cree que esta mentira e incoherencia dinamita totalmente la credibilidad de su partido?

Sí ha reconocido que ha vivido en una mentira, pero yo no diría que ha reconocido su culpa. No ha dicho explícitamente que haya agredido a nadie. Hace alusiones, en su estilo pretencioso e insufriblemente rebuscado, a cierta incoherencia de vida y a no haber dado suficiente importancia a los cuidados, pero yo de ahí no deduzco una confesión de agresión sexual. 

En todo caso, y aparte de lo que diga la Justicia, creo que su imagen ha quedado dañada, pero no mucho; es decir, su imagen estos días queda dañada ante los que no le votábamos. Pero los votantes de muchos partidos son muy fieles a sus políticos independientemente de lo que hagan y de las evidencias que tengan delante, por eso no tengo muchas esperanzas de que estos supuestos encubrimientos y doble moral contribuyan a desmontar el feminismo. Y si además fuera absuelto, creo que en unos años hasta podría estar de vuelta. Ya pasó la época en que la sociedad exigía a sus representantes ejemplaridad y un escándalo sexual costaba la carrera de un político. Hoy en día todo vale.

¿En qué medida ha caído en su propia trampa al defender que nunca se puede dudar de una mujer que denuncia?

¡Eso es lo más maravilloso de este caso! Cada “aliado” feminista, como Errejón, que durante años ha negado la existencia de denuncias falsas contra los hombres, que ha sostenido que a una mujer hay que creerla siempre y sin pruebas, que ha frivolizado de tal manera con el concepto de violencia que ha considerado como agresión cualquier cosa que no le guste a una mujer, se ha cavado su propia tumba. Según los propios cánones feministas de Errejón, tiene que ir a la cárcel, aunque realmente fuera inocente. 

Por eso muchas veces interpelo a los hombres que me escuchan, a los políticos de cualquier color que votan a favor de las leyes de género o que votan a partidos que aprueban estas leyes, para que reaccionen y sean conscientes de que no sólo están poniendo la cabeza en el patíbulo; están dándole el hacha al verdugo para que se la corte. Perpetuar el dolor de los hombres inocentes negando las denuncias falsas y validar la palabra de una mujer simplemente por su sexo, además de ser una gran mentira antropológica, es un trato absolutamente cruel hacia los dos sexos que se está pagando muy caro. Ahora le ha tocado pagar a él.

¿Cómo este caso es reflejo de una sociedad amoral y sin apenas referentes trascendentes y sin respetar la intimidad?

Las supuestas víctimas o amantes de Íñigo Errejón están contando historias repugnantes sobre las prácticas sexuales que realizaban. Esto, en primer lugar, me parece una intromisión intolerable en la vida privada y un ataque al derecho a la intimidad de cualquier ciudadano. Porque si hubo agresión, esto se cuenta ante la policía y un juez; pero no, se está contando a los cuatro vientos. Y los ciudadanos no tenemos derecho a conocer las prácticas sexuales de terceros. 

En segundo lugar, y aunque ahora muchos se escandalicen, lo más triste es que esas conductas sexuales, si son verdad, no tienen nada que ver con el amor, el respeto ni nada parecido. Se trata de utilizar al otro, de usarle y tirarle para nuestra propia diversión. 

Llevan años contándonos que cualquier cortapisa moral, especialmente en materia sexual, es retrógrada y nos oprime; que tenemos derecho a hacer todo lo que queramos, que estamos hechos para el placer y no para el compromiso, el esfuerzo o el sacrificio; que el amor romántico, la fidelidad y el autocontrol nos oprimen; que todas las prácticas sexuales son válidas mientras haya consentimiento; que nadie puede poner límites para que tengamos y hagamos lo que queramos; que la felicidad está en los sentidos y no en el alma. Se ha anulado la parte espiritual de varias generaciones y el resultado son personas perdidas moralmente y esclavas de sus peores instintos. Se anima a las personas a llevar estas vidas vacías y cada vez son menos los que tienen la fortaleza de no dejarse llevar por el camino fácil y de falsa felicidad que ofrece el mundo.

¿Por qué mucha gente acepta llevar una doble vida y solo duele cuando se hace público?

Como decía antes, el mundo arrastra a muchas personas y eligen un mal camino. Pero ese mal camino, que, seamos sinceros, cada vez está más aceptado socialmente, ante determinados grupos o sectores todavía no está bien visto. Por eso tienen que fingir. 

Ciertas costumbres, ciertas conductas sexuales -por circunscribirnos al caso que nos ocupa-, ciertas prácticas, como las de mujeres que se acuestan con sus jefes para conseguir ascender en su trabajo o gozar de ciertas prerrogativas profesionales o económicas, no están “bendecidas” por la mayoría social y hay que llevarlas a la práctica a escondidas. El problema es cuando te pillan, y que te pillen cuando tú has presumido de lo contrario; la gran hipocresía de predicar una cosa y hacer la contraria. 

¿Hasta que punto este caso pone la puntilla al gran desprestigio de la política?

Relacionado con lo anterior, los ciudadanos lo primero que tienen que pedir a un político es coherencia. Ahora mismo en España tenemos a políticos que llegaron a la presidencia de un país mintiendo, dando lecciones sobre la verdad. Tenemos a ladrones dando lecciones de honradez. Tenemos a jóvenes con sueldazo de diputados dando lecciones sobre las penurias de los jóvenes. Tenemos a mujeres que deben su cargo a haberse acostado con el jefe dando lecciones sobre la dignidad de la mujer, y tenemos a partidos que se han dejado fortunas en prostitutas o que han silenciado posibles agresiones a mujeres dando lecciones de feminismo. Es una tomadura de pelo consentida. La mayoría traga, mientras sean los suyos, pero no deja de ser absolutamente hipócrita que aceptemos algo en privado y lo condenemos en público.

El caso de Errejón tiene muchas facetas. Además de la hipocresía, además de sacar a la luz las dinámicas de algunas mujeres para conseguir un cargo, de sacar a la luz la degeneración moral-sexual de algunos líderes, este “Me too” en mi opinión pone de manifiesto lo desnortada que está la política española: sí, se ha demostrado otra vez la gran mentira del feminismo, y paradójicamente es cuando más feministas se han puesto muchos políticos, periodistas y ciudadanos. Su actitud ha sido: “El feminismo es un fraude, pero juzgo a Errejón con los parámetros feministas”. ¿Cómo? Si el feminismo es un fraude, respetemos la presunción de inocencia y pongamos en cuarentena las declaraciones de las mujeres que le acusan hasta que no se demuestren. Si queremos ser ecuánimes y justos, no seamos feministas, por favor.

Este circo pone en evidencia la incoherencia y falta de solidez ideológica de la clase política y periodística, porque están haciendo lo mismo que criticaban.

Dicho esto, entiendo que en este caso muchos hombres inocentes que han sufrido el latigazo inmisericorde del feminismo, de la denuncia falsa, de las noches en el calabozo y de la pérdida de sus hijos, estén disfrutando viendo el “Me too” contra Íñigo Errejón. Pero no por eso deja de ser la evidencia de un sistema injusto, despiadado e hipócrita, el sistema feminista, que hay que cambiar. Y la manera de cambiarlo no es siendo como ellos.

Por: Javier Navascués/InfoCatólica

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