Cardenal portugués Tolentino de Mendonca: «falso centrista y un verdadero hombre mundano»

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Con el cardenal Parolin actualmente en dificultades, otros candidatos papales están emergiendo, presentados, por supuesto, como candidatos de compromiso. Tal es el caso del cardenal José Tolentino de Mendonça, un eclesiástico culto y urbano, que ya en 2021 el Catholic Herald describía como «el tipo de figura aceptable para todas las facciones y capaz de atraer un amplio apoyo entre ellas».

En realidad, este cardenal de 60 años, muy seguro de sí mismo, es el ejemplo típico de un falso centrista y un verdadero hombre mundano.

Portugués de Madeira, biblista, terciario dominico, se convirtió en archivero y bibliotecario de la Iglesia romana en 2018. Ese mismo año fue invitado a predicar los ejercicios espirituales de Cuaresma de la Curia y posteriormente fue creado cardenal. Y en septiembre de 2022 fue nombrado prefecto de un gran Dicasterio, el de Cultura y Educación, sucediendo así a dos figuras de la izquierda curial: el cardenal Ravasi, que fue prefecto del Consejo Pontificio para la Cultura, y el cardenal Versaldi, que fue prefecto de la Congregación para la Educación Católica.

En 2023 se le unió como subsecretario de este Dicasterio el P. Antonio Spadaro, SJ, exdirector de La Civiltà Cattolica y gran estratega de las fuerzas del «progreso».

José Tolentino de Mendonça es autor de una obra que incluye poesía, teatro, ensayos y oraciones, por la que ha recibido varios premios literarios. Muy en sintonía con las élites gobernantes portuguesas, fue nombrado «personalidad portuguesa del año» en 2019 por el semanario Expresso. Tiene un sentido aún más agudo que el del papa Bergoglio para detectar los muros que deben derribarse («Vivimos en medio de la ciudad, en este espacio lleno de fronteras, lleno de muros invisibles y bloqueos existenciales», Renascença, diciembre de 2016), especialmente las barreras que encierran a los excluidos, que, al parecer, son los homosexuales.

Alrededor del joven poeta erótico José António Almeida, con sus «tres identidades» —poeta, católico y homosexual—, jóvenes católicos se reunían en el centro de Lisboa, en la capilla del Rato, para reflexionar sobre su práctica, que la Iglesia aún considera un «mal moral intrínseco».
Este grupo informal era acogido tanto por el padre José Manuel Pereira de Almeida, párroco de Santa Isabel, como por José Tolentino de Mendonça, «fabuloso, el más fabuloso de toda la fabulosidad», como se le llamaba entonces.

Allí, en Santa Isabel, invitaron al padre Domenico Pezzini, experto en la materia, designado en su momento por el arzobispo de Milán para prestar «atención especial» a los homosexuales. Pezzini había sido «el motor» de un movimiento llamado La Fonte, que buscaba materializar la «opción preferencial» de la Iglesia «por los marginados, por los excluidos» (prólogo del libro Le mani del vasaio. Un hijo homosexual: ¿qué hacer?, Paulinas, 2009, por el P. Pereira de Almeida). Don Pezzini, líder de grupos que estudiaban la compatibilidad de la homosexualidad con el catolicismo, fue finalmente arrestado en Milán —tenía 73 años— acusado de repetidas agresiones sexuales a un adolescente.

José Tolentino de Mendonça está además muy vinculado a la hermana Teresa Forcades, monja benedictina de Montserrat, feminista que recorre el mundo trabajando «por la plena inclusión de la homosexualidad en la Iglesia». Escribió un prólogo para el libro de la hermana Forcades, La teología feminista en la historia (Fragmenta Editorial, 2007), en el que ella inserta la teología feminista dentro de la «teología crítica» o teología de la liberación.

De hecho, José Tolentino de Mendonça, que ha convertido su Dicasterio en un verdadero think tank sobre la Iglesia del futuro, se proyecta junto con quienes le rodean en un post-catolicismo, donde la culminación de la secularización se convierte en una oportunidad: la secularización actual, a diferencia de la surgida de la Ilustración, se asocia al catolicismo, que se convierte en la apertura espiritual de la posmodernidad.

En tiempos de confusión, es urgente rezar y trabajar por una Iglesia que no sea arrastrada por las modas ideológicas, sino que permanezca fiel a Cristo, su Esposo. Que el próximo cónclave no sea una apuesta por el vacío disfrazado de «puentes», sino por la roca firme de la fe.

PAIXLITURGIQUE.

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