Cardenal Norberto Rivera Carrera clausura Año Jubilar, consagra nuevo altar para comunidad parroquial

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

En la festividad del san Isidro Labrador, la parroquia del mismo nombre en la colonia Reforma Social en Ciudad de México llegó al cierre de su Año Jubilar 2022-2023 este 14 de mayo en el marco de los 400 años de canonización del santo.

En una misa solemne presidida por el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo emérito de México, la comunidad que encabeza el párroco, padre Hugo Valdemar Romero, tuvo el regocijo de ver un templo totalmente renovado en el que el purpurado consagró el nuevo altar como el signo de la presencia de Cristo para la celebración del sacrificio eucarístico.

Nuncio Spiteri. Con su bendición.

En punto de las 12 de la tarde, la solemnidad dio inicio con un organizado servicio litúrgico y coro que dieron realce al momento de la celebración dando gracias igualmente por la nueva imagen en madera de san Isidro bendecida el día anterior, 13 de mayo, por el nuncio apostólico en México, Joseph Spiteri , quien, además, ungió a un grupo de niños y niñas confirmados en la fe de Cristo en ocasión de la fiesta patronal . Fieles y bienhechores, no ocultaron la alegría y entusiasmo agradeciendo el don de un templo con un presbiterio diseñado por Fr. Gabriel Chávez de la Mora.

Comunidad. Momento de gracia.

En la homilía, el cardenal Rivera Carrera agradeció al padre Hugo Valdemar la singular distinción para presidir la celebración de clausura del Año Jubilar y consagración del altar, uno de los signos de la centralidad de Cristo en la parroquia. Rivera Carrera señaló que la clausura del Año tiene el agradecimiento sincero por las gracias que Dios ha concedido al pueblo, su perdón e indulgencias como signos de la renovación de cada persona que aceptó los beneficios espirituales del Año Jubilar concedidos por el Papa Francisco en 2022 y de los cuales, indicó el arzobispo emérito, se dan de manera visible en la renovación del templo. “Vemos cómo todo se ha restaurado, tenemos una hermosa imagen de san Isidro y, sobre todo, tenemos este nuevo altar que vamos a consagrar, pero lo más importante, es el cambio interior, la renovación interior que el Señor ha empezado en la feligresía de esta parroquia”.

Rivera Carrera. «Hizo maravillas…»

Rivera Carrera recordó algunos aspectos de la predicación del pasado 15 de mayo de 2022, resaltando, principalmente, vida y prodigios de san Isidro Labrador, “Siendo un campesino hizo maravillas, pero debemos detenernos para ver dónde está la fuente de esas maravillas que pudo hacer san Isidro, sin duda alguna, su unión con Dios. Él, continuamente, estaba en oración. En estos días, el Papa nos ha invitado a que permanezcamos continuamente en oración de una manera sencilla que todos conocemos, esos pequeños rezos que llamamos jaculatorias nos hacen que estemos en continua comunicación con el Señor, con sus santos que son intermediarios para alcanzarnos sus gracias, todos conocemos algunas jaculatorias…”

San Isidro hacía prodigios por su conciencia de vivir con Dios, señaló el arzobispo emérito, pero “sobre todo porque Dios estaba en Él, el Señor hacía los prodigios, no eran sus capacidades humanas, no eran sus virtudes, sino el poder de Dios que estaba en él”, así la celebración dedicada a san Isidro tiene el distintivo de reconocer que todas sus actividades estuvieron asociadas al Espíritu del Señor.

A continuación, el cardenal Rivera Carrera destacó la importancia de consagrar el nuevo altar de piedra, pieza de mármol central en la vida de la comunidad parroquial en el que se efectuará el sacrificio de Cristo, víctima, sacerdote y altar, tres características del culto cristiano: Para nosotros, el altar representa a Cristo que se ofrece, nuestro único sacerdote. El sacerdocio de Cristo que participamos todos los bautizados y que, de una manera especial, a concedido a algunos de nosotros para el bien de la comunidad y para gloria del Padre. Este día consagramos este altar, esta presencia de Cristo, debe ser lo más importante de nuestra Iglesia. A veces, en algunas iglesias hacemos resaltar otras cosas con fiestas, con imágenes, con actividades, pero nunca debemos olvidar que el centro de nuestra vida, de nuestra Iglesia, el centro de este templo es Cristo Jesús que quiere permanecer en medio de nosotros de una manera visible”.

Al finalizar la homilía, el arzobispo emérito de México destacó la particular bondad de Dios sobre la comunidad parroquial exhortando a los fieles a vivir con ánimo agradecido este momento de gracia con la especial confianza de la permanencia del Señor, “Él lo está cumpliendo, pone signos muy claros de que Él está en medio de nosotros, de que su Espíritu está en nosotros y somos también ese altar, sobre todo en la familia, que continuamente celebra la presencia del Señor porque Él ha querido permanecer en nosotros”.

Unción. Centralidad de Cristo.

Enseguida, el cardenal Rivera Carrera, antes de la confección del sacramento de la Eucaristía, procedió a consagrar el altar precedido de la letanía de los santos para invocar la intercesión. El ritual de consagración, en tres momentos, tuvo por punto nodal el de la unción en la cual el arzobispo derramo el aceite crismal ungiendo totalmente la superficie de altar, así como el de la incensación aludiendo a la oración del pueblo santo que sube como aroma agradable. Tomando su tiempo, sin prisas y particular devoción, los fieles atestiguaron este momento especial de su comunidad que se enlazó al momento histórico que recordó la bendición del templo hecha en diciembre de 1961 por el antecesor de Norberto Rivera Carrera, el entonces arzobispo de México, cardenal Miguel Darío Miranda.

Momento de especial devoción fue la participación de los fieles escogidos para revestir el altar recién consagrado. Llevado las telas de lino, los ministros limpiaron los restos del crisma y pusieron un fino mantel rematado con adornos dorados para proceder a “estrenar” la mesa de la celebración con el encendido de las velas en siete candelabros. Tomando el fuego del cirio que anuncia la pascual, el altar y templo fueron iluminados con las siete luces, signo también de la presencia del obispo en medio de los fieles. No podían faltar los espléndidos arreglos florales que dieron mayor belleza al momento celebrativo.

Incienso. «Suba nuestra oración».

Al término de la eucaristía, el párroco Hugo Valdemar Romero tomó la palabra para recordar el significado de este Año Jubilar y los momentos especiales en estos doce meses de gracia y perdón. Hizo memoria de la ocasión en la que recibió el templo cerrado por la pandemia y de la renovación que ideó fray Gabriel Chávez de la Mora. “Seguramente nos acompañará desde el cielo”, dijo el párroco al agradecer por la vida del llamado arquitecto de Dios.

Renovación. «Ni las de Polanco».

Valdemar Romero insistió igualmente en la otra obra, la de “renovación comunitaria”, a través de la intensa pastoral desarrollada en la misión de cinco semanas encabezada por los misioneros vicentinos que involucró a treinta personas reviviendo la fe de la comunidad, además del impulso de la pastoral sociocaritativa que organiza la donación de despensas a los más necesitados, el coro y la pastoral litúrgica que dignifica las celebraciones de la Iglesia.

El pastor de la comunidad parroquial de la colonia Reforma Social agradeció al arzobispo emérito por presidir la celebración, al nuncio apostólico Joseph Spiteri quien bendijo la pieza, amigos, bienhechores, autoridades de la alcaldía Miguel Hidalgo, especialmente a quienes pusieron talentos y conocimiento en la obra de restauración que inició en julio de 2022, el arquitecto Erick Martínez Saavedra,  discípulo de Chávez de la Mora, al maestro ebanista, Santiago González,  y al escultor de la pieza de San Isidro, tallada en cedro y ensamblada en tres piezas, el jalisciense Jaime Isaías de Anda Sánchez. Valdemar recordó igualmente un comentario de los fieles reflejando el sentir de la comunidad agradecida: “Padre, ¡Qué bonita quedó nuestra Iglesia! ¡Ya no le envidiamos nada a las de Polanco!”

Cedro. En honor al labrador.
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