“La Promotora [Fiscalía del Vaicano], sigue contando hechos sobre mí que están totalmente alejados de la realidad, los cuales rechazo enérgicamente como rechazo cada una de las acusaciones. Ninguno excluido. Y lo hago por el bien de la verdad”.
Así lo ha hecho el cardenal Angelo Becciu, en una larga declaración espontánea al comienzo de la 64ª audiencia del juicio en curso sobre la gestión de los fondos de la Secretaría de Estado vaticana, la segunda dedicada a la acusación de la fiscalía.
“Nuevamente, se me acusa con vehemencia de haber impedido al cardenal Pell y a la Secretaría de Economía (Spe) realizar controles a la Oficina Administrativa de la Secretaría de Estado: reitero que el dinero administrado por la Secretaría de Estado constituía el Fondo Soberano del Papadesde la época de Pablo VI (y desde entonces confidencial), no formaba parte de los estados financieros consolidados de la Santa Sede y solo se informaba al Papa y al Secretario de Estado cada seis meses».
“El cambio de prerrogativas de la Secretaría de Estado que la colocaba por encima de los demás Dicasterios no podía ser decidido por el sustituto, como insinuaba Diddi, sino única y exclusivamente por el Santo Padre. ¿Prueba? Se necesitaba un ‘motu proprio’ para cambiar la naturaleza y responsabilidades de la Secretaría de Estado”, prosiguió Becciu.
“El profesor Diddi insiste sobre todo en los 50 millones anuales que dona el IOR al Papa para las necesidades de la Sede Apostólica y depositados en las cuentas de la Secretaría de Estado, expresando dudas sobre su uso”, explicó el ex sustituto de Asuntos Generales, y agregó: “Cuando llegué a la Secretaría de Estado esta tradición ya estaba consolidada y recuerdo que la suma se dividía entre Radio Vaticano, Osservatore Romano y Nunciaturas Apostólicas ” .
«Sobre las inversiones, es como si el promotor de justicia me hubiera cambiado por el jefe de la oficina de administración de la Secretaría de Estado, mientras yo hacía el papel de suplente», señaló. De hecho, “todas las actividades que Diddi me atribuía estaban por realizar y el jefe de la oficina, monseñor Perlasca, las realizaba. Ninguno de los que han tenido nada que ver con el Palacio de Londrese intervino en este proceso lo hice a mi nombre.
El promotor me dio responsabilidades que no tenía: siempre cumplía con los expedientes preparados por la oficina y refrendados por Mons. Perlasca, y así también para el Palacio de Londres, simplemente porque me lo presentaron calurosamente como un trato ventajoso para la Santa Sede. Si me hubieran presentado un mínimo de desventajas, seguramente habría rechazado la propuesta. Sin embargo, la autorización para invertir las sumas depositadas en Lugano UBS me fue otorgada por el entonces Secretario de Estado, Card. Bertone».
“Sobre la inversión en Falcon Oil – prosiguió Becciu -, me limité a hablar con Mons. Perlasca de esta propuesta, para que comprobara las ventajas, precisando que al contestarme no debía mirarme a la cara y menos a mi amistad con el que propone el proyecto». De hecho, esa propuesta fue posteriormente rechazada, «como prueba de que las inversiones fueron decididas por la Oficina Administrativa y solo ratificadas por mí».
“El promotor me ha acusado reiteradamente de no haberme comportado como un ‘padre de familia’ en la administración de los bienes de la Santa Sede, pero también rechazo firmemente esta acusación. Prueba de ello es lo ocurrido con el cardenal Pell, aunque odio mencionar a un difunto: mientras muchos pensaban que nuestras relaciones a veces ásperas se debían a mi oposición a sus reformas, en realidad solo intentaba señalar que estas suponían costos exorbitantes para el Secretario de Estado. Esto demuestra que cuando veo cosas que están mal, no tengo miedo de confrontar a la gente y corregir las distorsiones, porque para mí está primero el bien de la Iglesia y de la Santa Sede, en cuyo interés exclusivo he trabajado siempre”, agregó el cardenal.
“Imagínate –concluyó luego sobre Pell– que le asignaba 25.000 euros al mes al secretario personal traído de Australia, 12.000 euros a su secretaria, y también traía a un funcionario de APSA donde le sacaba 2.500-3.000 euros y le asignaba 9.000 euros. No podía quedarme callado, porque el secretario de Estado había emitido una circular en la que se bloqueaban los aumentos de antigüedad y la contratación de personal vaticano”.
En la segunda parte de su acusación, que finalizará el próximo miércoles, Pg Diddi abordó hoy las cuestiones relativas al presunto fraude de las mil acciones con derecho a voto de Torzi en el Palacio de Londres (mientras que las 30.000 de la Secretaría de Estado no decidieron nada), la supuesta extorsión de Torzi para salirse del negocio embolsándose 15 millones de libras,
CIUDAD DEL. VATICANO.
SARDINIAPOST.