El decreto del 11 de junio del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida del Vaticano, que pone a las comunidades laicas bajo restricciones legales adicionales, muestra demasiado poco reconocimiento de su valor espiritual y está demasiado obsesionado por el control, dijo el cardenal jubilado de la Curia Paul Josef Cordes, de 86 años, a Die-Tagespost.de (20 de junio).
La hasta ahora amplia libertad de las organizaciones de laicos se verá radicalmente limitada. Ya no podrán determinar de forma independiente la asignación de cargos, la duración de los mismos y la inclusión de miembros en las elecciones.
Según Cordes, el decreto da la impresión de que se trata de un asunto «molesto y que hay que contener», y no muestra ningún interés por fomentar la vitalidad espiritual de los movimientos.
A Cordes le sorprende que el decreto no muestre ninguna gratitud por el hecho de que Dios haya dado a la Iglesia, en nuestros tiempos secularizados, miembros laicos que llevan a Dios entre la gente. En cambio, el dicasterio insiste en su «competencia legal».