Bajo el supuesto del combate a la corrupción, con un argumento muy bien planteado sobre el actor principal, al que se acusa de lavado de dinero, cohecho y asociación delictuosa, por un lado, y por lavado de dinero en otro asunto oficial, a los 46 minutos del viernes 17 de julio comenzó la función de lo que promete ser más un show electoral que otra cosa.
Emilio Lozoya Austin, ex director general de Petróleos Mexicanos (PEMEX), llegó a México extraditado de España, en un viaje de más de 12 horas de vuelo. Y a las 00:46 horas del viernes comenzó el espectáculo. Vistosa escenografía montada en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, con la presencia de un convoy de vehículos blindados para esperar el arribo del personaje, la presencia de representantes de todos los medios de comunicación a la caza de la noticia… y no pasó nada extraordinario.
Bueno, sí. Tras el arribo del personaje que el pasado 29 de junio, “de manera voluntaria”, aceptó su extradición a México, una vez cumplidos los protocolos de rigor, en los que se le informó sobre las causas de su detención y se le anunció su traslado al Reclusorio Preventivo Norte, el convoy salió del aeropuerto y detrás de él los vehículos con los representantes de la prensa, pero ¡oh, sorpresa!, el actor principal nunca llegó al Reclusorio.
La excusa a los medios fue que se trataba de otro operativo. Luego, la Fiscalía General de la República (FGR) informó que tras la revisión médica del perito se le encontró al personaje “anemia desarrollada y problemas sensibles en el esófago”, además de “debilidad general en toda su salud”, por lo que tuvo que ser trasladado a un hospital, a petición de sus familiares (nótese lo bien montado de la trama).
Más tarde, en su conferencia mañanera, el presidente López Obrador dijo en una primera instancia desconocer los pormenores, que el Fiscal General no le había informado, “porque no tiene obligación de hacerlo dada su independencia”; sin embargo, poco después anunció que el mismo viernes tendría lugar la primera audiencia, privada, sin acceso a público y medios de comunicación, aunque el Consejo de la Judicatura Federal dio a conocer que a través de un chat de Whatsapp se transmitiría “la información de la audiencia en tiempo real” para la prensa.
Y bueno, pues, el espectáculo ya está en marcha. Las expectativas sobre el caso comenzaron desde el momento en que Lozoya pidió su “extradición voluntaria”; luego, el presidente AMLO anunció la decisión y dijo que el acusado “viene protegido a México, con el compromiso de dar toda la información que tenga sobre los casos Odebrecht y Agronitrogenados”. Vaya, entre líneas se entiende que hubo un acuerdo para que el menos afectado resulte el testigo protegido.
Señores, nuestra muy particular opinión en este caso, es que MORENA necesita urgentemente ganar las elecciones del próximo año, y nada mejor que este espectáculo contra la corrupción para recuperar cartel. Con seguridad, el caso va para largo, los anuncios más escandalosos sobre involucrados se irán soltando de acuerdo con el avance del proceso electoral 2021, habrá muchas acusaciones para denostar al enemigo y allanar el camino al triunfo morenista en los comicios. Y al final las aguas volverán a su nivel, Lozoya pagará con algunos años de cárcel, que podría salvar con prisión domiciliaria por su precario estado de salud. Y colorín, colorado, la función ha terminado. ¿Alguien quiere apostar?
Con información de: Nuestras Voz/Editorial