En la cabecera municipal de Xicotepec estuvo un sacerdote famoso, querido y rechazado por distintos sectores, se llamaba Francisco Velazco Marañón, mejor conocido como el “padre Panchito o monseñor”, a quien se le asigna una sanación y se persigue que sea considerado para beatificarlo por parte de la iglesia católica.
Esperanza Gómez Salas, oriunda de Xicotepec, es licenciada en Administración de Empresas y se ha dedicado a recoger testimonios de la vida costumbrista de la demarcación, tanto de la cabecera como de algunas de sus comunidades.
El padre Panchito llegó a hacerse cargo de la parroquia de San Juan Bautista de Xicotepec en mayo de 1943, según datos de Esperanza Gómez, quien lo describe como un hombre recto, preocupado por los pobres, pero también “regañón, se enojaba con las mujeres que iban con escote a escuchar misa”, recordó.
Entre otras cosas, también compartió que el sacerdote se oponía a que la feria de Xicotepec se realizara durante la Semana Santa, debido a que se trata de “días de guardar”.
Se cree que el líder religioso era del estado de Hidalgo, nacido en el año de 1903, al llegar a Xicotepec fundó el colegio religioso con internado denominado “Instituto Religioso de las Hijas del Corazón Eucarístico de Jesús y del inmaculado Corazón de Santa María de Guadalupe”, que actualmente se llama, Colegio Francisco Velazco Marañón.
La investigadora detalló que logró ubicar a una mujer de nombre María de Jesús González Hernández, quien atestiguó la sanación que realizó el sacerdote en las mismas instalaciones del internado.
María de Jesús González Hernández es una mujer de poco más de 70 años, actualmente vive en pobreza extrema, fue localizada por Esperanza Gómez para entrevistarla sobre el hecho.
En el libro denominado, “Un lugar llamado Jico”, la escritora habla sobre el arribo de un varón indígena de alguna comunidad de Xicotepec, quien se quejó con el padre Panchito de una “llaga en la pierna”, misma que tenía mucho tiempo de que no le sanaba.
El quejoso levantó “su calzón de manta” para mostrarle la herida aparentemente infectada al sacerdote, mientras que “monseñor” se hincó en una rodilla para observarle y con sus manos intentó acomodar la carne viva del enfermo y luego “hizo una oración de una manera en la que, según María de Jesús González Hernández, no se le entendió y después le besó la herida”.
Al siguiente día el señor enfermo volvió a las instalaciones del instituto a cargo del padre Panchito y en sus brazos llevaba un gallo vivo, “bien chulote”, le describió María de Jesús González Hernández a Esperanza Gómez. Se lo llevaba de regalo al religioso.
En respuesta, el padre Panchito rechazó el presente y recomendó que mejor ocupara el gallo para curarse la llaga, que en este caso lo podría vender y comprar medicamento, porque el enfermo, “ya había consultado médicos y hasta curanderos tradicionales”, pero no lo podían sanar.
La sorpresa fue que el agradecido hombre por la acción del sacerdote, se debía a que iba a mostrar su pierna, levantándose el calzón de manta, con la herida ya cicatrizada.
La reacción del sacerdote fue, nuevamente hacer una oración dedicada a la virgen, según el testimonio que recogió Esperanza Gómez.
Con el relato que se hace del testimonio en el libro citado, se aspira a que la iglesia católica considere a Francisco Velazco Marañón, como candidato a beatificarse tras una minuciosa investigación.
Con información de El Sol de Puebla/Heriberto Hernández