Biblista e hija de misioneros protestantes, fue a un curso católico a criticarlo y se hizo católica

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Sarah Christmyer ama la Biblia, trata de contagiar esa pasión y la conoce muy bien. De hecho, es profesora de Biblia de los seminaristas de Filadelfia (EEUU). Enamorada de la Escritura y de Dios desde niña, titulada en Literatura Inglesa, fue protestante durante sus primeros 30 años, y sentía a Dios con fuerza en la Palabra.

Pero después se hizo católica. El pasado 30 de marzo, cuando llevaba 10 días sin poder comulgar a causa de los confinamientos por la pandemia del coronavirus, escribía en su blog ComeIntoTheWord sobre su hambre eucarística.

«No sé vosotros, pero tengo sed de Jesús. Tengo hambre de Eucaristía. Lo quiero. Físicamente, tangiblemente. Menos de 10 días de privación por el coronavirus, y tengo un deseo que nunca antes experimenté», anunciaba.

«Es una nostalgia que nunca pensé que tendría, dado que experimenté Su presencia espiritualmente durante 30 años como protestante, ignorando lo que me perdía. Incluso como católica, me costó años entender que ‘este es mi Cuerpo’ es de verdad. ‘Este es mi cuerpo entregado por vosotros’. Tomad y comed. Bebed. Estoy sedienta. Estoy hambrienta»

En un vídeo-testimonio de la serie Signposts, Sarah explica su camino de fe hacia el catolicismo.

«Crecí en un hogar muy devoto de la Biblia, lleno de pastores misioneros, evangelizadores… Fuimos misioneros en Hong Kong un par de años, por ejemplo. Jesús estaba en el centro de nuestra vida», recuerda. Tanto sus abuelos paternos como maternos eran también misioneros y evangelizadores protestantes. Aún hoy considera a sus padres su gran modelo a imitar en la fe y la transmisión del amor a Dios.

Pero como joven adulta sucedió algo imprevisto: se enamoró de Mark, un joven de origen católico. Él había dejado de ir a misa y de interesarse por las cosas de fe en el instituto, de adolescente.

Sarah, en principio, viendo que él no era cristiano, había decidido no implicarse en serio con él, pero en esos días Mark «encontró al Señor y al final acabamos casándonos». Les casó el abuelo de ella, pastor protestante, en una iglesia protestante, y como protestantes.

Volvieron las raíces católicas de su esposo

Cuando ella quedó embarazada, «de repente todas las raíces católicas de él regresaron y quiso bautizar al bebé como católico. Eso fue el inicio de un viaje [espiritual] muy largo para mí».

Parte del tema tenía que ver con la costumbre de su iglesia protestante de aplazar el bautismo. El abuelo pastor había hecho una ceremonia «dedicando a la niña» a Dios, pero no querían bautizarla todavía. Pero la abuela católica señalaba que sin bautizarla, el bebé corría el riesgo de ir al infierno si moría.

Sarah no estaba segura de que los bebés debieran bautizarse, pero al final accedió hacerlo por tranquilizar a la abuela. Sin embargo, «fue difícil para mí, porque bautizar a mi hija como católica no es lo que tenía en mente al casarme».

«Después de bautizar a la niña, mi marido empezó a hacerse más y más católico, y decidió ir a una iglesia católica. Yo no quería ir a una iglesia distinta, sin él, y decidí acompañarlo», explica.

Una parroquia católica muy adecuada

Tuvieron mucha suerte con su parroquia. «La iglesia que elegimos no tenía muchos signos externos que me pudieran inquietar, como crucifijos grandes o estatuas de María. Me sentía a gusto, y me gustaba la liturgia, que era hermosa. La música era magnífica. La predicación se basaba en la Biblia. Estaba bien, por un tiempo».

Pero no se trataba sólo de ir a escuchar homilías y cantar. Mark recurría cada vez más a prácticas católicas. Y Sarah, experta en Biblia, decidió apuntarse al curso RCIA de la parroquia, de iniciación cristiana de adultos, precisamente para refutar lo que allí dijeran los catequistas católicos y «enseñar a Mark todas las razones por las que no podíamos ser católicos».

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Un curso centrado en Jesús y revelador en los sacramentos

Al principio, el curso se centraba en quién es Jesús, y porque los hombres necesitan ser salvados por Él. «Vaya, son cristianos», le comentó Sarah a Mark, aprobando ese enfoque. Hoy ella lo recuerda con humor.

Después el curso explicaba los sacramentos del bautismo y la confirmación, toda su realidad sacramental, que en las comunidades protestantes no se comenta o se niega. Y Sarah se sentó a reflexionar: «¿por qué nadie me explicó nunca antes todo esto?»

A Sarah le daba la impresión de que ella siempre había creído de alguna manera esas enseñanzas, pero que nunca se las habían explicado así.

«Empecé a tener la sensación de que aquí había una Iglesia con autoridad para enseñar, que yo no tenía que ser el ‘papa’, y que había una Iglesia que enseñaba la doctrina correcta, y eso me atraía mucho», añade.

Orando en tiempos duros: Dios la guió

En casa había problemas familiares y tensiones con su marido y Sarah rezaba mucho. En su oración sintió que Dios le decía:

– ¿Quién te trajo aquí?

Ella entendió, bastante enfadada, que ella que no había ido a esa parroquia ni hasta esa situación espiritual por su propia voluntad, que era Dios que la había conducido.

Sarah, descolocada y molesta, lloró, gritó, se quejó. «Y cuando terminé, fue como si Él dijera: ‘yo voy por aquí, ¿vienes conmigo?‘ Suave y amablemente, fue como si me indicara que Él guiaba, que había un plan mayor detrás».

A Sarah le habían educado desde niña en la enseñanza de que si Dios pide algo, se hace; que «si te pide ir a la jungla africana, cosa que yo no quería, y la Iglesia Católica me parecía algo similar,de hecho. Obedecí y me hice católica, pero eso fue antes de entender mucho de la doctrina católica».

Con el tiempo su familia creció, con 4 hijos en total, su relación con Mark se fortaleció, y hoy es una familia evangelizadora de firme fe católica.

Una divulgadora bíblica, con sus santos y pasajes preferidos

Hoy Sarah es una popular conferenciante de temas bíblicos y divulgadora de la Biblia. Desde 2001 colabora con Jeff Cavins en un programa de estudios bíblicos católicos en Ascension Press y escribe sobre la Palabra de Dios. Explica que le encanta la figura del Patriarca José, vendido como esclavo a los egipcios pero luego clemente, y la de Rahab, mujer fiel a Dios y su familia. De los Salmos, le encanta el Salmo 1; de las parábolas, el Hijo Pródigo («inagotable»). Entre los santos, le inspiran Santa Helena y San Agustín, una madre con fe y un escritor-maestro, como ella.

Un consejo para leer la Biblia

Y tiene un consejo para quienes quieren empezar a leer la Biblia o hacerlo con más asiduidad: «¡simplemente hacedlo! No os desaniméis, perseverad. Rezad antes de empezar y al acabar y hablad con el Señor mientras leéis. No la tratéis como una asignatura que dominar. Escuchadla. Se parece más a un mensaje de un amigo«.

Con información de Religión en Libertad/Pablo J. Ginés

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