Benedicto, el legado «NO negociable»

Lo que es indiscutible, al menos para nosotros, es que nos hallamos ante un gigante de la fe, un auténtico Padre de la Iglesia, y por tanto un faro de luz para toda la humanidad.

Pedro Mejías
Pedro Mejías

Otro gigante de la Fe que nos deja. Santo súbito. Padre de la Iglesia. Guardián de la doctrina. El Papa intelectual. Músico. Escritor empedernido. Profesor de generaciones. Humilde sacerdote. Colaborador fiel. Hermano y amigo. Conversador. Dialogante. Trabajador sistemático. Inteligencia aguda. Servidor de la Iglesia. Trabajador de la viña del Señor como, en fin, él mismo se definía.

El fallecimiento del Santo Padre Benedicto XVI nos deja un poco huérfanos a todos. Parecía que nunca se iría, que seguiría siempre ahí, en su rincón del monasterio vaticano, rezando por nosotros, como símbolo perpetuo… Su muerte nos hace mirar de nuevo hacia su persona de enorme talla, su grandísima obra, su legado tanto teológico como pastoral, y rendirle un homenaje lleno de amor y agradecimiento.

Tengo que decir que al principio su elección me desconcertó. Estaba tan acostumbrado a Juan Pablo II… pero después me cautivó su ya destacada humildad. No la cambió al ser elegido pontífice, sino todo lo contrario. Se le veía tan delicado… Quizás a los comienzos un poco “desubicado”, como que ese no era su papel. Se decía que lo que hubiese deseado después de la muerte de su “jefe” Wojtyla era retirarse con su hermano a su Baviera natal, a escribir y disfrutar de paseos por la naturaleza, en una más que merecida jubilación. Él no poseía las dotes teatrales y comunicativas de su predecesor.

Recuerdo su primera gran cita: la JMJ de Colonia, en su propio país. Tenía como miedo a saludar a los miles de jóvenes que se lanzaron a apoyarle. Le daba como vergüenza ser el centro de las aclamaciones… quizás porque sabía ciertamente que su papel era intermediario de la verdad, un simple operario de la Iglesia: traer a Jesucristo al mundo.

Ciertamente, Dios le tenía preparado un calvario último. No había sido suficiente la persecución sufrida como Prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe. Las incomprensiones, las burlas, los ataques de los disidentes… el sufrimiento de tener que corregir ciertas desviaciones… los que no querían seguir el camino de fidelidad a la Iglesia.

La figura de Joseph Ratzinger ha sido signo de contradicción para algunos. Presentado por ciertos medios y sectores como una caricatura de nuevo inquisidor, llamado con sarna “el pastor alemán”, supo ganarse el afecto de todos, dando prueba de humildad, de diálogo y de valentía al renunciar a su ministerio.

El primer ENCUENTRO Familia.Vida.Libertad de 2023 estará dedicado a él, desplegando una mirada panorámica, pero deteniéndonos especialmente en la defensa de los llamados Principios no-negociables, como él decía. Principios que hacemos nuestros en acTÚa FAMILIA, que son nuestra razón de ser: la defensa de la vida, de la familia natural, de la libertad educativa y religiosa, etc.

Estos principios o valores no-negociables creemos que fijan su obra, pues nos trasparenta con ellos la verdad que siempre persiguió: la Verdad con mayúsculas. Un teólogo, un sabio cristiano, un patriarca de la fe que es difícil abarcar. Lo intentaremos un poco en el Encuentro de este jueves.

Contaremos con tres buenos analistas para ello. Juan Carlos Monedero, conocido profesor, escritor y conferencista argentino, que se estrena en nuestros Encuentros; Paco Páez, comunicador y analista, del equipo de la Agencia Católica de Noticias; y Pablo Garrido, columnista y miembro del equipo de acTÚa FAMILIA.

Benedicto: un Papa sabio, un Padre de todos, un Profesor como ya hay pocos, un buscador y un divulgador de la Verdad. También alguien perseguido y martirizado. Criticado por los enemigos de la Iglesia.

Pero lo que es indiscutible, al menos para nosotros, es que nos hallamos ante un gigante de la fe, un auténtico Padre de la Iglesia, y por tanto un faro para toda la humanidad. Para los creyentes, tenemos en el cielo un Padre intercesor. Para todos, una luz limpia y verdadera. Imprescindible.

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