El clima se calienta y los trapos vuelan entre la curia romana y los obispos progresistas de Alemania que se han comprometido desde hace dos años en seguir un camino de reformas revolucionarias, comenzando con las solicitudes de abolición del celibato y la sacerdocio. La última señal de una progresiva radicalización se enmarca en la pregunta y respuesta entre el cardenal Kurt Koch, responsable del diálogo ecuménico en el Vaticano, y el presidente de los obispos alemanes, Georg Baetzing, tan ofendido por las palabras del cardenal que amenazó con presentar una denuncia oficial al papa francesco.
Baetzing exige una disculpa formal de Koch después de que éste haya definido las reformas alemanas, realizadas de manera democrática y extendidas a la base católica, producto de una visión nacionalsocialista. Baetzing especificó al final de la asamblea plenaria de otoño de la Conferencia Episcopal en Fulda que requiere una reparación formal.
El razonamiento de Koch, que frente a la vía sinodal, ve paralelismos con los debates que se estaban dando durante la era nazi, provocó la mosca en la nariz de los obispos progresistas alemanes.
“Me irrita que se acepten nuevas fuentes junto con la Escritura y la tradición como fuentes de la Revelación; y me asusta que esto esté pasando -otra vez- en Alemania”, dijo Koch al semanario católico alemán Die Tagespost. «Este fenómeno ya existía durante la dictadura nacionalsocialista, cuando los llamados ‘cristianos alemanes’ vieron la nueva Revelación de Dios en la sangre y el suelo y en el ascenso de Hitler».
La agencia de noticias KNA explicó que los cristianos alemanes eran un movimiento del protestantismo alemán que quería alinear a la Iglesia protestante con la ideología nazi en el período de 1932 a 1945.
«El mayor peligro hoy en día es que la verdad y la libertad ya no se ven juntas, sino que están divididas», dijo Koch. “En la teología alemana de hoy existe una fuerte tendencia a partir de la libertad como valor supremo para el hombre y juzgar desde allí lo que aún puede considerarse verdad de fe y lo que debe arrojarse por la borda”.
por Franca Giansoldati.
Ciudad del Vaticano.
Il Messaggero.