Asesinatos de sacerdotes y profanaciones: frenesí anticatólico también en Polonia

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En Europa se producen cada vez más profanaciones y ataques contra el clero. Desgraciadamente, Polonia no está libre de esta plaga. Un aumento particular de las agresiones contra la fe católica se produjo a finales del año pasado y principios de este año.

En noviembre, un hombre de 27 años irrumpió en la rectoría de la parroquia de San… El hermano Alberto en Szczytno y mató al sacerdote de 72 años, que murió poco después de ser trasladado al hospital. Cabe señalar aquí que el Padre Lech Lachowicz celebró su última Santa Misa justo antes de entrar en la rectoría donde le esperaba la muerte. Dios lo preparó para partir de este mundo.

El joven asesino no fue enviado a prisión, sino a un hospital psiquiátrico, porque los expertos concluyeron que estaba loco cuando cometió el crimen. Conociendo los hechos que rodearon este cruel crimen, uno puede tener dudas al respecto. Szymon K. estaba bien preparado para el ataque al párroco de su parroquia. Llevaba consigo un hacha con la que infligió numerosas heridas al sacerdote con increíble ferocidad. Asesinó usando guantes para no dejar huellas dactilares. En su poder también se encontró un pequeño bidón de gasolina, que presuntamente utilizó para incendiar la rectoría. Así que planeó todo de antemano, fríamente… ¿Locura?

Cuando leí la descripción de la aparición del asesino del sacerdote en Szczytno, me acordé de escenas de películas que muestran a personas poseídas por un espíritu maligno. Al igual que el autor del asesinato, estaban muy desatendidos. Tenían el pelo largo y enmarañado y unas barbas que hacía mucho tiempo que no veían tijeras. Y sobre todo, como en este caso, la santidad les enojaba.

El 13 de febrero de 2025, en Kłobuck tuvo lugar otro asesinato de un sacerdote católico: el padre Grzegorz Dymek. El sacerdote fue brutalmente estrangulado por un ex policía de 52 años, que había sido despedido de su trabajo como medida disciplinaria en 2001 por realizar repetidamente sus funciones bajo la influencia de una cantidad significativa de alcohol.

Según las conclusiones de los investigadores hasta el momento, el agresor atacó al sacerdote frente al garaje de la rectoría. Primero lo aturdió y lo ató, luego lo arrastró al sótano y lo estranguló. ¿No nos recuerda esto el asesinato del beato padre Jerzy Popiełuszko, que fue atado y brutalmente maltratado antes de morir? El asesino de Kłobuck también debió planear cuidadosamente su crimen, porque una semana antes de cometerlo robó un coche con el que planeaba huir al extranjero. Afortunadamente, su plan de escape fracasó. El delincuente fue capturado y puesto a disposición judicial, donde se encuentra a la espera de los resultados de la investigación.

Ambos sacerdotes asesinados eran párrocos de larga data en sus parroquias. Gozaban de gran respeto por parte de sus feligreses. Eran también ardientes adoradores de Nuestra Señora. Esto es importante porque se puede ver que los asesinatos y profanaciones antes mencionados, cometidos recientemente, afectaron tanto a Cristo como a su Madre, María.

Pues sí, en nuestro país también ha habido una negra serie de profanaciones. Los dos últimos, cometidos en febrero, estaban dirigidos contra la Santa Madre. Primero, un individuo extraño destruyó una estatua de Nuestra Señora de Fátima en Nowe Kupiska, y el 14 de febrero en Stary Fordon un grupo de jóvenes destrozó una estatua de cerámica similar de María al patearla con sus zapatos.

El Índice de Persecución Global de Puertas Abiertas, recién publicado, muestra claramente que los ataques a los seguidores de Cristo están aumentando en todo el mundo. Actualmente, más de 380 millones de cristianos en 78 países experimentan intensa persecución y discriminación debido a su fe.

Los autores de la mayor represión son los extremistas islámicos y los regímenes comunistas que gobiernan en varios países. Corea del Norte ocupa el primer lugar en el Índice de Persecución Global. Allí las autoridades consideran al cristiano como el enemigo público número uno. La mera posesión de la Santa Biblia se castiga con la muerte. En segundo lugar en esta lista de vergüenzas se encuentra Somalia, un país dominado por musulmanes radicales que no toleran a la Iglesia ni a las comunidades cismáticas o heréticas que se refieren al cristianismo. Allí es habitual espiar a potenciales creyentes. La conversión al cristianismo suele castigarse con la muerte.

La situación es similar en Yemen, donde la mayoría de los que recurren a Cristo son conversos del Islam. La profesión pública de una fe perseguida está sujeta a represión y castigos severos. Justo detrás de Yemen se encuentra Libia, donde hoy en día sólo vive alrededor del 4 por ciento de los cristianos, aunque la Iglesia era dominante allí antes de la invasión musulmana del país en el siglo VII. Muchos conversos se ven obligados a ocultar el hecho de su transformación espiritual incluso a aquellos más cercanos a ellos. Por creer en Cristo como Dios y Salvador, los miembros de una familia musulmana pueden incluso ser expulsados ​​de sus hogares y todas las relaciones cortadas. 

En quinto lugar se encuentra Sudán, donde continúa una guerra civil. El caos que genera está siendo explotado por militantes extremistas islámicos para asesinar cristianos. La situación de nuestros hermanos y hermanas en la fe en este país es trágica. Sus iglesias están siendo requisadas. Se están organizando ataques sangrientos contra cristianos que rezan juntos durante la Santa Misa y otros servicios. La situación es similar en los países que Open Doors colocó en lo más alto de su índice de horror: Sudán, Eritrea, Nigeria, Pakistán, Irán y Afganistán. Los extremistas musulmanes gobiernan en todas partes.

Esta creciente ola de violencia contra los cristianos en los países musulmanes es proporcional al rápido crecimiento del número de seguidores de Cristo allí. La situación en los países donde la persecución de los cristianos es mayor recuerda las cruentas represiones de los primeros siglos en el Imperio Romano. La mayor similitud es la verdad duradera de que donde la opresión es mayor, la Iglesia crece con una rapidez sin precedentes.    

Recordemos que podemos ayudar a nuestros hermanos perseguidos, sobre todo mediante la oración y el ayuno. Y también ayuda material mediante depósitos de fondos en cuentas y transferencias de ropa y alimentos a almacenes de organizaciones de ayuda confiables y probadas, preferiblemente católicas.   

Por ADÁN BIALOUSE.

DOMINGO 2 DE MARZO D3 2025.

PCH24.

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