Aplaudir con las orejas

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Creo que tienen derecho a una explicación de la retirada de mis dos últimos posts. Es fácil. Me rindo en lo que se refiera a esta JMJ. Hay cosas que no me gustan, creo que estoy en mi derecho de decirlo, pero parece que esto es alta traición a los jóvenes. Todo lo contrario. Quizá la traición haya que buscarla en otro sitio. Dicho esto, si todos están convencidos de que todo es maravilloso, pues nada. Acepto pulpo como animal de compañía, retirados los posts y a otra cosa mariposa.  

Y ahora a lo de las orejas, porque tiene su guasa el asunto.

Leo en medios digitales que “por iniciativa del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede y la Comisión Episcopal que coordina el sector de las Comunicaciones Sociales en la Conferencia Episcopal Portuguesa, los influencers católicos se reunieron en la mañana del jueves 3 de agosto, para una celebración de la Eucaristía, en uno de los momentos de encuentro con los evangelizadores digitales durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ)”. La misa fue presidida por el cardenal portugués Tolentino Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación (DCE).

Me van a permitir que diga algo porque servidor de estas cosas algo entiende, aunque solo sea por experiencia personal, ya que son más de doce años manteniendo un blog y con bastante audiencia.

Lo primero que me pregunto es quién da los nombramientos de “influencer” en la santa Iglesia y cómo se repartieron las invitaciones para tan especial acontecimiento. A un servidor nadie le invitó, y miren que tengo lectores, claro que uno no es joven, pero bueno, tampoco son jóvenes el papa Francisco, el cardenal Mendonça o el cardenal Tagle. No me consta que se dirigieran a los curas de “La sacristía de La Vendée”, algunos muy jóvenes, ni se ha recibido cosa alguna en Infocatólica. Y dicho esto, y sin ánimo de ser exhaustivo, no me quedo con las ganas de comentar algunas cosas. Copio el artículo que aparece en la agencia. Mis comentarios, en cursiva.

El purpurado lusitano afirmó luego que la presencia digital, en el cristianismo, no pide “el heroísmo solitario”, sino la “audacia de tejer relaciones de comunión”, afirmando que, en la Iglesia, “es un trabajo en equipo”.

          Lo sabemos. Sin problemas.

El prefecto del DCE alertó acerca de la polarización y “tribalización del discurso” en las redes sociales, señalando que esta actitud es “muy diferente a la misión sinodal”. “Tenemos –dijo- que aprender a reconocer a nuestro prójimo, incluido nuestro vecino digital”.

          Tampoco veo mayor novedad, aunque sí que me gustaría que alguien me explicara lo de la misión sinodal, a ver si se trata de aportar o de tragar.

El cardenal José Tolentino Mendonça subrayó que “la JMJ es un gran e inolvidable evento ya que conecta a más de un millón de jóvenes, que se miran cara a cara, y millones más en el contexto digital, para mostrarle al mundo que la guerra y la dictadura de la indiferencia y la desigualdad entre los seres humanos no son inevitables” y desafió a los evangelizadores digitales a “caminar juntos”, en unidad con la Iglesia, con los obispos y el Papa Francisco.

          Empezamos a tener problemas. Dos. Partiendo de que estamos confundiendo la misión de la Iglesia reduciéndola a la guerra y los pobres, y continuando con la sensación repetida de que aquí de lo que se trata es de que no haya disidencias. Es decir, que con la cosa de mantener la unidad lo que se pretende es la inquebrantable adhesión en forma de aplauso con las orejas.

“Ustedes, queridos jóvenes, hacen realidad el sueño del Papa Francisco, cuando nos habla de la necesidad de construir una cultura del encuentro y nos desafía a ser protagonistas juntos en el sueño misionero de llegar a todos”, señaló Mendonça, y alertó sobre “la urgencia del diálogo y la misión en nuevos espacios”, indicando que ahora corresponde a los evangelizadores digitales “traducir culturalmente el mensaje de Jesús”.

          Seguimos con los problemas: encuentro, diálogo… Y algo preocupante y que se presta a una gran confusión: “traducir culturalmente el mensaje de Jesús”.

“El cristianismo contemporáneo necesita credibilidad existencial por parte de los cristianos. Pero también necesita credibilidad cultural, credibilidad comunicacional”, dijo el cardenal y poeta portugués, y alertó sobre que lo “peor que puede pasar” es “reducir la experiencia de fe a una conversación cerrada hacia el círculo de los que ya están convencidos, cerrados en un lenguaje que los hombres y mujeres de hoy no entienden”.

          Necesitamos una formación seria entre los supuestamente convencidos, porque malamente seremos evangelizadores si no tenemos claro el contenido de la fe. Y en cuanto al lenguaje… los griegos no entendían el concepto cristiano de resurrección, por ejemplo… hasta que se lo explicaron. Y ojo al lenguaje, que las carga el diablo. N es igual decir aborto que interrupción del embarazo, como no es igual fornicar que hacer el amor. A ver si adaptando el lenguaje estamos adaptando y trivializando la doctrina.

De ahí que “la misión de hoy les pide habitar el nuevo Areópago, pide imaginación, valor para proclamar la fe fuera de las puertas”, desafió el cardenal Mendonça.

          Ahí le has dao…: “proclamar la fe”.

No escuchen a los pesimistas profesionales, que se alegran de vender ruinas y puestas de sol. Es suficiente mirarlos a ustedes para sentir que el día amanece”, y añadió: “Hagan sentir su capacidad de soñar, su deseo en el corazón de la Iglesia. Hagan sentir que son la Iglesia. Llénenla de su juventud, de su alegría. Actúen como corresponsales de ella y de su misión. Caminen juntos en unidad, en las diferentes Iglesias locales con sus obispos, y en la Iglesia Universal con el Santo Padre. Ayuden a convertir los inviernos en primaveras. Y a la llamada de Cristo, que hoy pasa por sus vidas, digan ‘presente’, ‘aquí estoy’. Este es también el ejemplo y la fuerza que nos da María Santísima. Y nos consagramos a su protección”, concluyó.

          Me encanta lo de los pesimistas profesionales, pero es que los datos son tercos: sin vocaciones, sin sacerdotes, bajando el número de católicos de forma alarmante. Parece que decir esto es ser pesimista. Pues nada, adelante con los faroles. Qué bonito eso de convertir inviernos en primaveras, porque eso ya es reconocer que estamos en invierno y que la primavera ni está ni se la espera.

Caminen juntos en unidad. Es que aquí confundimos la unidad con un nuevo aplauso con las orejas.

Y ahora sigue un servidor. La labor de un bloguero católico o influencer que dicen, que me da lo mismo, tiene elementos imprescindibles:

– Responsabilidad, de forma que todo lo que el bloguero escribe sea conforme sin duda alguna a la doctrina de la Iglesia. 

– Libertad para hacer una crítica de aquello que libremente, a su jucio y desde el más absoluto respeto, se aleja de la voluntad de Dios hacia dentro de la Iglesia y hacie el mundo exterior. 

– Capacidad de animar a tantos católicos que, por la razones que sean, se sienten desalentados, cansados, hartos.

– Convencimiento de que aquí estamos para anunciar a Jesucristo y llamar a la conversión. 

Otra cosa es perder el tiempo e intentar domesticar a los que, en una cultura que no se saca de la boca la palabra “diálogo», “no son de los nuestros».

Y una última cosa. Por tres veces leo en el texto al que aludo “soñar», “sueños». Vale. Y los sueños, sueños son

Por P. Jorge González Guadalix.

Madrid, España.

Sábado 5 de agosto de 2023.

InfoCatólica.

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