«Antiético», prohibir las Terapias Reparativas o de Conversión.

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Un creciente movimiento internacional busca prohibir las denominadas «terapias reparativas» o «terapias de conversión» a las que acuden personas que sienten una atracción no deseada por personas del mismo sexo.

Esa campaña ya ha tenido éxito en Alemania y Malta y en varias provincias de Canadá, estados de Australia y Estados Unidos y comunidades autónomas de España, está punto de lograr su objetivo también en el Reino Unido. Pero se basa en «falsedades, verdades deliberadamente enmarañadas y medias verdades«, afirma el doctor Peter May, quien ha ejercido su profesión durante décadas como médico generalista en la ciudad inglesa de Southampton.

Una petición voluntaria de ayuda basada en la palabra

Hubo un tiempo, explica, en el que la homosexualidad era ilegal y «se presionaba a las personas para que cambiaran su orientación mediante métodos crueles«, entre ellos el electroshock que, «en efecto, deben prohibirse». Pero «hoy no se obliga a nadie a cambiar», y «quienes piden ayuda lo hacen enteramente por propia voluntad» y lo que reciben es un asesoramiento basado en la palabra.

«¡Todas aquellas terapias fueron abandonadas hace más de cincuenta años!», recuerda el médico británico: «Hoy la actividad homosexual es legal en muchos países, y también el matrimonio gay. En Occidente, solo están disponibles, para quienes pidan ayuda, terapias basadas en la conversación. Entre ellas, el asesoramiento profesional, la atención pastoral, la oración y el apoyo de la familia y de los amigos. Los grupos de presión LGBT pretenden ahora prohibirlas todas«.

Peter May.

El doctor Peter May fue miembro del sínodo general de la Iglesia de Inglaterra entre 1985 y 2010.

El doctor May, que también ha defendido esta postura en el seno de la comunidad anglicana cuando ha sido sometida a debate, expone las razones que desaconsejan prohibir dichas terapias en un reciente artículo en Mercatornet.

No existe el «gen gay»

La falsedad «deliberada» de estos activistas es que las personas no pueden cambiar su orientación porque han nacido así. «Esto es claramente falso. Ninguna prueba genética ha demostrado esto jamás, a pesar de la amplia investigación llevada a cabo», dice May.

Remite al artículo publicado en Science el 30 de agosto de 2019, la mayor investigación jamás realizada sobre esta cuestión (casi medio millón de personas), que llegó a la conclusión de que no existe lo que popularmente se conoce como «gen gay», es decir, un conjunto de factores genéticos claramente identificables que permitan predecir la atracción por el mismo sexo.

Esa afirmación pasa por alto además «que muchos homosexuales y heterosexuales admiten que son ‘fluidos’ en su orientación sexual» o incluso bisexuales.

Riesgos frente a riesgos

En cuanto a las «medias verdades» que difunde el lobby LGBT, consisten en afirmar que esas terapias basadas en la conversación son perjudiciales y pueden causar depresión y riesgo de suicidio. «Sin duda, los tratamientos de asesoramiento pueden fracasar y son siempre difíciles de evaluar científicamente«, explica May, pues «con el asesoramiento no puedes hacer un ensayo doble ciego, controlado y cruzado ni es posible encontrar un placebo ni ocultar al terapeuta qué terapia está empleándose».

Pero eso no deslegitima las terapias, sostiene, porque también los estudios asocian a la propia actividad homosexual riesgos para la salud y de abuso e inadaptación, que está dando a conocer en los últimos años la propia comunidad gay. Por ese motivo puede «buenas razones para querer apartarse del comportamiento homosexual y de la cultura homosexual«.

Terapias que no buscan «curar enfermedades»

«Otro engaño que difunden los activistas, repitiéndolo como un mantra, es que la homosexualidad ‘no es una enfermedad y por tanto no puede ser curada’. Ambos términos son deliberadamente engañosos», sostiene May, porque esas terapias no pretenden ‘curar’ ninguna ‘enfermedad’: «El duelo, los trastornos de estrés post-traumático y las dificultades matrimoniales no son ‘enfermedades’ que puedan ser ‘curadas’. Son, sin embargo, situaciones estresantes para cuyo alivio suele ser eficaz el asesoramiento«, aclara.

Y añade que «rara vez el asesoramiento ‘cura’ a nadie, y el terapeuta puede ser tan importante como la terapia para conseguir un buen resultado».

¿Consigue el asesoramiento cambiar la orientación sexual de una persona? «Sí», responde May, «aunque no siempre, ni siquiera frecuentemente». Pero lo cierto  es que «cada vez hay más personas en todo el mundo que se identifican felizmente como ex gay. Si hay que respetar la identidad de las personas LGBT, también debería respetarse la identidad de los ex gays».

Ética y derechos humanos

Por eso, no solo considera «éticas» estas terapias «basadas en la conversación», sino «antiético» prohibirlas, porque se negarían «derechos humanos fundamentales: la libertad de expresión, la libertad de conciencia, la libertad religiosa y la libertad de elección de tratamiento. Y se condenaría a unas personas a vivir un estilo de vida que desean abandonar«.

Según el código de buenas prácticas de la Asociación Británica de Asesoramiento y Psicoterapia, “la finalidad general del asesoramiento es dar al cliente la oportunidad de trabajar para vivir en una forma que experimenta como más satisfactoria y enriquecedora”.

Por tanto, prohibir esas terapias contradice directamente la razón de ser del terapeuta: «Se les está prohibiendo ayudar a clientes que están a disgusto con su orientación sexual. Exista o no una prohibición legal, serán expulsados de su profesión si las ofrecen». Pero «la misión del terapeuta es estar donde están sus clientes», no el papel que se les pretende asignar, de «introducir su propia agenda y valores en la relación de asesoramiento».

«Irónicamente, es el debate transgénero el que está ilustrando la importancia del asesoramiento para quienes desean cambiar su identidad sexual», pues «suelen ser adolescentes que tienen una confusión subyacente –habitual pero temporal- sobre su orientación. Necesitan y piden ayuda».

Por todo ello, «esta campaña para prohibir las terapias basadas en la conversación para quienes se sienten a disgusto con su orientación sexual y piden consejo es algo absurdo a lo que hay que oponerse con firmeza«, concluye.

 

Carmelo López-Arias / ReL.

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