El amor es, sin duda, la experiencia más maravillosa que puede experimentar el ser humano, y de un modo pleno, cuando este amor viene de Dios. Nuestra religión católica, tiene como doctrina esencial, el mandamiento del amor. Pero ¿cómo, en qué medida y bajo que criterios debemos amar? Las lecturas de este VI Domingo de Pascua nos lo recordarán.
- PERMANECED EN MI AMOR
¿Qué denota el verbo permanecer? Significa mantenerse, estar ahí, no irse, quedarse, persistir, perseverar, participar de su misma vida. ¿Cómo se permanece en el amor de Cristo? Estando en comunión con Él, cumpliendo sus mandamientos, creyendo en su Palabra, estando en paz con Él. ¿Por qué debemos permanecer en Cristo? Porque es nuestro salvador, porque es la fuente de nuestras alegrías, porque en Él tenemos vida en abundancia, porque es el único camino que nos conduce al Padre. ¿Qué necesitamos para permanecer en su amor? La gracia o el auxilio del Espíritu Santo. ¿Qué frutos podemos obtener de esta permanencia? Seremos capaces de entregar nuestra vida por los demás, podremos ser misericordiosos como el Padre y trabajar por la justicia, la paz y la reconciliación.
- ÁMENSE UNOS A OTROS COMO YO LOS HE AMADO
¿Por qué quiere Cristo que nos amemos? Porque amar es la vocación propia del hombre, porque ninguna criatura puede amar sino solo el ser humano, porque nadie es digno del amor sino solo la persona, porque el hombre es la única criatura a la que Dios amó por si misma (GS # 24 y CATIC # 356), porque el amor nos realiza como personas (1ª Cor 13,1-7), porque al final de nuestras vidas seremos juzgamos en el amor (San Juan de la Cruz). ¿Cuál es la medida de este amor? Cristo, pues tenemos que amarnos como Él nos ha amado, tenemos que imitarlo. ¿Cómo se mide ese amor? Dando la vida por los amigos (Cf. Jn 15,13) ¿Qué implica amarnos en Cristo? Significa entregarlo todo, sacrificarlo todo, no reservarse nada y renunciar al mundo y sus banalidades. Amarnos en Cristo es vernos y tratarnos como hermanos. ¿Qué otra cosa implica amar al hermano? Amar al otro significa respetarlo, luchar por sus derechos, cuidar su vida, promover su dignidad, dejarlo que crezca en sus aspiraciones, corregirlo y educarlo.
- QUE MI ALEGRÍA ESTÉ EN VOSOTROS, PARA QUE SU ALEGRÍA SEA PLENA
¿Por qué Cristo quiere que estemos alegres? Porque nos revela el plan de salvación de Dios, porque nos comunica que Dios nos ama y nos perdona, porque nos restituye la gracia de ser Hijos de Dios (Cf. Ef. 1,5). ¿Por qué es necesario estar alegres? Porque la alegría fortalece el alma, rejuvenece el corazón, da gozo al espíritu, da tranquilidad a la conciencia y modela el carácter personal. ¿De dónde nace esta alegría? Nace y renace del encuentro con Jesucristo, de la experiencia de su amor y su perdón, de estar en comunión con Él. Además, la alegría es fruto del Espíritu Santo (Gal 5, 22-23). ¿Cómo es esta alegría? No es una alegría pasajera, terrenal, temporal, material o mundana, sino una alegría permanente, espiritual, comunitaria y eterna. ¿Cómo se manifiesta esta alegría? En el agradecimiento, en el perdón a los demás, en la actitud positiva ante la vida, en que buscamos el bien para los demás, en que somos solidarios, compartidos y generosos. Es la alegría de sentirnos amados para siempre por el hecho de ser hijos de Dios.