En Baja California, grupos antagónicos se han unido para denunciar que el Congreso del estado y el gobierno estatal están vulnerando los derechos de las mujeres. Existen fuertes rumores de que algunos diputados locales tienen intereses especiales en reglamentar los vientres de alquiler. Negocio por el cual mujeres pobres podrían “rentar” su útero para gestar los hijos de otras personas. La renta de vientres cosifica a las mujeres, comercializa la maternidad y vende hijos a personas que no han comprobado idoneidad. Además, se ha anunciado que posiblemente un hombre transexual ocupe la dirección del Instituto de la Mujer, puesto que debería ser ocupado por una mujer. Tanto trabajo que ha costado la paridad, para que ahora se violente este principio según la auto percepción de algunos hombres. La ideología de género es tan misógina, que pone en primer lugar la comodidad de un varón sobre los derechos de las mujeres.
Médicos que lucran con la maternidad hablan de lo positivo de su negocio, más no explican los riesgos del mismo. La iniciativa que pretende permitir que mujeres renten su útero para la venta de hijos implica varios dilemas éticos:
- Legalizar que las mujeres renten su cuerpo constituye un grave atentado a la dignidad de las mujeres. Nos rebaja de la categoría de personas a objetos u herramientas.
- Los métodos de reproducción asistida y los vientres de alquiler permiten la venta de hijos. Estamos ante un negocio que cosifica también a los bebés.
- Este negocio es una grave amenaza al interés superior de la niñez, ya que no se realiza ningún estudio de viabilidad o de sanidad psicológica a quienes pretenden “comprar un hijo”. El único requisito sería pagar. Muchos niños podrían ser vendidos a psicópatas sexuales.
Por otro lado es reprobable que el Gobierno del Estado permita que un hombre ocupe el puesto que le corresponde a una mujer. Tantas veces se ha dicho que el género provoca el borrado de las mujeres en las leyes y en las políticas públicas. Se pretende que bajo el pretexto de la “auto percepción“, hombres ocupen curules y regidurías destinados a mujeres; invadan nuestros baños y cárceles; compitan con mayor ventaja en deportes y concursos de belleza y peor aún, transexuales están promoviendo la legalización de la prostitución, actividad que lastima y flagela a millones de niñas, niños, jóvenes y mujeres.