Ahora son los laicos los que defienden el Magisterio, la doctrina milenaria de la Iglesia y corrigen a sus pastores

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* Dado que los pastores parecen estar más interesados en seguir los dictados de la opinión pública, cada vez más los laicos se encuentran interviniendo para pedir aclaraciones, ante declaraciones controvertidas de sus pastores. 

* Y no se trata de casos individuales, sino de la consecuencia de un retraimiento deliberado del espíritu del mundo, que genera un doloroso y nocivo vuelco entre la Iglesia docente y la Iglesia que aprende.

En la Iglesia la situación parece haberse invertido

Luisella Scrosati lo volvió a destacar el jueves pasado:

Alguna vez fueron los líderes eclesiásticos, aquellos que en la Iglesia tienen el deber de enseñar, quienes llamaron al orden a la base eclesial cuando se salió del caminoHoy, sin embargo, es la base eclesial, los sacerdotes, pero sobre todo los laicos, los que piden cuentas al magisterio de lo que dice, le recuerda que hay documentos anteriores del magisterio que dicen lo contrario, que hay cuestiones teológicas cerradas porque el magisterio sobre ellos en fin, ya se ha pronunciado definitivamente… lo cual le corrige. Si una vez fue el papa o el obispo quien corrigió una posición teológica aventurera, hoy les toca a los pobres laicos pedirle cuentas al magisterio:

  • Cuando se publicó la Exhortación Amoris laetitia , fue necesario intervenir-aunque no se pertenezca a la Iglesia docente sino a la Iglesia aprendiz- para señalar que se contraponeFamiliars consortio Veritatis Splendor 
  • Cuando Francisco firmó la Declaración de Abu Dabi, fue necesario intervenir para señalarle que se oponía al Dominus Jesus , la declaración sobre la unicidad salvífica de Jesucristo. 
  • Ahora bien, frente a quienes planean la «superación» de la Humanae Vitae en las altas esferas, nos vemos obligados a señalar que esa enseñanza debe ser considerada definitiva porque en ella Pablo VI comprometió toda su autoridad apostólica y magisterial
  • Ante la planificación de la muerte de la celebración de la Misa V etus ordo contenida en el Traditionis custodes de Francisco, nos vemos obligados a recordar a los líderes de la Iglesia que ésta nunca ha sido abolida y, por tanto, no se puede violar el derecho a celebrarla. 
  • Ante los constantes intentos de ordenar mujeres diaconisas, se ve uno obligado a señalar al magisterio actual que el magisterio anterior -que también fue Magisterio- con Juan Pablo II ya había dado por cerrada la cuestión
  • Ricardo Cascioli tuvo que recordar varias veces a los líderes del Vaticano que existe una instrucción de 2003 de la Congregación para la Doctrina de la Fe que prohíbe el reconocimiento legal de las uniones civiles homosexuales, sin embargo, continúa la admisión de este reconocimiento por parte de obispos, conferencias eclesiales, sínodos nacionales e incluso Francisco han declarado que está a favor de las uniones civiles. 
  • Luisella Scrosati se ha visto obligada a recordar al Papa que la Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo Donum veritatis dice que la investigación teológica no puede referirse a las cuestiones en las que el magisterio ya ha intervenido de manera definitiva, mientras que esto lo argumentó en la entrevista a su regreso de Canadá sobre la anticoncepción. 

Pero, ¿por qué los fieles de base eclesial y, repito, especialmente los laicos, deben ahora estar recordando sistemáticamente la existencia de estas enseñanzas pasadas pero no caducas? 

¿No saben el Papa y los obispos que esos documentos existen?

La lista podría seguir, muchas y cotidianas son las posiciones que toman las altas esferas eclesiásticas, pontificias y diocesanas, que impulsan lo nuevo, de manera que desde la base se obliga a recordarles que lo antiguo también existe y que si quieren señalar lo nuevo deben garantizar, pero sin trucos, subterfugios y notas al pie, que no contrasta, no choca, no contradice con lo antiguo. Orami está en un continuo acarreo: ellos que corren hacia adelante, la base (una cierta base…) que pide cuenta de las lágrimas y les recuerda enseñanzas anteriores que, evidentemente, fingen no saber. Solía ​​ser todo lo contrario. La Iglesia casi se ha puesto patas arriba. Hay que reconocer, sin embargo, que esta búsqueda es agotadora, muy dañina para la fe, y ahora también bastante empalagosa. Parecen episodios seriales de una telenovela de tercera categoría. ¿Habrá que seguir recordándole al Papa indefinidamente, a los dicasterios y obispos del Vaticano que hay tal declaración en tal documento? ¿Hasta cuándo tendremos el papel de las partes?

Lo más grave es que todo esto no sucede por casualidad, sino requerido por el escenario de la nueva teología del posmodernismoCuando en la apertura del Concilio Vaticano II, los esquemas de la Curia Romana fueron rechazados por los Padres, sucedió lo inevitable, a saber, que los teólogos (que asistían a los obispos pero también los dirigían) prevalecerían. La razón era que, una vez instalada la teología en un sentido histórico y existencial, la palabra decisiva recaería en quienes mejor saben conectar con este sentido histórico, es decir, con los teólogos (progresistas), quienes serían eclipsados ​​para someter la antigua, es decir, la autoridad eclesiástica

A partir de entonces se considera caducada toda afirmación magisterial que no responda al sentido generalizado en la opinión públicaLa teología del «giro antropológico» exige por su naturaleza que el magisterio siga los «signos de los tiempos», reducido a cómo piensa el mundo sobre muchos temas. Ahora bien, el mismo Magisterio se ha inclinado de esta dirección, y no sólo los teólogos, de modo que ha correspondido a los fieles pobres de la base eclesial, especialmente a los laicos, ir a revisar el magisterio tradicional y hacer preguntas a los pastores: pero si en este documento está escrito que… ¿por qué dices esto, lo contrario…?
¿Será capaz la Iglesia de seguir así?

Por STEFANO FONTANA.

CIUDAD DEL VATICANO.

SÁBADO 6 DE AGOSTO DE 2022.

LANUOVABQ.

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