Adviento: tiempo de fe en la Palabra del Señor

en la Palabra del Señor “VERITAS SALUTARIS” (“Verdad de Salvación”) - I V º Domingo de Adviento -

Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo
Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo

Del santo Evangelio según San Mateo: 1,18-24

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, por que él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que  había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a  luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

Palabra del Señor.          R. Gloria a ti, Señor Jesús.

COMENTARIO:  

1.    La Iglesia nos propone el tiempo litúrgico de adviento en dos partes, la primera va desde el primer domingo de adviento hasta el día 16 de diciembre inclusive, y en esta parte del adviento nos situamos espiritualmente en la espera milenaria de un Salvador, desde que se promete en Génesis 3,15: “Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer. Y entre su linaje y el suyo: Este te aplastará la cabeza” (alusión al triunfo de la redención de Cristo en la Virgen que aplasta a la serpiente),  pasando por la larga espera de un Mesías por parte del Pueblo de Israel.

2.    La segunda parte del adviento nos sitúa en la espera del nacimiento del Salvador, más desde la perspectiva de la Virgen Santísima: cómo Ella lo espero con inefable amor de Madre, y cómo debemos también nosotros esperar el nacimiento de Cristo como Ella, con absoluta fe y confianza en el Señor.

3.    El IV domingo de Adviento entra ya en esta segunda parte; así, el santo Evangelio nos ilustra cómo la Virgen Santísima está esperando el nacimiento de un hijo que será el Salvador: “…a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”.

4.    “Cristo vino al mundo de la siguiente manera”: el evangelista san Mateo nos iniciará así en el gran misterio de la encarnación: en el seno purísimo de la Virgen santísima, el Hijo eterno del Padre, eterno en su divinidad, sin dejar de ser Dios verdadero, asume ahora una humanidad completa, cuerpo y alma, comenzando desde ese momento a ser también hombre verdadero, y la Virgen santísima será entonces la “Madre de Dios”. Todo ello sin concurso de varón, sino “…por obra del Espíritu Santo”.

5.    El que Cristo sea Dios verdadero, que nacido de la Virgen santísima por obra del Espíritu Santo, comienza en el tiempo a ser también hombre verdadero, es una verdad esencial del Evangelio y de nuestra fe, tal y como lo proclamamos en el Credo cada domingo: “…y se hizo hombre”, refiriéndose a Cristo, “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero”.

6.    Por ello, el adviento es nuestra preparación espiritual para la Navidad que es la gozosa noticia, como anunció el ángel a los pastores: “les ha nacido hoy un Salvador” (Lc 2,11): “Dios-con-nosotros”.

7.    El evangelista san Mateo, nos explica diáfanamente el misterio: “Estando María… desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo”.

8.    San José es instruido directamente por Dios, acerca de un misterio que sólo conocía la Virgen Santísima, y que en un acto de confianza total en Dios y su providencia, no había referido a nadie, ni siquiera a San José, concretándose Ella sólo a obedecer a Dios y a confiar totalmente en Él. Y, efectivamente Dios interviene. Es un ángel el encargado de comunicar de parte de Dios a San José tan hermoso y gran misterio: “…un ángel del Señor le dijo en sueños: ‘José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo…’ ”.

9.     San José siendo un “hombre justo”, de inmediato obedece a Dios: “Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa”. San José es modelo para todos nosotros de obediencia inmediata a Dios en la fe, viviendo los designios de Dios con total confianza en su providencia.

10.     San Mateo, un evangelio que de forma especial se dirigió a los judíos con la intención de mostrarles que Cristo es el Mesías esperado por el Pueblo de Israel, refiere como todo sucede en cumplimiento de las profecías: “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: ‘He aquí que la virgen concebirá y dará a  luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel’, que quiere decir ‘Dios-con-nosotros’ ”.

11.Es oportuno recordar, como lo hizo San Juan Pablo II, que el misterio de la encarnación se realiza en vistas al misterio de la redención, pues Cristo nace para salvarnos en la Cruz, por ello Cristo dirá cuando se acerca su muerte: “Ahora mi alma se siente turbada… mas para esto he venido yo a esta hora”(Jn 12,27)

12. Que la Virgen Santísima de Guadalupe, la “Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive” (Nican Mopohua n. 26), nos enseñe a recibir con un gran amor el nacimiento de Cristo, y que nazca en nuestros corazones por la fe verdadera profesada de corazón, y sobre la cual Ella vela siempre para salvación de México: “Santa María de Guadalupe, salva nuestra Patria y conserva nuestra fe”.

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