Los Obispos deben intervenir; los mandatos de vacunación deben terminar.
A Su Excelencia monseñor José Horacio Gómez
Arzobispo Metropolitano de Los Ángeles
Presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos
A Sus Eminencias y Excelencias
Los arzobispos y obispos de las diócesis de Estados Unidos de América
Y por su competencia
A Su Eminencia cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer, S.J.
Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe
A Su Eminencia el cardenal Gerhard Ludwig Müller
Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe
23 de octubre de 2021
Sus Eminencias,
Sus Excelencias.
Arzobispo Gómez and cardenales Ladaria Müller.
Dirijo a usted, arzobispo Gómez, como presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB), y a ustedes, cardenales Ladaria y Müller, por su competencia, algunas serias consideraciones relacionadas con las llamadas vacunas contra el COVID-19.
Creo que hay algunos aspectos de la cuestión que permiten ahora una evaluación más completa de lo que son estos fármacos y de los efectos que causan; esta evaluación debería llevar a una postura colegiada, conforme al Magisterio de la Iglesia y no influenciada por informaciones sesgadas o por noticias erróneas difundidas por los productores de estos fármacos o por los medios de comunicación.
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Tema de la «Nota» de la Congregación para la Doctrina de la Fe
La Nota sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra el COVID-19 se publicó el año pasado a falta de datos completos sobre la naturaleza del suero génico y sus componentes. Le señalo que el tema de la nota se limita al “aspecto moral del uso de las vacunas contra el COVID-19 que se han desarrollado a partir de líneas celulares procedentes de tejidos obtenidos de dos fetos que no fueron abortados espontáneamente”, y afirma que “no se pretende juzgar la seguridad y la eficacia de estas vacunas, aun siendo éticamente relevante y necesario, porque su evaluación es competencia de los investigadores biomédicos y de las agencias para los medicamentos”. Así pues, la seguridad y la eficacia no son objeto de la nota, que, al expresar su opinión sobre la “moralidad del uso” ni siquiera se pronuncia sobre la “moralidad de la producción” de estos fármacos.
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Seguridad y eficacia de las vacunas
La seguridad y eficacia de las vacunas individuales se determina después de un periodo de experimentación que normalmente dura varios años. En este caso, las autoridades sanitarias han decidido llevar a cabo la experimentación en toda la población mundial como excepción a la práctica habitual de la comunidad científica, las normas internacionales y las leyes de las distintas naciones. Esto significa que toda la población se encuentra en la condición de ser susceptible de sufrir los efectos adversos de la vacuna, por su propia cuenta y riesgo, cuando normalmente la experimentación se hace en forma voluntaria y se lleva a cabo en un número limitado de sujetos a los que se paga por someterse a ella.
Pienso que es evidente que se trata de un fármaco experimental que no ha sido aprobado, sino sólo autorizado para su administración por los organismos encargados; al igual que pienso que es evidente que existen tratamientos médicos sin efectos secundarios adversos, aunque han sido sistemáticamente boicoteados por las instituciones sanitarias -Organización Mundial de la Salud, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, Agencia Europea del Medicamento- y por los principales medios de comunicación. Aunque la Iglesia deba expresar una valoración moral de los diferentes tratamientos disponibles -algunos de los cuales se realizan con fármacos producidos con líneas celulares originadas en un feto abortado, como las vacunas-, hay que reiterar que existen tratamientos eficaces que curan a los pacientes y les permiten desarrollar permanentes defensas inmunitarias naturales, algo que no hacen las vacunas. Además, estos tratamientos no provocan efectos secundarios graves, ya que los fármacos que se utilizan están autorizados desde hace décadas.
Otros tratamientos desarrollados recientemente son absolutamente eficaces, baratos y no conllevan ningún peligro para quienes los reciben. Es el caso del tratamiento con plasma estudiado y empleado con gran éxito por el médico italiano Giuseppe De Donno.
Médico italiano Giuseppe De Donno.
El tratamiento con plasma hiperinmune fue fuertemente desaconsejado y boicoteado por las empresas farmacéuticas y los médicos financiados por ellas, porque no cuesta nada y hace inútil la terapia análoga, que se hace en los laboratorios con células monoclonales a costos exorbitantes.
Las normas internacionales especifican que no se puede autorizar la distribución de un fármaco experimental salvo en ausencia de un tratamiento alternativo eficaz: Es por eso que las agencias de medicamentos en Estados Unidos y Europa han impedido el uso de la hidroxicloroquina, la ivermectina, el plasma hiperinmune y otras terapias de probada eficacia. No hace falta recordar que todas estas agencias, junto con la OMS, están financiadas casi en su totalidad por las empresas farmacéuticas y por fundaciones vinculadas a ellas y que existe un grave conflicto de interés en los más altos niveles, sobre el que los medios de comunicación guardan un culpable silencio. Al expresar una valoración moral de las vacunas, la Iglesia no puede dejar de tener en cuenta estos elementos, ya que provocan una manipulación de la información científica, en base a la cual se han formulado los juicios sobre su [validez] moral por parte de la autoridad eclesiástica.
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Los fármacos experimentales no son vacunas en sentido propio
La Congregación para la Doctrina de la Fe, si bien no se pronuncia sobre la eficacia y la seguridad de las llamadas vacunas, las define, sin embargo, como “vacunas”, dando por sentado que realmente dan inmunidad y protegen a las personas del contagio activo y pasivo. Este elemento es desmentido por las declaraciones procedentes de todas las autoridades sanitarias del mundo y de la OMS, según las cuales las personas vacunadas pueden infectarse y contagiar a otras en forma más grave que las no vacunadas y descubren que sus defensas inmunitarias se han reducido drásticamente, cuando no se han destruido por completo.
Un estudio reciente confirma que el suero génico puede causar formas de inmunodeficiencia adquirida en quienes lo reciben. Por lo tanto, los fármacos llamados “vacunas” no entran en la definición oficial de vacuna, a la que presumiblemente se refiere la nota de la CDF. En efecto, una “vacuna” se define como un preparado medicinal destinado a inducir la producción de anticuerpos protectores por parte del organismo, confiriendo una resistencia específica contra una enfermedad infecciosa concreta (viral, bacteriana, protozoaria). Esta definición ha sido modificada recientemente por la OMS porque, de lo contrario, no habría podido incluir los medicamentos anti-COVID, que no inducen la producción de anticuerpos protectores y no confieren una resistencia específica contra la enfermedad infecciosa SARS-CoV-2.
Además, si bien los sueros de ARNm son peligrosos a causa de las implicaciones que tienen a nivel genético, el suero de AstraZeneca puede ser aún más perjudicial, como muestran estudios recientes.
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Proporcionalidad entre los costos y los beneficios de las vacunas
Limitarse a evaluar únicamente la moralidad del uso de las vacunas, la Congregación para la Doctrina de la Fe no tiene en cuenta la proporcionalidad entre los presuntos beneficios del suero génico y los efectos secundarios adversos a corto y largo plazo.
En todo el mundo, el número de muertes y patologías graves luego de la vacunación está aumentando exponencialmente: en sólo nueve meses, estas vacunas han causado más muertes que todas las vacunas en los últimos 30 años. Y no sólo esto: En muchas naciones –como Israel, por ejemplo– el número de muertes después de la vacunación es ahora mayor que el número de muertes por COVID.
Una vez comprobado que los fármacos vendidos como vacunas no aportan ningún beneficio significativo y, por el contrario, pueden causar un porcentaje muy elevado de muertes o patologías graves, incluso en sujetos para los que el COVID no representa una amenaza, no pienso que podamos concluir que hay una proporcionalidad entre los daños potenciales y los beneficios potenciales.
Esto significa, por tanto, que hay una grave obligación moral de rechazar la inoculación como posible y próxima causa de daños permanentes o de muerte. En ausencia de beneficios, no hay entonces necesidad de exponerse a los riesgos de su administración, sino que, por el contrario, existe el deber de rechazarla categóricamente.
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Nuevos datos sobre la presencia de líneas celulares de fetos abortados
Monseñor Joseph Strickland
Recientemente se han dado a conocer revelaciones de ejecutivos de Pfizer que muestran la creciente posibilidad de que los sueros génicos de ARNm utilicen material fetal abortado no sólo para la producción de la vacuna original, sino también para su replicación y producción a gran escala, y nada hace pensar que otras empresas farmacéuticas sean una excepción. El obispo Joseph Strickland también se ha expresado en este sentido, invitando a los fieles a decir: “No, no lo voy a hacer sólo porque tú lo mandes, en eso, quién sabe qué próxima locura aparecerá”. Esto hace que el uso de estos fármacos sea absolutamente inmoral, al igual que es inmoral e inaceptable el uso de fármacos que utilizan niños huérfanos para experimentación.
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Efectos secundarios en madres embarazadas y niños lactantes
Otro aspecto a tener en cuenta es el peligro concreto de que se produzcan efectos secundarios graves en madres embarazadas y otros aún más graves en los niños recién nacidos. En Estados Unidos ha habido 675 abortos en madres vacunadas y, en el Reino Unido, han muerto 521 niños lactantes. Debemos recordar que en el caso de las llamadas vacunas contra el COVID no se puso en marcha la vigilancia activa, sino sólo la pasiva, que obliga a los pacientes a notificar ellos mismos los casos adversos. Esto significa que los datos sobre los efectos adversos deben multiplicarse al menos por 10.
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Componentes de las vacunas
Me gustaría señalarles que los componentes de los sueros génicos siguen ocultos como secretos comerciales, aunque ya hay múltiples estudios que han analizado el contenido de las vacunas; por lo tanto, todavía no es posible evaluar completamente los otros elementos críticos y sus impactos a largo plazo, porque la experimentación en la población mundial terminará recién en 2023/2025, y no se sabe cuáles son los efectos de la tecnología recientemente adoptada a nivel genético. La presencia de grafeno en las dosis que han sido administradas, informada por numerosos laboratorios que han analizado su contenido, sugiere que el uso forzado de las llamadas vacunas -junto con el sistemático boicot a los tratamientos existentes de probada eficacia- sirve al propósito de rastrear los contactos de todos los seres humanos vacunados en todo el mundo, quienes estarán o ya están conectados al Internet de las Cosas mediante un enlace cuántico de frecuencias de microondas pulsadas de 2,4 GHz o superiores desde torres de telefonía móvil y satélites. Como prueba de que esta información no es fruto de las fantasías de algún teórico de la conspiración, ustedes deben saber que la Unión Europea ha elegido dos proyectos dedicados a la innovación tecnológica, como ganadores de un concurso: “El cerebro humano” y “El grafeno”. Estos dos proyectos recibirán 1.000 millones de euros cada uno en financiamiento durante los próximos 10 años.
Confío en que Su Excelencia el arzobispo Gómez considerará seriamente estas observaciones mías, las que me he ocupado en verificar minuciosamente con médicos católicos altamente cualificados, junto con sus hermanos de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos reunidos en asamblea plenaria del 15 al 18 de noviembre de 2021 en Baltimore, para que se revise y actualice la posición oficial de la Iglesia católica en Estados Unidos sobre las llamadas vacunas. Asimismo, pido a Su Eminencia el cardenal Ladaria que proceda lo antes posible a la revisión de la nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe “Sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la COVID-19”.
President of the World Economic Forum Klaus Schwab.
Soy consciente de que puede ser extremadamente impopular posicionarse en contra de las llamadas vacunas, pero como pastores del rebaño del Señor tenemos el deber de denunciar el horrible crimen que se está llevando a cabo, cuya meta es crear miles de millones de enfermos crónicos y exterminar a millones y millones de personas, basándose en la ideología infernal del “Gran Reinicio” formulada por el presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, y avalada por instituciones y organizaciones de todo el mundo.
El silencio de tantos cardenales y obispos, junto con la inconcebible promoción de la campaña de vacunación por parte de la Santa Sede, representa una forma de complicidad sin precedentes que no puede continuar por más tiempo. Es necesario denunciar este escándalo, este crimen contra la humanidad, esta acción satánica contra Dios.
Cada día que pasa miles de personas mueren o se ven afectadas en su salud por la ilusión de que las llamadas vacunas garantizan una solución a la emergencia pandémica. La Iglesia católica tiene el deber ante Dios y ante toda la humanidad de denunciar con la mayor firmeza este crimen tremendo y horrible, dando indicaciones claras y posicionándose en contra de quienes, en nombre de una pseudociencia servil a los intereses de las empresas farmacéuticas y de la élite globalista, sólo tienen intenciones de muerte. Es absolutamente inconcebible cómo Joe Biden, que también se define como “católico”, puede imponer la vacunación a 28 millones de niños, de entre 5 y 11 años, aunque sólo sea por el hecho de que el riesgo de que desarrollen la enfermedad del SARS-CoV-2 es prácticamente nulo. La Santa Sede y las conferencias episcopales tienen el deber de expresar una firme condena en este sentido y también respecto a los gravísimos efectos secundarios que pueden derivarse para los niños a los que se les inocula el suero génico experimental.
Es igualmente imperativo que haya una intervención de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos para promover la exención religiosa y revocar inmediatamente las prohibiciones impuestas al respecto por muchos ordinarios a sus sacerdotes. Del mismo modo, deben revocarse todos los requisitos de vacunación para los seminaristas y candidatos de las comunidades religiosas. En su lugar, deben darse directivas claras sobre los peligros relacionados con la administración de la vacuna y sus graves implicaciones morales.
Estoy seguro de que usted querrá considerar la particular gravedad de este tema, la urgencia de una intervención iluminada y fiel a la enseñanza del Evangelio, así como el salus animarum que los pastores de la Iglesia deben promover y defender.
In Christo Rege,
Carlo Maria Viganò, Arzobispo
Ex nuncio apostólico en Estados Unidos de América
Publicado originalmente el 27 de octubre de 2021, en https://www.churchmilitant.com/news/article/vigano-on-vaccine-issues
Traducción al español por: José Arturo Quarracino