A la derecha del Padre

Hechos 1,1-11 | Salmo 46 | Efesios 1,17-23 | Mateo 28,16-20

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

La Ascensión de JESÚS es la vuelta al PADRE con una realidad nueva: la Redención de los hombres. JESÚS se presenta ante el PADRE con su Vida entregada por todos y cada uno de los hombres, habiendo manifestado al mundo el Amor incondicional de DIOS. Todo se ha cumplido (Cf. Jn 19,30). DIOS por medio de su HIJO cumple perfectamente con la parte de la Nueva Alianza que le corresponde. “Ahora JESÚS habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de DIOS para siempre, hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies” (Cf. Hb 10,12). La vuelta a “la derecha del PADRE” significa el restablecimiento para el HIJO de todo el Poder Divino. El VERBO de DIOS acepta en JESÚS de Nazaret las limitaciones humanas en gran medida. Los evangelios nos muestran la cara humana y visible del HIJO de DIOS. Después de la Ascensión la humanidad de JESÚS de Nazaret tendrá la misma capacidad del VERBO, porque es verdaderamente el HIJO de DIOS. JESÚS es el HIJO que lleva, o es acompañado, por una multitud de hijos a la Gloria: “DIOS, rico en Misericordia, por el gran Amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos nos ha hecho revivir con CRISTO, por Gracia habéis sido salvados. Con ÉL nos resucitó y nos hizo sentar en los Cielos con CRISTO JESÚS, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobre abundancia de su Gracia por su bondad para con nosotros en CRISTO JESÚS” (Cf. Ef 2,4-7) DIOS quiere manifestar su Poder mediante su Divina Misericordia, atrayendo a todos hacia SÍ en el reconocimiento de la acción redentora de su HIJO. La meta de los que se acojan a la Gracia de la Divina Misericordia será estar en la cercanía y proximidad de la derecha de DIOS. Como bien sabemos, DIOS no es ubicable en una posición física, y el término derecha en este caso significa igualdad y poder. Si queremos incurrir en superficialidad, debemos considerar estos términos muy por encima de los conceptos humanos disponibles, pero al mismo tiempo tales enunciados quieren movernos a ensanchar la razón humana hasta el infinito, pues DIOS tiene pensado en incorporar a cada uno de los redimidos por su HIJO al campo espiritual en el que se vive la comunión entre las personas de la TRINIDAD. Estas cosas no son fáciles de precisar, pero el destino de nuestra insignificancia queda por encima de lo conocido, creado y potencialmente concebido. También nosotros, la Iglesia, la humanidad y cada uno en particular seguimos un camino de ascenso o vuelta hacia el PADRE, pues el SEÑOR ha dejado abierto el tiempo de espera en el que los enemigos del hombre, el pecado y la muerte, son puestos por estrado de sus pies. El tiempo de Gracia está vigente y en él tomamos parte todos los hombres en medio de una contienda espiritual.

Una mayor Presencia

La invisibilidad del SEÑOR no es sinónimo de ausencia, sino que viene a representar todo lo contrario. “Si nos dicen que el SEÑOR está aquí o allí no debemos hacer caso” (Cf. Lc 17,23). Ahora la Presencia del SEÑOR no se aprecia por los sentidos físicos, sino que depende de disponer nuestro espíritu -razón y voluntad- para orar con acciones de gracias y súplicas (Cf. Flp 4,6). Estamos en el tiempo señalado por el evangelista san Juan: “no os dejaré huérfanos, volveré a vosotros, vosotros me veréis porque YO vivo y vosotros también viviréis. Aquel día comprenderéis que YO estoy en mi PADRE, vosotros en MÍ y YO en vosotros” (Cf. Jn 14,19-20). JESÚS junto con el PADRE vienen a dar una vida nueva a los discípulos ya en este mundo. JESÚS el RESUCITADO está vivo y su Vida se manifiesta en los discípulos que lo siguen y obtienen su vida de la gracia que el SEÑOR les comunica. No es posible tener Vida en el mundo. El discípulo distinguirá la verdadera Vida de la falacia permanente con la que el mundo intenta captar la atención: “vuestro enemigo el Diablo, como león rugiente, anda buscando a quien devorar; resistidle firmes en la Fe” (Cf. 1Pe 5,8-9). El SEÑOR vuelve a los corazones de los discípulos gracias al nuevo Poder recibido tras la Resurrección: “me voy a mi PADRE y vuestro PADRE, a mi DIOS y vuestro DIOS” (Cf. Jn 20,17). Porque el SEÑOR recibe todo el Poder, lo manifiesta ocultándose en el corazón del discípulo con objeto de ser buscado y encontrado: “aquel día comprenderéis que YO estoy en mi PADRE, vosotros en MÍ y YO en vosotros” (Cf. Jn 14,20). Algo de comprensión de esta forma de estar el SEÑOR en el PADRE y en nosotros nos ayuda a considerar que la Ascensión no sucede en un punto geográfico aislado o limitado, sino que en realidad se trata de un nuevo modo de estar el SEÑOR en DIOS mismo y consecuentemente en el discípulo que lo acepta y sigue. Por la acción del ESPÍRITU SANTO “ya no conocemos a JESÚS según la carne”, en expresión de san Pablo (Cf. 2C 5,16), sino que la exterioridad se ha desvanecido para dar paso a la interioridad: “el ESPÍRITU de la Verdad estará con vosotros para siempre” (Cf. Jn 14,17). Todo aquel que reconozca a JESÚS en su corazón lo hará gracias a la presencia del ESPÍRITU SANTO (Cf. 1Cor 12,3). El Poder del SEÑOR se mostrará en la transformación de los espíritus, conduciéndolos por la Fe al reconocimiento de su Presencia: porque el SEÑOR está vivo, y el discípulo percibe una Vida Nueva que no había experimentado hasta ahora en su interior. El Poder del SEÑOR gracias a la Ascensión se está manifestando en el envío del ESPÍRITU SANTO, que alcanza los corazones de los discípulos y los conduce a la Verdad completa (Cf.  Jn 14,26).

Lucas escribe a Teófilo

“El primer libro lo escribí, Teófilo, sobre todo lo que JESÚS hizo y enseñó desde un principio, hasta que fue llevado al Cielo” (Cf. Hch 1,1-2). La Resurrección alcanza su meta con la llegada al PADRE por parte del HIJO. El evangelio de san Juan por un lado, y el de san Lucas por otro nos relatan el mismo hecho con perspectivas distintas. San Juan señala que en las apariciones del primer día de la semana, y concretamente a María Magdalena, todavía Él no ha subido al PADRE (Cf. Jn 20,17). San Lucas dilata el tiempo para la Ascensión, o vuelta al PADRE, a cuarenta días después de la Resurrección. JESÚS resucita verdaderamente porque alcanza la comunión para siempre a la derecha del PADRE. JESÚS se expresa así en la Oración Sacerdotal: “YO te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, PADRE, glorifícame TÚ junto a TI con la Gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese” (Cf. Jn 17,4-5). San Lucas narra en su evangelio las obras y enseñanzas de JESÚS, que el PADRE manda realizar al HIJO: después de hacer todo lo mandado depende del PADRE para su Glorificación, o reintegración a la gloria de la que se había despojado por la Encarnación, pues no había tenido a bien permanecer en su igualdad de Gloria con el PADRE, y obedeciendo su Divina Voluntad, se despoja de su rango, adoptando forma de esclavo, o Siervo de YAHVEH (Cf. Flp 2,5-6). La Ascensión contempla a JESÚS que es devuelto a la Gloria que tenía el HIJO “antes que el mundo existiese”. De otra forma san Lucas expresa mediante la geografía la profunda verdad y revelación. JESÚS asciende desde el Monte de los Olivos que evoca los inicio de la Pasión. En algún punto de este monte se mira hacia Betania, que nos recuerda la escena última de la mujer, María la hermana de Lázaro, derramando el perfume valioso, y con su aroma llena toda la casa. Con la Resurrección y la Ascensión: toda la Creación se llenará de la nueva presencia del RESUCITADO por la efusión del ESPÍRITU SANTO que vendrá sobre todos. JESÚS tenía que ser llevado al Cielo para completar su obra, “llevando consigo una incontable multitud de hijos” (Cf. Hb 2,10). Teófilo puede ser el discípulo modélico, que no descuida las enseñanzas valiosas dadas sobre JESUCRISTO y su obra. A Teófilo le va la vida en aprender lo que JESÚS hizo y enseñó. Teófilo significa amado de DIOS, o el que ama a DIOS. Para crecer en al Amor a DIOS, o en el Amor de DIOS, se necesita conocer con exactitud las obras y enseñanzas de JESUCRISTO. JESÚS seguirá en medio de los cristianos pero su Presencia no será como la pudieron comprobar durante el tiempo de la misión pública. Ahora hay que empezar a leer las obras del SEÑOR a través de las señales que el RESUCITADO vaya dejando diariamente. El espíritu humano deberá agudizar la mirada y para eso viene en ayuda el don del ESPÍRITU SANTO. Lo que sucede, según san Lucas, en el tiempo que va desde la Resurrección hasta la Ascensión nos incumbe también a nosotros, porque la enseñanza del MAESTRO sobre las cosas del Reino de los Cielos también las debemos tener presentes.

Pruebas de la Resurrección

“Después de su Pasión, JESÚS se presentó dando muchas pruebas de que vivía, apareciéndose durante cuarenta días y hablándoles a cerca de lo referente al Reino de DIOS” (Cf. Hch 1,3). Por boca de Pedro, los Apóstoles se presentan al mundo como testigos de la Resurrección de JESUCRISTO. Los evangelios, de modo particular, dan argumentos  suficientes para inclinarnos a pensar que aquellos discípulos no estaban en condiciones de aceptar una ilusión. Por otra parte, los evangelios relatan las apariciones del RESUCITADO con todo realismo. Los Apóstoles fueron testigos de un modo de apariciones que no constan en lo sucesivo. La Historia de la Iglesia a partir de Pentecostés se va construyendo con otras señales del RESUCITADO, pues entra de lleno en la escena del mundo y de la Iglesia la Tercera Persona de la Santísima TRINIDAD. Alrededor del año cincuenta, cuando san Pablo escribe la primera carta a los de Corinto, pondrá en evidencia la importancia capital de la Resurrección, dándonos una doctrina que ilumina nuestro presente y destino último ”Si JESÚS no ha resucitado, vana es nuestra Fe, somos los más desgraciados de los hombres y permanecemos en nuestros pecados” (Cf. 1Cor 15,14-19).

La Promesa del PADRE

“JESÚS mientras estaba comiendo con ellos les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del PADRE” (Cf. Hch 1,4) Jerusalén sigue estando en el Plan de DIOS como signo evidente de la elección divina, que permanece fiel a sus promesas. En Jerusalén predicó JESÚS e hizo signos que nadie podría realizar, si DIOS no estuviese con él, según Nicodemo (Cf. Jn 3,2). En Jerusalén JESÚS se manifestó como el MESÍAS enviado por DIOS, aunque fue rechazado. En Jerusalén JESÚS murió como expiación por los pecados de todos los hombres: ÉL fue el CORDERO de DIOS que quitó el pecado del mundo (Cf. Jn 1,29). En Jerusalén JESÚS resucitó y en esta ciudad los Apóstoles fueron testigos iniciales de este acontecimiento fundamental. En Jerusalén los Apóstoles tienen que esperar la Promesa del PADRE dando inicio, cuando llegue, al surgimiento de la Iglesia. Desde entonces la Iglesia no ha dejado de predicar a CRISTO, aunque hayan surgido dificultades. La Jerusalén terrena evoca la Jerusalén del Cielo ataviada como una novia para su esposo (Cf. Ap 21,2). Los cristianos caminamos hacia la Jerusalén Celeste. La Ciudad de sólidos cimientos (Cf. Hb 11,10), que está más allá de este mundo.

El Nuevo Bautismo

“Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el ESPÍRITU SANTO dentro de pocos días” (Cf. Hch 1,5). JESÚS quiere de sus discípulos obediencia y confianza en que su Palabra se cumple. Tampoco precisa JESÚS el tiempo en que van a ser investidos de la presencia del ESPÍRITU SANTO. Les basta saber que será dentro de pocos días. El hecho extraordinario llegó el día de Pentecostés, para el que se habían estado preparando mediante la oración en compañía de MARÍA la MADRE de JESÚS. Unos versículos más adelante aparece un grupo amplio de ciento veinte personas, que se mantienen en oración (Cf. Hch 1,15).

El reino de Israel

“Le preguntan a JESÚS: ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel? JESÚS les responde: no os toca  a vosotros conocer el tiempo y el momento que ha fijado el PADRE con su autoridad” (Cf. Hch 1,6). Parece que en las apariciones, como la aquí relatada, JESÚS está muy próximo hasta el punto de comer con los discípulos, y les habla de cosas muy espirituales al mismo tiempo. Pero conjugar los dos planos es una cosa difícil, por lo que no es extraño, que alguno preguntase por un asunto capital de carácter político: la restauración del reino de Israel con las características que tuvo en el tiempo de máximo esplendor como fue el reinado de David y Salomón. Las cosas no iban por esa línea y a nosotros nos es fácil entenderlo después de la perspectiva que nos da el tiempo. Pero la confusión de planos a la hora de ver las cosas de DIOS en este mundo también es un problema nuestro. Se dan casos en los que se pierde la Fe al no ubicar adecuadamente la eficacia y el poder de la oración. Una persona  se considera con mucha Fe, y por tanto DIOS tiene que responder a sus peticiones de forma automática; pero si esto no sucede se considera que DIOS ha fallado a su compromiso, pues el orante se percibe con la tarea bien hecha. La restauración de Israel pertenece al Plan de DIOS pero también le pertenece la manera y el tiempo para llevarlo a término. Los de la Teología de la Liberación entendieron que la extensión del Reino de DIOS en este mundo pasaba por la dialéctica marxista aplicada al Evangelio, y se equivocaron gravemente. La política tiene que ponerse al servicio del Plan de DIOS, sin necesidad de confundirse con él. Buen ejemplo de lo anterior lo encontramos en el Derecho de indias elaborado en su día por la Escuela de Salamanca, con teólogos como Francisco de Vitoria, Domingo Soto o Francisco Suárez.

Lo importante es el ESPÍRITU SANTO

A la pregunta de los discípulos por la restauración de la Casa de Israel, JESÚS propone dos cuestiones sin aparente relación: por una parte parece que amonesta a los discípulos por una curiosidad indebida: “a vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento, que el PADRE ha fijado con su autoridad” (v.7). La segunda parte de la cuestión es la importante para los discípulos y para nosotros: “recibiréis la Fuerza del ESPÍRITU SANTO que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (v.8). Lo importante es la Fuerza del ESPÍRITU SANTO que a través de los discípulos llegue a todos los rincones de la tierra, llevando la acción transformadora de DIOS. El RESUCITADO estaba presente entre los discípulos, y daba muestras de una especial invulnerabilidad: la muerte en el patíbulo de la Cruz no había podido con ÉL, pues allí estaba compartiendo con ellos (v.4). Las pruebas no habían terminado y el SEÑOR cambiaría su modo de estar con los discípulos y estos tendrían que aprender a convivir con ÉL de otra forma. El RESUCITADO mandará como don singular al ESPÍRITU SANTO sobre los discípulos, y será la acción del mismo ESPÍRITU SANTO quien les haga vivir las nuevas formas de encuentro y presencia con el RESUCITADO. En este punto nos encontramos nosotros, que habiendo recibido el ESPÍRITU SANTO buscamos, porque lo vamos encontrando, al PADRE y al HIJO. JESÚS desapareció de la vista  de los discípulos después de la Ascensión.

Llevado al Cielo

“JESÚS fue levantado en presencia de ellos y una nube se lo ocultó a sus ojos” (v. 9). La forma verbal pasiva fue levantado es entendida por los comentaristas como un modo de expresar la acción misma del ESPÍRITU SANTO sobre JESÚS que es llevado definitivamente a “la derecha del PADRE”. Así concluye el evangelio de san Marcos ”El SEÑOR JESÚS después de hablarles fue elevado al Cielo y se sentó a la diestra de DIOS” (Cf. Mc 16,19). Cuando hacemos estas consideraciones la cuestión por la localización física pierde toda su preponderancia, y el carácter de la Ascensión del SEÑOR pasa a ser un modo nuevo de estar el RESUCITADO en el seno de DIOS. Así las cosas, la Ascensión señala también un modo nuevo de acercamiento del SEÑOR hacia todos nosotros. Volvemos al evangelio de san Marcos: “Los discípulos salieron a predicar por todas partes, colaborando el SEÑOR con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban” (Cf. Mc 16,20).

Mirando fijamente

“Estando ellos mirando fijamente al Cielo mientras, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al Cielo? Este JESÚS que habéis visto marcharse volverá” (v.10-11). JESÚS volverá lo mismo que se fue o ascendió. JESÚS mismo aclara cómo será su Segunda Venida: “la venida del Hijo del hombre será como el relámpago que cruza de un extremo a otro del cielo” (Cf. Lc 17,24). Una nube había ocultado al SEÑOR de la vista de los discípulos, pero el efecto del éxtasis continuó algunos momentos, que fueron propicios para una última lección dentro del acontecimiento de la Ascensión. Entre la Resurrección-Ascensión y la Segunda Venida está el tiempo de la Iglesia que tiene el encargo de evangelizar, o de dar a los hombres el testimonio vivo de JESÚS el RESUCITADO.

En Galilea

Como bien sabemos, los lugares mencionados en las Escrituras tienen, muchos de ellos, un significado teológico o espiritual. Así ocurre con la región de Galilea, en la que JESÚS predicó, se manifestó, enseñó doctrinas fundamentales y realizó numerosas curaciones, signos y milagros. Se puede decir que la Galilea fue el campo de pruebas por parte de JESÚS y sus discípulos para extender el evangelio e iniciar el crecimiento del Reino de DIOS. La tarea evangelizadora en Galilea rebajaba notablemente la tensión con las autoridades religiosas y alejaba el fantasma que podrían haber agitado de la revolución nacionalista con intención de iniciar un levantamiento frente al Imperio romano. La misión principal del gobernador romano en aquella zona era la de estar informado en detalle sobre cualquier movimiento sospechoso, y JESÚS no aparece molestado en momento alguno por el poder romano. La mala conciencia de Herodes, que actuaba como colaborador romano en algún momento pareció interesarse por JESÚS, pensando que era Juan Bautista, que había vuelto a la vida (Cf. Lc 9,7-9). JESÚS no le concedió importancia alguna, e incluso lo tildó de “zorro” (Cf. Lc 13,32), sin más repercusión. Es el evangelio de san Mateo el que resalta la importancia de volver a Galilea con la experiencia de haber conocido la Resurrección del SEÑOR.

Los Once en la Galilea

“Los Once discípulos por su parte se marcharon a la Galilea, al monte que JESÚS les había indicado” (Cf. Mt 28,16). La montaña rodea de soledad y silencio al que busca un retiro espiritual. Todos intuimos que a DIOS se le entiende mejor cuando hacemos silencio a nuestro alrededor y dejamos el fragor de la vida ajetreada en la llanura. En una montaña, probablemente el Monte Tabor, JESÚS se transfiguró con tres discípulos como testigos (Cf. Mt 17,2). Otro lugar importante es el Monte de las Bienaventuranzas donde se ofrece la doctrina del nuevo Código de Santidad para los discípulos de JESÚS (Cf. Mt  5-7). Desde el Monte Nebo, Moisés divisó toda la Tierra Prometida que los israelitas habrían de ocupar. Desde el monte indicado por JESÚS, los Once verán todo el espacio que el SEÑOR les pone por delante para implantar el Reino de DIOS. La Galilea no va a ser un refugio para la autocomplacencia, sino que es el punto al que la memoria debe volver para extender por todas partes la bendición que allí fue dispensada por la Divina Misericordia.

La duda y la Fe

”Al verlo lo adoraron, sin embargo algunos dudaron” (v. 17) Por la Fe tenemos el conocimiento de quién es JESÚS”. Algunos de los Once creyeron y adoraron nos informa san Mateo; pero otros dudaron, y no sabemos cómo se resolvió la duda en cuestión. Tenemos noticia de la objeción presentada por Tomás, según el evangelio de san Juan (Cf. Jn 20,24-25), pero esa actitud desconfiada remite en la segunda aparición en una casa de Jerusalén, estando con las puertas cerradas, al domingo siguiente (Cf. Jn 20,26-28). Este versículo de san Mateo resulta cuando menos inquietante, pues da la impresión que algunos estuvieron ajenos al destrozo humano que hicieron con JESÚS en su martirio y muerte. Por otra parte, volvemos a encontrarnos con las grandes limitaciones humanas para la Fe. Sólo una Gracia muy especial nos puede sacar del pozo oscuro en el que nuestra conciencia tiende a vivir.

El Poder del RESUCITADO

“JESÚS se acercó a ellos y les habló así: se me ha dado todo poder en el Cielo y en la tierra” (v.18). JESÚS tiene que acercarse para ser visto, percibido y creído por sus discípulos. Lo mismo que entendemos lo que es el Reino de DIOS cuando éste se acerca: “se ha cumplido el tiempo, está cerca el Reino de DIOS” (Cf. Mc 1,15). Como en la antigüedad, la Palabra tiene que ser dirigida por parte de DIOS a una persona en concreto. DIOS hace surgir un profeta cuando ÉL le dirige su Palabra. El profeta se reconoce como tal, porque sabe la Palabra que le ha sido dada y lo que debe hacer con ella. Los once fueron testigos en la vida pública de JESÚS de los signos, prodigios y milagros, que salían de sus manos; pero ahora reciben una noticia que resulta revelación esencial: “tengo pleno Poder en el Cielo y en la tierra”. Sólo DIOS tiene todo el Poder en el Cielo y en la tierra, luego JESÚS, el RESUCITADO, es DIOS. La adoración se realiza en este punto: sólo DIOS puede ser objeto de adoración.

Religión universal

“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el Nombre del PADRE, y del HIJO, y del ESPÍRITU SANTO” (v.19). El Sacramento del Bautismo establece un vínculo esencial que une al hombre con la fuente de la Gracia directamente. El hombre por su condición de tal, tiene el rango único en la Creación de ser “imagen y semejanza de DIOS” (Cf. Gen 1,26-27): Esta condición básica se nos ha dado para que libremente adoptemos la condición de hijos de DIOS por el Bautismo. La condición de bautizado significa aceptar a JESÚS como único SALVADOR, que une a la persona a la comunión con el PADRE por el don del ESPÍRITU SANTO. El don hay que recibirlo y explicarlo. El Bautismo en la TRINIDAD sólo está en la Iglesia de JESUCRISTO, y esto es básico para la Salvación y el establecimiento del Reino de DIOS en este mundo. Es una gran desgracia personal y social la negación del Bautismo recibido, pues el hombre ha quemado su tabla de Salvación y el mundo se queda sin una persona que irradie la Gracia a su alrededor, pues las solas fuerzas humanas pueden traer algo de eso que llaman “progreso”, pero nunca acercarán a la persona ni a la sociedad al objetivo del Reino de DIOS en este mundo. La supresión o tergiversación del Cristianismo es la gran desgracia para el mundo en estos momentos. Cavamos de forma ecológica nuestra propia tumba siguiendo los dictados de la religión climática; pero parece que eso es lo que toca en estos momentos.

El discípulo aprende

Después de ser bautizado, el discípulo tiene que aprender lo que el MAESTRO ha trasmitido: “Id y haced discípulos…, y enseñando a guardar todo lo que YO os he mandado” (v.19). Para llegar al Sacramento del Bautismo, o los sacramentos de la Iniciación Cristiana, el candidato tiene que aprender algunas cosas; pero el aprendizaje continúa, en realidad, durante toda la vida, pues las cosas de DIOS pertenecen a lo inabarcable y las limitaciones humanas son grandes. La Escritura y la guía de la Iglesia se nos ofrecen como los pilares de nuestro aprendizaje. Veíamos la semana pasada como el apóstol san Pedro nos exhortaba a “dar razón de nuestra Esperanza” (Cf. 1Pe 3,15). Esperamos en DIOS, creemos en JESUCRISTO, nos mueve el ESPÍRITU SANTO, aspiramos a un Cielo Nuevo y sabemos que la Voluntad de DIOS debe estar como eje de nuestra conducta. Todo esto abarca muchas verdades de fondo, a las que nos aproximamos con la enseñanza, la meditación y la adoración. DIOS nos ha dotado de inteligencia y racionalidad para que nuestra Fe tenga apoyos convenientes. Cada cristiano debería tener un conjunto coherente de razones por las cuales es creyente en JESUCRISTO.

Otro modo de estar en el SEÑOR

“Sabed que YO estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (v.20). Esta afirmación pone mucha seguridad en la vida de la Iglesia y del creyente en particular. En medio de las contrariedades particulares o sociales, el SEÑOR permanece entre nosotros. El lago de Galilea podía estar agitado cuando realizaban aquellas breves travesías, y los discípulos en alguna ocasión se quejaron; pero el lago es limitado y la tormenta nunca estuvo por encima del poder del SEÑOR. Son imágenes que traemos al presente, porque también hoy tenemos necesidad de afirmarnos en la verdad de esta promesa:”el SEÑOR está con nosotros todos los días y en todo momento”.

San Pablo, carta a los Efesios 1,17-23

El Apóstol no sólo va a predicar y enseñar a los que le son encomendados, sino que los lleva en su corazón orante, que pide a DIOS esas gracias que sólo ÉL puede dar para la perseverancia y perfeccionamiento de los suyos. Dice a los Efesios: “yo, al tener noticia de vuestra Fe en el SEÑOR JESÚS, y de la caridad hacia todos los santos, no ceso de dar gracias a DIOS recordándoos en nuestras oraciones” (v.15-16). La oración se muestra como el perfecto acto de Caridad, pues pedimos el bien en grado máximo para otras personas, y lo hacemos en el mismo Amor de DIOS, la oración es la actividad que el cristiano hace movido por el ESPÍRITU SANTO que se une al propio espíritu del hombre para clamar ¡ABBA! (Cf. Rm 8,15).

Peticiones concretas

El Apóstol pide al SEÑOR dones especiales para los suyos: “que el DIOS de nuestro SEÑOR JESUCRISTO, el PADRE de la Gloria os conceda dones de Sabiduría y Revelación para conocerlo perfectamente” (v.17) El Apóstol pide los dos dones iniciales que el ESPÍRITU SANTO confiere. El primer don es el de entendimiento, conocimiento o revelación. Si DIOS retira el velo de su MISTERIO nos da a conocer algo de SÍ. No es un conocimiento intelectual desligado de las otras áreas de la persona. El resultado de un poco más de conocimiento de DIOS es la alegría y la paz interior. El SEÑOR da una paz que el mundo no puede dar (Cf. Jn 14,27). Amplíese esto a la alegría, el Amor o la felicidad; y todo ello derivado del conocimiento o revelación de DIOS. Si el conocimiento o revelación atañe a DIOS mismo, la Sabiduría se refiere a lo que debemos entender para aplicarlo en una vida de discípulos de CRISTO. La Sabiduría requiere algo de experiencia en la vida, conocimiento de la condición humana y algún ejercicio virtuoso marcado por la prudencia o buen juicio. Todos estos dones y otros se veían muy necesarios para mantener una vida cristiana en unos tiempos de persecución, y de escasa doctrina oficial. La coherencia de vida y pensamiento cristiano sólo podía darse por una poderosa sintonía en el ESPÍRITU SANTO.

El anhelo de la Gloria

“Iluminando los ojos de vuestro corazón, para que conozcáis cual es la Esperanza a la que habéis sido llamados por ÉL; cual la riqueza de la Gloria otorgada en herencia a los santos” (v.18). El Apóstol no deja de poner toda la fuerza de su argumentación en la Vida Eterna, que para cualquiera puede estar a la vuelta de la esquina: “necio esta noche te reclamarán la vida” (Cf. Lc 12,20). San Pablo no ofrece seguridad sobre un Cielo cualquiera, sino por el que CRISTO tiene reservado para los que lo aceptan como SALVADOR. La Vida Eterna se la denomina como la Esperanza, la Gloria o la herencia destinada a los santos, que son todos aquellos santificados o justificados por las aguas bautismales. En esta carta, como en otras, se evidencia la gran impronta de las manifestaciones carismáticas, que contribuían de modo directo a considerar las cosas espirituales como algo auténtico y con incidencia en la vida de este mundo.

El Poder del SEÑOR

“Y cuál la soberana grandeza de su Poder para con nosotros los creyentes, conforme a la eficacia de su Fuerza poderosa, que desplegó en CRISTO resucitándole y sentándolo a su diestra en los Cielos” (v.19-20). La Fe de los primeros cristianos no era una abstracta especulación, sino el encuentro con el SEÑOR poderoso, que era capaz de arrancar las vidas de las personas de las garras de las supersticiones y cultos idolátricos. El Poder del SEÑOR está al servicio de la Fe y nunca de la espectacularidad, pero la mayoría de los creyentes estaban dentro de las filas cristianas porque habían “visto, oído y tocado algo del VERBO de la VIDA” (Cf. 1Jn 1,1). El mismo JESÚS que caminaba por Palestina está a la diestra del Poder de DIOS y su campo de acción está en todo lugar que se le invoque.

Por encima de todas las jerarquías angélicas

“CRISTO está por encima de todo Principado, Dominación y Virtud; y de todo cuanto tiene nombre en este mundo y en el venidero” (v.21). Por encima de todos los dones espirituales y cualquier tipo de gracia; muy superior a las jerarquías angélicas está situado el SEÑOR JESÚS. Y por si hubiera alguna duda, el Apóstol, nos dice que ni en este mundo ni en el venidero habrá un Nombre superior al que le es dado a CRISTO; por tanto, nadie puede esperar otro SALVADOR.

Cabeza de la Iglesia

“Bajo sus pies, DIOS, sometió todas las cosas, y le constituyó Cabeza Suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo del que lo llena todo en todos” (v.22-23) En CRISTO, DIOS lleva a su cumbre la Creación surgida de sus manos. La Iglesia es la cumbre de todo lo visible e invisible y tiene a CRISTO por Cabeza. Decimos que la Iglesia es un misterio, porque su realidad profunda escapa a la mirada estrictamente humana. Nosotros podemos quedarnos en la dimensión institucional humana de una organización religiosa. Lo visible de la Iglesia merece toda nuestra consideración cuando tenemos en cuenta la realidad profunda de la misma, que trasciende las formas visibles. Estos versículos de la carta a los Efesios nos elevan muy por encima de cualquier consideración circunstancial que podamos realizar, y es bueno en algún momento pararnos y descubrir lo que a simple vista no aparece. La Iglesia con todos los defectos humanos es el instrumento con el que DIOS cuenta para perfeccionar a los hombres y al mundo, estableciendo una verdadera comunión entre la Iglesia que peregrina en este  mundo y la Iglesia triunfante de los bienaventurados, que es la meta final de todos los estadios anteriores.

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