El cardenal Pierbattista Pizzaballa, de 59 años, condenó en una declaración del 7 de julio el ataque israelí contra la escuela católica de Gaza esa misma mañana:
Las imágenes y los informes de los medios de comunicación procedentes del lugar incluyen escenas de víctimas civiles y de destrucción en el recinto».
Y: «Aunque es propiedad del Patriarcado Latino de Jerusalén, la Escuela de la Sagrada Familia ha sido, desde el comienzo de la guerra, un lugar de refugio para cientos de civiles».
El nivel de destrucción en toda la Franja de Gaza es “insondable”, afirmó el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA).
“Casas, escuelas, hospitales e infraestructuras han quedado reducidos a escombros”, afirmó la UNRWA, añadiendo que unas 190 de sus instalaciones se han visto afectadas, mientras que al menos 520 palestinos desplazados que se refugiaban en estos edificios han muerto.
La gente está aterrorizada, horrorizada. No sabe adónde ir. Estamos hablando de órdenes de evacuación dadas a la población en el corazón de la ciudad de Gaza. Esos palestinos llevan más de ocho meses resistiendo a todos los ataques aéreos y a la invasión terrestre en la parte norte de la Franja de Gaza.
Algunos de esos palestinos llegaron a Deir el-Balah, pero otros decidieron quedarse y trasladarse a diferentes zonas del oeste de la ciudad de Gaza.
Permítanme recordarles que en la ciudad de Gaza y las zonas del norte no hay campamentos improvisados como aquí en la zona central y el sur.
Se trata de una zona densamente poblada, llena de edificios. Los palestinos viven en casas de otros, ya sea en casas parcialmente dañadas o quemadas, y están indefensos, no saben a dónde ir.
Este ha sido un ciclo de desplazamiento que dura ya más de ocho meses.
Pizzaballa espera «el fin inmediato del horrible baño de sangre y de la catástrofe humanitaria en la región».
Al menos cuatro personas murieron en el ataque a la escuela, según AFP.
La parroquia de la Sagrada Familia de Gaza ha recibido recientemente de nuevo a su párroco, el padre Gabriel Romanalli. Su superior, el padre Carlos Ferrero, que también se encontraba en Gaza, declaró a Lpj.org (8 de julio) que los fieles de allí están agotados: «Lo único que experimentan es sufrimiento».
A falta de escolarización, el padre Gabriel ha creado clases de recuperación. Él mismo enseña las materias principales.
Las hermanas católicas intentan organizar juegos y actividades para la parroquia.
Una señora dijo: «Fuera hay destrucción y muerte, aquí, dentro, ¡hay vida!».
La parroquia se llama «la casa de Jesús».
Ha sido un fin de semana de derramamiento de sangre y guerra que acaba de terminar y que ha vuelto a implicar a los institutos educativos que durante meses han acogido a familias sin hogar ni refugio; el balance es de al menos 20 muertos, 16 de los cuales fallecieron en el asalto a la escuela de la ONU y otros 4 en la católica, según fuentes de la Franja. Inmediatamente después del ataque, el padre Gabriel Romanelli, párroco de la Sagrada Familia en Gaza, publicó un mensaje en las redes sociales en el que afirmaba que «estamos bien» aunque la situación sigue siendo «muy mala» y por ello pide a todos que «recen por la paz».
En una nota hecha pública ayer, pocas horas después del atentado, el Patriarcado Latino de Jerusalén dice estar «siguiendo, con grave preocupación, las informaciones sobre las incursiones aparentemente lanzadas por el ejército israelí» contra la escuela de la Sagrada Familia en Gaza por la mañana. «Las imágenes y los informes de los medios de comunicación procedentes del lugar», prosigue el comunicado, «incluyen escenas de víctimas civiles y destrucción en el recinto».
LUNES 8 DE JULIO DE 2024.
