El obispo suizo Marian Eleganti dijo que la adopción de restricciones pandémicas por parte de la jerarquía equivalía a una «declaración de quiebra de la fe».
En su opinión, el comportamiento de muchos episcopados es tanto más doloroso cuanto que salen a la luz nuevos efectos secundarios nocivos de los preparados.
“Para mí fue una clara caída de la luz de la gracia”, dijo el obispo, comentando el comportamiento de algunos jerarcas durante la pandemia de coronavirus. En su opinión, las decisiones sanitarias socavan el principio de autonomía del paciente para decidir sobre su propia salud, que existía anteriormente en el mundo de la medicina.
Este principio también fue respetado en el comunicado emitido por la Congregación (hoy Dicasterio) para la Doctrina de la Fe, presidida por el cardenal Luis Ladaria, que enfatizó que no se puede obligar a vacunarse contra la COVID-19.
“Sin embargo, el Papa, como jefe de Estado, impuso [la obligación de vacunarse – ed.] a todos los empleados del Vaticano. De lo contrario, tenían que afrontar la pérdida de sus puestos de trabajo», recordó Mons. Eleganti. «Para mí fue una injusticia evidente«, dijo.
Ahora sabemos, y esto sale cada vez más a la luz en todo el mundo, que las vacunas no garantizaban la protección contra la transmisión del virus, ni que existía la llamada pandemia sin vacunar», subrayó el jerarca suizo, añadiendo que las afirmaciones contrarias nunca se han basado en pruebas.
En su opinión, la campaña de vacunación masiva provocó «injusticias… y muchos efectos secundarios nocivos». La actitud prosanitaria de los líderes de la Iglesia, expresada, por ejemplo, al permitir el cierre de las iglesias en Semana Santa, la retirada del agua bendita o el tratamiento de la Sagrada Comunión. como material contaminado, demostraba, según el jerarca, «una falta de creencia en lo sobrenatural».
“Para mí, esto es una declaración de quiebra de la fe”, dijo Mons. Eleganti, citando al salmista:
«Aunque caigan mil a tu lado,
y diez mil a tu diestra,
a ti no te sucederá» (Sal 91,7)
Mons. Eleganti subrayó que los católicos no pueden «confiar únicamente en estrategias seculares» que a menudo carecen de sentido, sino que deben recurrir ante todo a la oración. Dijo que incluso personas ajenas a la Iglesia Católica «de alguna manera sintieron» que la respuesta de la jerarquía eclesiástica al COVID «fue un abandono de la fe, como si Dios no existiera».
Miércoles 3 de julio de 2024.
lifesitenews.
