DOMUND: ¿Para qué me puso Dios aquí y ahora?

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¿Cuál es mi misión en la vida?

[Celebramos el Domingo Mundial de las Misiones.  Hoy, la Palabra de Dios (tomada del elenco de lecturas que nos ofrece el Leccionario III para la Misa por la Evangelización de los Pueblos: Del antiguo testamento: Is 2, 1-5; Is 56, 1. 6-7; Is 60, 1-6; Jon 3, 10-4,11; Zac 8, 20-23.  De los salmos: 18; 66; 95; 97; 116.  Del nuevo testamento: Hech 1, 3-8; Hech 11, 19-26; Hech 13, 46-49; Rom 10, 9-18; Ef 3, 2-12; 1 Tim 2, 1-8.  De los evangelios: Mt 28, 16-20; Mc 16, 15-20; Lc 24, 44-53; Jn 11, 45-52; Jn 17, 11. 17-23) nos habla, en general, del envío que Dios nos hace para que seamos testigos y fieles trasmisores de la vida nueva en Cristo y de lo que necesitamos cultivar para ser sus buenos misioneros en el mundo de hoy, comenzando en nuestros ambientes…

Sugerimos un posible esquema de lecturas y ofrecemos algunos puntos para reflexionar y comprometernos.]

¿QUÉ NOS DICE DIOS EN ESTE DOMINGO?

Isaías 56, 1. 6-7La oferta de salvación y de justicia no es sólo para los israelitas, ha de llegar por igual a todos los pueblos.  Por eso se nos dice: Velen… practiquen… adhiéranse… sirvan… amen… den culto… guarden… manténganse fieles… Los llenaré de alegría…

Salmo 66: Bendícenos Señor… que conozcamos tu bondad y tu salvación… La tierra ha producido sus frutos…

1 Timoteo 2, 1-8: Debemos orar, unidos, por todos, para que se cumpla la voluntad de Dios de que se salven y conozcan la verdad.  Para eso nos rescató Jesús y, por eso también, debemos ser apóstoles para enseñar la fe y la verdad…

Mateo 28, 16-20: En la conclusión del Evangelio de Mateo se nos narra la aparición de Jesús resucitado a sus discípulos en Galilea y la misión universal que les confiere…

REFLEXIONEMOS:

  1. ¿QUIÉN ES UN MISIONERO?

El misionero es aquel que se ha encontrado personalmente con Jesús, se ha convertido, ha aprendido su doctrina y se ha adherido a su proyecto, ha crecido en el amor de amistad hacia Él y hacia sus prójimos y ha sido enviado por Él para ser testigo de la resurrección…  Será testigo según sus características propias, partiendo de su experiencia de vida y de los dones que ha recibido de Dios y que ha cultivado para, luego, trasmitirlos…

De parte del enviado, se requiere un reconocimiento de sí mismo y un esfuerzo consciente y perseverante para desarrollarse y compartir lo que Dios ha sembrado en él; un misionero es un discípulo que se ha formado en la escuela de Jesús, ahí multiplica y hace fructificar sus dones y talentos, pues sabe que deberá compartirlos… Todos los bautizados debemos ser misioneros… pero, ¿cómo?

•      ¿Me he encontrado con Dios? ¿Siento que me ama y le pertenezco? ¿En qué ámbitos de mi vida lo he dejado obrar? ¿Cómo y en quién me ha transformado?

•      ¿Amo cada vez más a la Iglesia concreta en la que estoy insertado?

•      ¿Siento que Él me envía a cumplir una misión?

•      Repite varias veces: “Dios me ha puesto en este tiempo y en este lugar (nombra diferentes contextos) para ser su misionero”…

2. ¿CÓMO SE FORMA EL MISIONERO?

La formación para el misionero comienza por un reconocimiento de los dones que Dios le ha dado y de sus procesos internos… ¿cómo llegar a ser esa semilla de mostaza que nace, crece y logra un desarrollo pleno? El misionero necesita ser una persona en vías de crecimiento constante e integral, para poder compartir esa experiencia con sus hermanos… No basta con que madure afectivamente o con que cultive una espiritualidad profunda, también debe formarse doctrinalmente y aprender técnicas pedagógicas y pastorales… ¿Cuáles de esos requisitos ya cultivo y/o poseo?

Si yo quiero desarrollar esa “plenitud” debo primero reconocer en qué situación me encuentro y en “dónde” estoy “atorado” en mi crecimiento, qué asuntos no he resuelto aún, qué miedos no he enfrentado todavía… Debo saber que trabajar en mi madurez integral-humana me pide un conocimiento de mis emociones, de mis fortalezas y debilidades, de mi estructura de carácter… Debo entender cómo he llegado a ser lo que soy, lo que Dios pensó para mí, y luchar para vencer los obstáculos que impiden mi pleno desarrollo como persona e hijo de Dios… Cuando un discípulo llega al conocimiento de su propio yo y está consiente que los dones que recibió ya tiene frutos para ofrecer a los demás, esos frutos servirán de alimento y medicina para sus hermanos… ¿Cómo me estoy formando y transformando integralmente? ¿Qué frutos tengo y cuáles estoy compartiendo ya con mis hermanos? ¿Qué libros leo y/o a qué cursos asisto para formarme como discípulo misionero? ¿Me abro sinceramente ante quien me puede ayudar con su apoyo, confrontación, corrección y dirección?

  • TODOS SOMOS TESTIGOS DE LO QUE LLEVAMOS DENTRO, EL MISIONERO TAMBIÉN

En ese proceso de maduración humana y espiritual el discípulo necesita ser consciente de sus limitaciones para poder trabajarlas con la guía espiritual y con la ayuda de las ciencias humanas, como la psicología o la pedagogía.  Así logrará ser un mejor testigo de la resurrección que ha vivido ante sus hermanos… debe hacer un proceso en el que se “toquen” sus heridas desde la fe, para que rompa las conductas que lo destruyen o limitan y pueda llegar a sea una persona que ha sanado su propia historia, que ha sido salvada/rescatada de su vida pasada…  Y entonces podrá compartir con sencillez y alegría lo que ha recibido.  Este proceso, nos pide estar en proceso constante de sanación para poder acompañar a otros en sus procesos sanadores; debemos empeñarnos, con la ayuda de Dios, en romper las cadenas de mal, los círculos de vicio que hay en nosotros, para poder transmitir la libertad interior que vamos alcanzando…  Sólo quien ha recorrido un camino interior, será capaz de compartir con los demás esta grata experiencia vivificante… ¿Cuándo hablo de mi religión, hablo sólo de teorías o comparto experiencias?

Mencionamos que el punto de partida para toda misión es haberse encontrado profunda, íntima, amorosa y personalmente con Jesús, con su mensaje y con su comunidad… y haberse dejado no sólo cuestionar sino transformar profundamente… ¿Me pongo en las manos de Dios para que Él me moldee como el alfarero moldea un jarro? Recuerda que el barro no se puede revelar…  y que el alfarero es libre… ¿Dejo que la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia me vayan dando forma?

  • EL MISIONERO ES ENVIADO A UNA REALIDAD QUE NECESITA SER TRANSFORMADA, Y LO PUEDE HACER PORQUE HA SIDO TRANSFORMADO PRIMERO:

El proceso formativo del misionero no consta de un sólo momento inicial, sino que debe ser permanente e integral… Este proceso, espiral y ascendente, hace que el misionero puede ver con ojos de misericordia la realidad y desde ahí busque una trasformación social que haga que el Reino de Dios esté cada vez más presente ahí donde él vive y trabaja… Es natural que vaya contagiando su entorno de las cosas buenas que están ocurriendo en su vida… El misionero se preguntará, casi espontáneamente, qué necesita su comunidad y cómo puede responder, desde la fe, a esas necesidades… Por eso, preguntémonos: ¿Qué necesita mi patria en estos momentos en que muchas familias han perdido sus bienes y familiares? ¿Qué necesita mi sociedad dañada por la violencia generalizada, los asesinatos, los secuestros, etc.? ¿Qué debo hacer en esta sociedad envuelta en adicciones y evasiones de todo tipo, drogas, comida, casinos, etc.? ¿Qué puedo aportar ante el vacío espiritual tan grande que vive nuestra gente? ¿Cómo debo intervenir en esta cultura que nos va ahogando el espíritu? ¿Cómo puedo animar a esta sociedad con tanta desconfianza y miedo a todo y a todos? ¿Cómo puedo promover el espíritu comunitario cuando parece que todos quieren replegarse en el individualismo? ¿Qué debo hacer para incentivar la capacidad de reflexión y de vivir en profundidad? ¿Qué debo hacer para que la política vuelva a ser para el bien común?

TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS DURANTE LA SEMANA:

1.     Piensa que la mejor ayuda que puedes dar a las misiones de la Iglesia por el ancho mundo – además de una aportación económica y de unas oraciones – es realizar bien la misión particular que Dios te ha asignado aquí…

¿Cómo estoy cumpliendo esta misión?

(¿Sé cuál es esta misión para la que Dios me tiene aquí y ahora?)

2.     En los momentos en que hables con tu Amigo Jesús a lo largo de esta semana, conversa sobre tus compromisos misioneros y comunitarios…

Con información de ArquiMedios/Pbro. J. Jesús Suárez Arellano

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