¿Por qué Francisco no cesa a cardenal jesuita como ‘Relator General’ del Sínodo?

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En reiteradas ocasiones el Papa Francisco ha dicho que el Sínodo no es un parlamento y que su finalidad no es revaluar las enseñanzas de la Iglesia sino ahondar en la sinodalidad.

La sinodalidad es ese concepto aún no definido por el Vaticano sobre el que la Iglesia quiere que ahora pedaleemos. Es ese adjetivo calificativo que amenaza con sustituir al de católica. Tan solo hay que echar un vistazo a los últimos documentos que llegan desde el Vaticano o cuando hablan los jerarcas para darnos cuenta que cada vez se habla más de una ‘Iglesia sinodal’ obviando decir que por encima de todo es católica. Sinodal no es que sea secundario, sino irrisorio.

Si el Papa Francisco insiste en decir que en el Sínodo de la sinodalidad -que concluirá este próximo mes de octubre- «no hay lugar para la ideología», no se entiende como el Relator general del Sínodo es uno de los cardenales más heterodoxos de todo el Colegio cardenalicio.

El Papa Francisco nombró al cardenal Hollerich en junio del 2021 como Relator General de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos. En ese momento, el purpurado luxemburgués era también presidente de COMECE. Lo cierto es que además de nombrarle cabeza visible del Sínodo, el Papa ha aupado al controvertido Hollerich a puestos de suma importancia. Fue creado cardenal en el Consistorio de 2019 por el Papa Francisco y en 2023 Francisco le ‘fichó’ para el reducido grupo de cardenales que forman parte del Consejo asesor del Pontífice.

Pero si el Sínodo no está para discutir las enseñanzas de la Iglesia, carece de toda lógica que se nombre como máximo responsable del Sínodo de Obispos a un obispo ultraprogresista que nos tiene acostumbrados a ser noticia por declaraciones que desafían la doctrina católica.

Al igual que con Fiducia supplicans, las palabras del Papa deben ir acompañadas de obras, de lo contrario, se las lleva el viento. Pero chirría a todos los niveles que se nombre como responsable último del Sínodo a un cardenal que aboga por cambiar la moral sexual de la Iglesia, que acepta las uniones homosexuales e incluso que reclama el diaconado y sacerdocio femenino. No puede dirigir el Sínodo de modo confiable alguien que no manifiesta adhesión al magisterio de la Iglesia.

Los disparates del cardenal Hollerich

Sin ir más lejos, la semana pasada en una entrevista con un medio suizo volvió a defender de modo indirecto la ordenación de mujeres bajo el pretexto de dar mayor protagonismo a la mujer dentro de la Iglesia. El cardenal Hollerich llegó a asegurar que «Ordinatio sacerdotalis» de san Juan Pablo II no es infalible.

Ni que decir tiene que el cardenal luxemburgués es uno de los grandes abogados de la causa LGTB dentro de la Iglesia. Para Hollerich, Fiducia supplicans fue una declaración «muy hermosa».

Como es habitual entre los eclesiásticos de corte progresista, también es partidario de un celibato sacerdotal opcional dentro de la Iglesia porque -según él- a algunos les cuesta vivirlo.

Sobre la homosexualidad, el cardenal jesuita ha asegurado que es necesario una reinterpretación de la Biblia sobre esta cuestión. Para defender esta posición, puso el ejemplo de la interpretación que se hace de «apedrear a la mujer adulta». En unas declaraciones realizadas en una visita en Estados Unidos, Jean-Claude Hollerich pareció poner en duda la clara y antigua enseñanza bíblica sobre los actos homosexuales como pecaminosos, afirmando que “la Biblia también dice que debemos apedrear a la mujer adúltera”. “La Biblia dice que el sol gira alrededor de la tierra”, continuó Hollerich. “Entonces, la Biblia es… [tenemos] que darle una interpretación a la Biblia”.

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