* La Virgen Santa María, Maestra de entrega sin límites.
* –¿Te acuerdas?: con alabanza dirigida a Ella, afirma Jesucristo: «¡el que cumple la Voluntad de mi Padre, ése –ésa– es mi madre!…». Pídele a esta Madre buena que en tu alma cobre fuerza –fuerza de amor y de liberación– su respuesta de generosidad ejemplar: «ecce ancilla Domini!» –he aquí la esclava del Señor. (Surco, 33)
¿Quieres tú pensar –yo también hago mi examen– si mantienes inmutable y firme tu elección de Vida?
¿Si al oír esa voz de Dios, amabilísima, que te estimula a la santidad, respondes libremente que sí?
Volvamos la mirada a nuestro Jesús, cuando hablaba a las gentes por las ciudades y los campos de Palestina. No pretende imponerse. Si quieres ser perfecto… (Mt XIX, 21.), dice al joven rico. Aquel muchacho rechazó la insinuación, y cuenta el Evangelio que abiit tristis (MT XIX, 22.), que se retiró entristecido. Por eso alguna vez lo he llamado el ave triste: perdió la alegría porque se negó a entregar su libertad a Dios.
Considerad ahora el momento sublime en el que el Arcángel San Gabriel anuncia a Santa María el designio del Altísimo. Nuestra Madre escucha, y pregunta para comprender mejor lo que el Señor le pide; luego, la respuesta firme: fiat! (Lc I, 38.) –¡hágase en mí según tu palabra!–, el fruto de la mejor libertad: la de decidirse por Dios. (Amigos de Dios, 25)
Por SAN JOSEMARÍA.