Editorial ACN #114
Este domingo del tiempo pascual, la Iglesia reflexiona sobre la vocación y propósito; sabemos bien lo que representa en el sentido del fomento a las vocaciones sacerdotales y religiosas, de la provisión de buenos y santos ministros que apacienten al rebaño de una forma abnegada.
Para el catolicismo en México, la identidad sacerdotal tiene significados disímbolos que pueden representar incluso una paradoja; es cierto, los jóvenes no tienen una fácil identificación que les permita adoptar este estilo de vida para llevar a cabo un largo proceso de formación hasta el sacerdocio. La Iglesia en México, articulada en más de cien diócesis, encuentra regiones donde las vocaciones son abundantes; por ejemplo, la arquidiócesis de Guadalajara, entre junio de 2022 a mayo de 2023, registró un récord de 103 varones ordenados al presbiterado, mientras que, la arquidiócesis de México, alguna vez boyante en vocaciones, en ese mismo período apenas llegó a una decena de ordenados.
Las realidades de cada persona también son contrastantes puesto que cada vez, los candidatos al sacerdocio ingresan a lo seminarios después de una vida profesional o dedicados a diversos apostolados que les permitieron discernir su vocación. A 2020, según datos del Anuario pontificio, había 15.847 sacerdotes, (12.181 diocesanos y 3.666 religiosos) y 6.495 seminaristas mayores en el territorio de la República mexicana.
Por otro lado, las vocaciones religiosas femeninas en México son un campo que es necesario explorar. No hay información clara sobre cuántas mujeres optan por la vida consagrada. Algunos institutos misioneros sostienen un ritmo constante en sus vocaciones femeninas a la vida activa, mientras que otras comunidades, especialmente, las religiosas de clausura, ven con urgencia la falta de vocaciones que, irremediablemente, podría conducirlas a la extinción.
Recientemente en México, una interesante iniciativa está invirtiendo grandes esfuerzos para lograr un “mapeo” completo de las religiosas. “Desarrollo y Salud Integral de las Religiosas en México”, a través de diversas organizaciones, “han decidido hacer una serie de investigaciones que permitan conocer con detalle y sistemáticamente, las condiciones de vida de las Congregaciones que tienen número creciente de hermanas mayores, las formas y gestiones de atender y acompañar las necesidades más apremiantes de las mismas para cualificar la atención en los institutos femeninos”, según se lee en su sitio web. A la fecha de edición de esta opinión, el ambicioso mapeo está en un 40 por ciento registrando 3200 religiosas en 58 comunidades. Pronto, de acuerdo con el equipo de “Desarrollo y Salud Integral”, los datos de todas las mujeres consagradas podrían darles mayor “empoderamiento” y, sobre todo, conocer sus necesidades, las de su estado de salud.
La reflexión sobre las vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales tiene aparejada la manera como se está formando a todos quienes tienen un llamado en la Iglesia de México, de acuerdo con su carisma. Al menos, en cada celebración de ordenaciones presbiterales, los obispos han hecho hincapié en que el sacerdocio no es una carrera ni un camino de privilegios y también han subrayado el papel de los laicos, especialmente en estos momentos de nuestra historia donde la vida ordinaria debe impregnarse de los valores del evangelio mismo.
Este domingo es una oportunidad que nos recuerda la vocación personal como bautizados, de que somos miembros donde uno hace Cabeza, Jesucristo, y que nuestra responsabilidad es imitar su actos y palabras. Como el Buen Pastor hasta dar la vida por las ovejas.