Tras la noticia de que el obispo de Orizaba, Eduardo Cervantes Merino, sufrió un asalto junto con dos sacerdotes y decenas de automovilstas, los medios diocesanos dieron a conocer el relato del obispo y cómo se suscitó el asalto al cual llamó “un incidente más”, haciendo ironía acerca de los calificativos que la incompetencia de las autoridades hacen para minimizar la grave inseguridad y violencia que vive diversas regiones del Estado de Veracruz.
“Son situaciones dolorosas y tristes que padece nuestras comunidades” afirmó el obispo quien dijo “ahora me tocó a mí”.
Dando gracias a Dios por su salud e integridad, el obispo dio detalles del atraco cuando en después de la caseta de Esperanza, Puebla, hacia cumbres de Maltrata, la niebla hizo lento el tráfico vehicular. Advirtieron que los tripulantes de otro vehículo gritaban sobre un falso retén que estaría asaltando.
“Se deja venir un grupo de personas armadas y ya no nos dieron opción… con palabras agresivas pidieron nuestras pertenencias”. Fue en ese momento cuando el prelado también fue despojado de su anillo pastoral.
Afirmó no haber presentado denuncia alguna. “Formamos parte de la comunidad”, señaló en entrevista: “Hemos padecido lo que yo he dicho… no podemos vivir así”.
Al reconocer su impotencia por el asalto, el obispo dirigió un mensaje a la banda de jóvenes perpetradores del hecho delictivo. “Sientan que de mi parte tienen mi perdón. No hay rencor y no me parece que sea el camino que merecen ni el trato que merece la gente que transita la carretera. Que canalicen su energía y su modo de entender la vida desarrollando dones, cualidades, capacidades que Dios ha puesto en ellos. Hay muchos caminos para crecer como personas y para desarrollarse. Que, desde luego, en nuestras parroquias pueden hallar un espacio para el diálogo y la escucha… Les animo que recapaciten sobre su vida y les invito a la conversión… Que entiendan que el Señor Jesús nos ofrece un camino de perdón y de reconciliación… Ojalá que fueran, de esa manera como se organizan de hacer el mal, para hacer el bien”.
El obispo abundó en detalles posterior al asalto y llamó a las autoridades a hacer su tarea. “No le den vueltas” dijo a los responsables de los tres niveles de gobierno. “Lo que nos hace falta es una organización seria… Me parece que necesitan estrategias más adecuadas para la seguridad. Es muy complicado dar abrazos cuando te tienen con los brazos levantados”, así llamó a ponderar el voto, recapacitar y “volver la mirada al Señor Jesús en este tiempo de la pascua… ni la violencia, ni la muerte tienen la última palabra”.
Tras el atraco cometido por, al menos, ocho personas ocurrido el miércoles 3 de abril, entre los kilómetros 224 y 226 del tramo Acatzingo-Ciudad Mendoza en la localidad de San José Cuychapa, municipio de Esperanza, Puebla, límites con Cumbres de Maltrata, Veracruz, la Conferencia del Episcopado Mexicano emitió un comunicado de solidaridad para el obispo y las personas que sufrieron el atraco. El documento suscrito por el presidente y secretario general de la CEM pidió a las autoridades a poner “mayor atención y cuidado” para garantizar el libre tránsito en autopistas del país.
“Pidamos a Dios toque los corazones de la gente que provoca el sufrimiento, que el Señor les dé el don de la conversión y, como sociedad, sigamos trabajando en la reconstrucción de la paz que tanto anhelamos”, concluye el documento.
Las carreteras del país, especialmente las de la zona centro, han sido blanco de atracos por comandos armados, especialmente perpetrados en contra de transportistas que han realizado duras protestas contra el gobierno de López Obrador. En marzo de 2024, el asalto a transporte de carga se incrementó en un 9.3 por ciento. De acuerdo con líderes, no son sólo los asaltos contra transportes de mercancías, al menos uno cada 38 minutos, con pérdidas de 19 millones de pesos al día según la Confederación de Cámaras Industriales, también extorsiones, de grupos delincuenciales y autoridades, secuestros y homicidios.