Arzobispo de Guadalajara llega a los 75 años, presenta renuncia canónica

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Este 2 de marzo, el arzobispo de Guadalajara, cardenal José Francisco Robles Ortega, llega a los 75 años. Su cumpleaños marca también la obligación de presentar la renuncia canónica al oficio que ostenta e iniciar la sucesión en uno de los arzobispados más importantes de la República mexicana.

Llegó al arzobispado occidental en diciembre de 2011 sucediendo al hoy emérito cardenal Juan Sandoval Íñiguez quien en marzo cumplirá 91 años. Aunque la renuncia debe ser presentada, esto no implica que sea aceptada de inmediato por el Papa Francisco. Sin embargo, ante la posibilidad de un nuevo arzobispo, se abre una etapa en las relaciones del poder eclesiástico y de influencia al seno del Episcopado Mexicano que, en lo sucesivo, verá cómo otras sedes arzobispales de particular trascendencia tendrán la renuncia de sus respectivos ordinarios, entre ellos, México, (arzobispo Aguiar Retes, 2025); Puebla, (arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, 2025); Monterrey, (arzobispo Rogelio Cabrera López, 2026); Morelia, (arzobispo Carlos Garfias Merlos, 2026) y la  pendiente en el arzobispado de León ya que Alfonso Contreras presentó su renuncia el 16 de julio de 2023.

Robles es de los dos cardenales en activo. Carlos Aguiar Retes y él tienen derecho a entrar en un eventual cónclave con voto. Pero su participación hará ver cómo México ha ha perdido influencia al interior de la famosa encerrona cardenalicia creciendo en el número de birretes rojos eméritos sin más poder que el moral: Norberto Rivera (81), Juan Sandoval (91), Alberto Suárez Inda (85) y Felipe Arizmendi Esquivel (83). Francisco honró con el capelo al desaparecido Sergio Obeso (1931-2019), en el consistorio del 28 de junio de 2018, cuando el emérito  de Xalapa tenía 87 años.

De ese grupo, Norberto Rivera y Juan Sandoval han tenido la experiencia de participar dos veces en cónclave, el que eligió a Benedicto XVI en abril de 2005 y el de marzo de 2013 del que salió el actual Pontífice, Francisco.

José Francisco Robles Ortega (1949), ordenado en julio de 1976 para el clero de la diócesis de Autlán, por la imposición de manos del obispo Maclovio Vásquez Silos, es especialista en teología dogmática y , habiendo desarrollado varias actividades pastorales en la diócesis, fue administrador de la misma al morir el obispo Vásquez Silos en 1990. En abril de 1991, Juan Pablo II le nombró auxiliar del obispo de Toluca, Alfredo Torres Romero, y al morir, en 1996, Robles Ortega asumió la titularidad del obispado hasta ser promovido al arzobispado de Monterrey en enero de 2003.

Conferida la dignidad cardenalicia en el consistorio del 24 de noviembre de 2007 por voluntad del Papa Benedicto XVI, fue el segundo arzobispo de Monterrey en recibirla después de Adolfo Antonio Suárez Rivera, fallecido en 2008.

Tras ocho años, en febrero de 2012, tomó posesión del arzobispado de Guadalajara convirtiéndose en su quinto cardenal sucediendo en esa dignidad a José Garibi Rivera, José Salazar López, Juan Jesús Posadas Ocampo y Juan Sandoval Íñiguez. Su traslado se inauguró también con cargos importantes y relevantes para la Iglesia mexicana y universal.

En octubre de 2012, al inicio del Año de la Fe, fue nombrado presidente delegado para la XIII Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos siendo vicario pontificio en la coordinación de los trabajos sinodales, lo que permitió una cercanía con Benedicto XVI. En el Sínodo, Robles Ortega estudió y analizó, junto con los obispos del mundo participantes, las formas ideales para llegar a todos los hombres y mujeres motivando la esperanza ante los problemas mundiales; la nueva evangelización –afirmó- debe partir de una confesión de fe de los creyentes que debe manifestarse concretamente en la caridad. Sin profesión de fe y sin caridad, no se dará la Nueva Evangelización.

Optimista por las conclusiones del Sínodo, el arzobispo nativo de Mascota, Jalisco, cree que el laico ya es protagonista, discípulo de Cristo en el contexto de la familia y de todas las estructuras del mundo donde se toman decisiones y la presencia de los sacerdotes o religiosos no puede llegar, según declararía a medios informativos de la arquidiócesis de Guadalajara.

En noviembre de 2012, en la 94 asamblea ordinaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, los obispos de México le eligieron presidente para el período 2012-2015 y reelecto para el trienio 2012-2018 Así afrentó temas difíciles de la fe cristiana: la libertad religiosa, los desafíos educativos, las relaciones de la Iglesia con el gobierno y la violencia producto de la guerra contra los grupos del crimen organizado. En febrero de 2013, el presidente de la CEM revelaría a los medios el temor de su presbiterio ante las extorsiones y amenazas a clérigos, además de lamentar la desaparición de un sacerdote de la diócesis de Zamora, el padre Santiago Álvarez Figueroa quien, a la fecha, tiene paradero desconocido.

Robles Ortega ha visto en la arquidiócesis de Guadalajara una Iglesia de grandes retos por el número de personas. Ese arzobispado es de los más importantes del país actualmente con casi 6 millones de católicos atendidos por 1626 sacerdotes diocesanos y religiosos colocándose así por encima de Monterrey con un poco más de 4 millones de católicos y de 644 sacerdotes y de la arquidiócesis de México con casi 5 millones de católicos atendidos por 1422 sacerdotes según datos del Anuario Pontificio 2022.

En últimas fechas, el arzobispo de Guadalajara ha tenido una importante actividad en redes sociales; sin embargo, sus declaraciones a la sociedad se han dedicado a una crítica a la situación del país y de Jalisco, entidad que padece un grave problema de desaparecidos cuyas familias han sido consoladas por el cardenal como fue en una reciente misa, en agosto de 2023, en donde dijo que las desapariciones son una verdadera tragedia;  con el poder político, Robles ha tenido especiales acercamientos. Uno de los más célebres con el entonces presidente electo López Obrador en septiembre de 2018  y, a raíz de su denuncia de los retenes del crimen organizado en los límites de Zacatecas y Jalisco, la del exsecretario de Gobernación y una de las corcholatas de AMLO a la presidencia, Adán Augusto López Hernández, en julio de 2022.

No obstante, el descontento del clero con el actual régimen se visto reflejado en duras críticas del purpurado hacia quien, en su momento, prometió un diálogo permanente con el clero. No son desconocidos los reproches desde el arzobispado de Guadalajara. Un duro editorial de “Semanario” calificó a AMLO como presidente “de chiste” cuando el mandatario ironizó sobre las desapariciones de los cinco jóvenes en el muncipio de Lagos de Moreno en agosto de 2023.”Vivimos momentos difìciles” ha dicho el purpurado quien, ante las propuestas de reformas de AMLO para desaparecer los organismos autònomos, llamó a los ciudadanos a una defensa activa de las instituciones.

Robles también ha tenido una fuerte influencia en la Iglesia de México. De hecho, bajo su presidencia en la CEM, fue responsable de preparar la única visita de Francisco en 2014, la del famoso regaño y la del discurso de “peléense cómo hombres” con la directriz papal para crear un proyecto de pastoral nacional que logró consolidarse en el PGP  2030-2033,  documento que dirige las acciones pastorales de los obispos en varias diócesis del país. Robles también podría dejar impronta en el futuro  de diócesis de relevancia como la de San Juan de los Lagos, vacante desde marzo de 2002, y segunda en importancia nivel nacional  por el número de peregrinos y ganancias, sufragánea de Guadalajara y con altas probabilidades de la intervención del cardenal para que un futuro obispo cercano a él ocupe la titularidad de ese bastión del catolicismo.

Así, el eventual relevo en Guadalajara comenzará a mover los hilos para el sucesor de Robles Ortega, quien, a la postre, vivirá a la sombra de dos eméritos de peso y autoridad; más allá, los retos que podría heredar llevarán al afianzamiento del catolicismo del occidente del país que, a diferencia del centro donde se encuentra la lánguida arquidiócesis primada de México, deberá mantener, sobre todo, en el constante crecimiento en vocaciones sacerdotales como lo logró el ahora arzobispo de Guadalajara. Retos que están definiendo el futuro de la Iglesia católica en el, alguna vez, “México, siempre fiel”.

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